El Papa Francisco oró junto al patriarca copto Teodoro II en una iglesia de El Cairo que en diciembre fue objeto de un atentado mortal del grupo yihadista Estado Islámico (EI-Isis), mientras los cantos litúrgicos resonaron en el templo.
El Papa Francisco oró junto al patriarca copto Teodoro II en una iglesia de El Cairo que en diciembre fue objeto de un atentado mortal del grupo yihadista Estado Islámico (EI-Isis), mientras los cantos litúrgicos resonaron en el templo.
El 11 de diciembre de 2016, la iglesia copta ortodoxa de San Pedro y San Pablo, contigua a la imponente catedral de El Cairo, fue el escenario de una matanza: 29 personas perdieron la vida cuando un atacante suicida del grupo EI (Isisi) se inmoló en plena misa.
Cinco meses después, la iglesia está completamente restaurada y las pinturas murales con escenas de la Biblia, a salvo. Para dar la bienvenida al Papa católico, que efectúa su primera visita a El Cairo, el pasillo central fue decorado con flores blancas.
En un escenario situado bajo la bóveda principal, embellecido con una pintura de Cristo sobre un fondo dorado, Francisco, con sotana y solideo blancos, se sentó al lado de Teodoro II, con un tocado de satén, envuelto en su tradicional capa negra bordada en oro.
El patriarca Bartolomé de Constantinopla también estuvo presente en la misa ecuménica.
Tras los cantos litúrgicos en lengua copta, acompañados por el estridente sonido de los címbalos, una coral católica tomó el relevo, con cantos en árabe.
"Te damos gracias, señor, a ti, que nos das este amor y nos bendices", lanzó el Papa Teodoro II, acogiendo a su "hermano amigo", el Papa católico. "Oramos por todos que están en dificultades. Oramos por los mártires, caídos en Tu iglesia y en cada iglesia", agregó Teodoro, de poblada barba gris y con gafas.
La visita del Papa Francisco a El Cairo, que culmina hoy, se produce casi tres semanas después del doble atentado suicida contra dos iglesias ortodoxas del norte de Egipto. Estos ataques, también reivindicados por el grupo EI, dejaron 45 muertos.
Los dos papas oraron en silencio, con las manos juntas y la cabeza gacha, mientras que, a su alrededor, responsables religiosos depositaron flores blancas delante del santuario improvisado.
El Pontífice argentino no puede mezclarse con la multitud, pues los yihadistas del grupo EI prometieron multiplicar sus ataques contra los cristianos de Egipto y la seguridad se ha reforzado drásticamente en todos los sitios visitados por el Papa.
La catedral de San Marcos estuvo custodiada por tanques del ejército y solo pudieron entrar en ella personas con invitación.
No a la violencia
Antes de la ceremonia, en un discurso, el Papa Francisco convocó ayer en Egipto al Islam a "caminar juntos" para rechazar la "violencia perpetrada en nombre de Dios", al tiempo que pidió a las religiones "poner en práctica" el imperativo "no matarás" y destacó la "incompatibilidad entre creer y odiar".
Además, destacó el "rol insustituible" del país africano en Medio Oriente, al tiempo que, frente al presidente Abdel Fatah Al Sisi, cuestionado por organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, pidió a las autoridades locales "respeto incondicionado" de esos derechos.
"En el campo del diálogo, especialmente interreligioso, estamos llamados a caminar juntos con la convicción de que el futuro de todos depende también del encuentro entre religiones y culturas", fue el llamado del Obispo de Roma durante su intervención en una Conferencia Internacional sobre la Paz organizada por la Universidad Al-Azhar, la mayor institución del islam sunnita.
En un discurso con destinatarios más allá de los líderes religiosos presentes, Francisco criticó que en el mundo "surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad".
El Pontífice se reunió a solas con el Imán de la casa que representa a 1.200 millones de musulmanes moderados, Ahmed El-tayeb.
Por Claudio Berón