El Papa Francisco celebró ayer su primera misa en Paraguay en medio de una multitud que lo veneró en el santuario de Caacupé, donde homenajeó a las mujeres paraguayas que pusieron de pie al país tras una cruenta guerra del siglo XIX.
El Papa Francisco celebró ayer su primera misa en Paraguay en medio de una multitud que lo veneró en el santuario de Caacupé, donde homenajeó a las mujeres paraguayas que pusieron de pie al país tras una cruenta guerra del siglo XIX.
Unos 800.000 fervientes fieles colmaron la pequeña ciudad considerada capital espiritual del país, a la que el Papa llegó para honrar a la virgen patrona de Paraguay en la última etapa de una gira que lo ha llevado también a Ecuador y Bolivia.
La misa se retrasó un poco después de que el Papa estuviera "abrumado por la emoción", dijo un obispo.
El Sumo Pontífice recorrió el templo decorado con banderas y tejidos típicos del país y puso una rosa blanca a los pies de la figura de la virgen, que se dice fue tallada por un indígena guaraní convertido al cristianismo en el siglo XVI.
Según la historia tradicional, el hombre se escondió en el tronco de un árbol escapando de una etnia que perseguía conversos y talló la imagen como gratitud por haber sobrevivido.
Muchos paraguayos creen que la Virgen hace milagros y cada 8 de diciembre peregrinan para hacerle pedidos o agradecerle.
En su homilía, el Papa recordó a los desamparados, a quienes sufren y elogio particularmente a las mujeres de Paraguay.
"Quisiera referirme de modo especial a ustedes mujeres y madres paraguayas, que con gran valor y abnegación han sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por una guerra inicua", dijo.
Más de la mitad de la población paraguaya murió en la guerra de la Triple Alianza, una de las más sangrientas de Latinoamérica, que enfrentó en el siglo XIX a Paraguay con sus vecinos Argentina, Brasil y Uruguay. Según historiadores, el conflicto acabó con casi toda la población masculina del país.
"Ustedes tienen la memoria, la genética de aquellas que reconstruyeron la vida", dijo Francisco arrancando el aplauso y los gritos de la multitud. "Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América".
En el oficio, el Papa instó a los paraguayos a "no perder la memoria, las raíces" y los exhortó a ser "portadores de fe, de vida, de esperanza". "Sean ustedes los forjadores de este hoy y mañana paraguayo", insistió.
En un gesto simbólico al principal grupo indígena de Paraguay, el Papa condujo el rezo del Padre Nuestro en guaraní. El leyó la oración mientras la multitud lo seguía.
Tras la multitudinaria ceremonia, dejó de lado la agenda oficial e hizo una inesperada visita a la Fundación San Rafael, una clínica religiosa que atiende a enfermos terminales en Asunción. El sacerdote italiano Aldo Trentto, responsable del centro asistencial, dijo que Francisco saludó a los enfermos y que se agachó para besar a un enfermo que no podía incorporarse.
Trentto a duras penas pudo contener las lágrimas mientras relataba la enorme emoción que la visita papal causó entre los pacientes. La Fundación atiende a unos cien pacientes pobres muy enfermos en el bario Villa Morra, a unos cuatro kilómetros al sur de la Nunciatura Apostólica de Asunción, donde se está alojando el Papa.
Una gran cantidad de fieles de Argentina, con banderas y camisetas que los distinguían, llegaron también al santuario ubicado a unos 60 kilómetros al sureste de Asunción, que también congregó a feligreses de Chile y Colombia.
"Estar aquí con ustedes es sentirme en casa", dijo el Papa al iniciar su homilía en Caacupé, una pequeña ciudad de 48.000 habitantes, el principal bastión de la fe católica del país.
Caacupé ("detrás del bosque de yerba" en guaraní), está a 54 kilómetros al este de Asunción.
Antes de celebrar la misa, Francisco concurrió al principal hospital pediátrico paraguayo, Niños de Acosta Ñu, donde abrazó a niños enfermos y elogió su fortaleza. Una de las niñas internadas logró captar en video el momento el que el Papa saluda a dos niñas trasplantadas del corazón. "Ellas nacieron dos veces, Santo Padre, queremos que las bendiga", le pidió la cirujana Nancy Garay, a lo que Bergoglio respondió con una gran sonrisa.
En el video también se puede ver cómo el médico cirujano Marcos Melgarejo le pide la bendición para un cuadro de la Sagrada Familia. El Papa le responde: "Le bendigo también sus manos por todas las maravillas que hace por estos chicos".
Francisco había llegado al lugar en el mismo Peugeot blanco utilizado por Juan Pablo II cuando visitó el país hace 27 años y se retiró en un Fiat plateado. En esas instancias, una madre acercó a su pequeña y el pontífice bendijo a Valeria Cáceres, una niña de tan sólo 40 días.
Emoción, fe y esperanza de los peregrinos