Hace 207 años se registró el comienzo de una de las campañas militares más importantes de la historia de la humanidad, cuando el general José de San Martín lideró las tropas que atravesaron la cordillera de los Andes desde Argentina con el objetivo de la liberación de América. Este suceso continúa siendo un hecho de análisis por su trascendencia y sus niveles de dificultad, dado que en aquella época no se contaba con los elementos necesarios para sobrevivir a tales condiciones.
Los registros históricos marcan que el 17 de enero de 1817 fue la fecha de partida de la campaña libertadora del Ejército de los Andes, con la que San Martín cruzó la cordillera para liderar la independencia de Chile y luego de Perú. La fecha fue oficializada a través de una carta que el militar envió el 13 de enero a Tomás Guido, amigo suyo y confidente, donde le comentó que la salida del Cruce de los Andes se realizaría en esa fecha.
“El 17 empieza la salida de la vanguardia: las medidas están tomadas para ocultar al enemigo el punto de ataque. Si se consigue y nos dejan poner pie en llano, la cosa está asegurada. En fin, haremos cuanto se pueda para salir bien, pues si no todo se lo lleva el diablo”, escribió San Martín en su carta.
A pesar de que no existe un consenso unánime en la fecha, debido a que las seis columnas del Ejército partieron hacia la cordillera en diferentes días, esta fue tomada como la más trascendental por las palabras del propio general. A su vez, investigadores especialistas en el prócer aseguran que la misma cobró valor también por la coincidencia del fallecimiento de San Martín, el cual fue el 17 de agosto de 1850.
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Ilustración del General José de San Martín durante el Cruce de la cordillera de los Andes.
El período previo al Cruce de los Andes
San Martín comenzó a planificar la expedición libertadora de Argentina, Chile y Perú después de sus experiencia con el Ejército del Norte y sus reuniones con Belgrano y Güemes. El General ideó una campaña independentista que llegó a escala continental. El objetivo más difícil era cruzar la cordillera de los Andes, para así liberar a Chile y después avanzar hacia Perú.
En 1814, tras renunciar como Comandante del Ejército del Norte, San Martín asumió como gobernador-intendente de Cuyo, por lo que pasó a residir en Mendoza y comenzó con los preparativos para la campaña libertadora, la cual ya estaba terminada y aprobada. La ciudad se adaptó a las características militares con el objetivo de preparar al Ejército.
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“Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes”, manifestó San Martín en la carta a su amigo Tomás Guido del 14 de junio de 1816.
Durante este período de su gobernación, se declaró la Independencia en 1816, de la que San Martín fue principal impulsor y sostén político y militar. Con apoyo del gobierno central, el General logró poner en marcha su plan libertador y fue nombrado Comandante en Jefe del Ejército.
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La creación del Ejército de los Andes se conformó con parte del Ejército del Norte, del Litoral y con la incorporación de civiles, gauchos, mestizos, esclavos libertos, indígenas y voluntarios de todas las clases sociales, donde predominaron los sectores populares. Para ello, la preparación militar necesaria se levantó en los cuarteles del Campo de Plumerillo.
El Cruce de los Andes
El 5 de enero de 1817 se realizaron las ceremonias de partida de las tropas, donde se enarboló la bandera del Ejército de los Andes con el diseño de una franja azul y otra blanca. En los días posteriores comenzó el avance y se inició el cruce de las distintas columnas.
San Martín había planificado junto a sus colaboradores que el ejército se dividiría en seis columnas a lo largo de más de mil kilómetros de ancho entre La Rioja y el sur de Mendoza. Estos grupos militares deberían ingresar a Chile por seis diferentes pasos (Uspallata, Los Patos, Guana, Comecaballos, Planchón y El Portillo) a través de la cordillera, con el objetivo de llegar de manera sincronizada a un punto en común para organizar la ofensiva y tomar la ciudad de Santiago.
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El paso de las seis columnas del Ejército de los Andes.
Foto: Gobierno de Mendoza.
Pero antes de las batallas se presentaría el mayor desafío, que era vencer las hostilidades de la naturaleza. Para esto se preparó un ejército numeroso, se planificaron minuciosamente los pasos por los Andes y las inclemencias que deberían atravesar.
En total, se formó un ejército de 4 mil soldados de combate y unos 1.400 hombres destinados a otras tareas, como transporte, abastecimiento y sanidad. En tanto, se incluyeron 10 mil mulas para trasladar el material bélico y 1.600 caballos para peleas en el llano, así como 600 reses en pie para ser faenadas en el camino. Por el lado del armamento, llevaron 900 mil tiros de fusil y carabinas, 2 mil balas de cañón, 2 mil de metralla y 600 granadas.
La columna principal, que estaba compuesta por Miguel Estanislao Soler en la vanguardia, Bernardo O’Higgins en el centro y José de San Martín en la retaguardia, cruzó por el paso de Los Patos, mientras que la segunda columna, que estuvo al mando del general Juan Gregorio de Las Heras, lo hizo por el cruce de Uspallata. Por otro lado, las cuatro columnas restantes se dividieron dos por el flanco norte y las otras dos por el flanco sur, con el objetivo de confundir y distraer al enemigo para enmascarar el movimiento principal.
Con una sincronización perfecta, el ejército atravesó la cordillera y se reunió en el valle de Aconcagua. Días después, comenzaron las batallas que se extendieron hasta la independencia de Chile y el posterior avance hacia Perú, con el mismo objetivo libertador por cumplir.