Especialistas argentinos y extranjeros debatieron por estos días la utilización de celulares y
videojuegos como herramientas pedagógicas a través de diversas funciones y operaciones aplicables,
en el marco de la distancia que separa a la educación argentina en el uso de nuevas tecnologías
respecto a otros países.
El director de Estudios Comparativos sobre los Medios de Comunicación
del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, de EEUU), Henry Jenkins, quien
participó en Buenos Aires del VI Foro Latinoamericano de Educación, trazó un panorama inimaginable
en universidades y escuelas norteamericanas en cuanto a cultura digital y la incorporación de
videojuegos y celulares a la educación.
“Hay distintos modos de incorporar los juegos en el aula, hay
algunos que ya se venden con fines comerciales como “Ciudadano y Civilización 3”, para
aprender historia mundial y “Deportes”, para enseñar biología, y hay otros, que son
juegos educativos que está armando el MIT con la televisión pública y una empresa que los
diseña”, indicó.
Hay que resaltar que el contenido y el diseño de estos videos o software
de juegos están a cargo de las universidades, la empresa facilita su distribución y la televisión
pública, es decir el Estado, ofrece la capacitación a docentes.
Jenkins, autor entre otros de “Convergence Culture y Fans,
bloggers y gamers: consumidores en la era digital”, fue más allá con el uso de nuevas
herramientas con fines pedagógicos y exaltó la utilización del teléfono inteligente en clase.
“En las universidades, los estudiantes utilizan los celulares como
detectores ambientales, como el caso del derrame de sustancias químicas para saber de dónde viene
la pérdida, para la medición de la temperatura del agua y también como una herramienta de juegos,
que en algunos casos los estudiantes diseñan sus propios videos”, acotó.
Cambio cultural. En la actualidad, “el 66 por ciento de los jóvenes norteamericanos
produjo algún tipo de material mediático”, destacó el académico para asombro de muchos.
El investigador especializado en nuevas tecnologías diferenció que en el
futuro “van a haber tantas escuelas nuevas que van a reflejar la cultura que las rodea”
respecto a las actuales que dijo “apuntan a que todos los estudiantes aprendan lo
mismo”.
“El cambio será cultural y no tecnológico”, precisó.
Para explicar que tecnología no es únicamente tener máquinas, Jenkins
dio un ejemplo personal respecto a la apropiación de estas herramientas. Dijo que su padre
“era un trabajador de la construcción y cuando yo era pequeño vino un día, me dio muchas
herramientas y me dijo que construyera algo y yo no tenía idea de cómo manejarlas; tenía martillo,
destornillador, todos los utensilios necesarios para construir algo, pero no sabía cómo ni de qué
manera unir piezas para crear”.
“Me parece que este ejemplo bien simple nos puede servir para
pensar en por qué querríamos construir algo, qué sería, para qué, con qué objetivo y necesidad lo
haríamos: este es el verdadero desafío”, añadió.
En el marco de la diversidad educativa argentina respecto al uso de las
nuevas tecnologías y teniendo en cuenta que hay jurisdicciones que directamente tienen una
legislación que “prohíbe” el uso de celulares en la escuela y el aula, y que las
experiencias más antiguas con campañas de entrega de computadoras personales no son más de tres,
algunos especialistas opinaron en el Foro que organizó la Organización de Estados Iberoamericanos
(OEI).
Las no educativas. Luis Quevedo, sociólogo e investigador de la UBA diferenció que
“no todas las experiencias con nuevas tecnologías son educativas”.
Al respecto citó al Plan Ceibal de Uruguay, que dijo “es una
experiencia de reducción de la brecha digital y de acceso masivo de los chicos a las tecnologías,
pero no es una herramienta pedagógica”, aunque resaltó que “lo bueno es que empieza
desde un lugar indiscutible que es la escuela”.
Inés Dussel, investigadora y pedagoga de Flacso (Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales), diferenció que “a veces atender no es entender”,
respecto a mantener la atención de una clase con diversas tecnologías. “El profesor pone un
video para explicar que es una célula y los chicos creen que aprendieron porque vieron”,
distinguió.
Dussel también comparó a Facebook, la red social más utilizada, con lo
que “antes se producía en una charla de café, aunque uno puede controlar más lo que va a
decir” y consideró a esa tecnología “ni para enamorarse ni despreciable, sino hay que
educar en su uso para el aprendizaje colectivo y sus límites”.
Ante la pregunta si las redes en internet declararon “la muerte al
libro”, la pedagoga defendió al papel como “una experiencia a la que no hay
perderse” y objetó en cierta medida que en Estados Unidos “se estudió que las
generaciones están bajando la expectativa de vida por el sedentarismo que implica el uso de las
tecnologías, como las computadoras”. l (DyN)