El Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (Ifibyne), inaugurado ayer por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, hizo "importantes contribuciones en la ciencia básica con repercusión internacional", afirmó el presidente del Conicet, Roberto Salvarezza, quien renunciará a su cargo el 9 de diciembre porque "no están garantizadas las políticas públicas" que sostuvieron la soberanía tecnológica del país.
"Cuando valoramos todos los espacios de soberanía, no son las becas o los cargos del Conicet: es mucho más que eso y es ahí donde yo, y es una percepción personal, encuentro que las políticas públicas que han sostenido la soberanía tecnológica del país y que han resultado en estos desarrollos, no están garantizadas", dijo ayer Salvarezza en una entrevista con Télam en su despacho.
El presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) inauguró el edificio del Ifibyne en Ciudad Universitaria junto al ministro de Ciencia y Tecnología (Mincyt), Lino Barañao, en teleconferencia con la presidenta desde la flamante planta de uranio enriquecido, en Río Negro.
El predio pertenece al Conicet y a la Universidad de Buenos Aires, y el Instituto es dirigido por el Investigador de la Nación Alberto Kornblihtt, quien lidera a 15 investigadores, 50 becarios y una decena de técnicos.
La obra "es parte del Plan de Infraestructura que el Conicet desarrolla junto al Mincyt como política que ha llevado adelante este gobierno en 12 años, que redunda en una significativa ampliación de laboratorios y oficinas con 1.400 millones de pesos" en el período, explicó.
"Valoro muchísimo la decisión de la presidenta de haberle prestado al espacio de Cambiemos un ministro (Lino Barañao), con la condición de poder mantener los presupuestos y tener independencia en los nombramientos", consideró Salvarezza.
El funcionario razonó que "esto demuestra claramente la debilidad que tenía este espacio en tener sus propias iniciativas en ciencia y tecnología, que pide prestado un jugador al otro equipo y, en un gesto de grandeza, la presidenta le presta un jugador". Sin embargo, "hay que pensar que en los desarrollos que se hicieron hay organismos que no dependen de la esfera del Mincyt sino de (institutos de tecnología agropecuaria e industrial) Inta, Inti; (y las comisiones nacionales de energía nuclear y actividades espaciales) Cnea y Conae, y eso es lo que no está garantizado", alertó el funcionario.
"Me parece muy bien que podamos tener un paraguas protector sobre algunos espacios, el sueldo, las becas; pero desde el punto de vista conceptual -la gestión de un Estado que apuesta a la soberanía tecnológica de un país-, no veo las condiciones adecuadas, por lo que pienso que es mejor que dé un paso al costado", planteó.
Salvarezza es bioquímico, creador del Laboratorio de Nanoscopía de la Universidad Nacional de La Plata e investigador del Instituto de Investigaciones Físico Químicas Teóricas y Aplicadas en el que trabajan 200 personas, con énfasis en nanotecnología, energías y físico química aplicada a sistemas biológicos como biosensores y productos para diagnóstico y tratamiento.
Para Zalvarezza se trata de "un problema de percepciones diferentes a las del ministro, que piensa que puede continuar en otro espacio realizando la misma tarea, y yo, que considero que no puedo estar en ese espacio porque además he compartido las políticas de este gobierno en su globalidad".
"He aceptado ser presidente de este Conicet no sólo porque técnicamente me siento calificado por 40 años de ser técnico, becario, investigador, miembro del Centro Científico Tecnológico y de la Fundación Argentina de Nanotecnología, sino porque además tenía un compromiso de compartir las políticas que desarrollaba el gobierno", dijo. "No comparto en cambio lo que viene, las políticas que se están proponiendo desde el espacio que va a gestionar el Estado, y voy a presentar mi renuncia el 9 a la presidenta de la Nación", anunció. Impulsor de "un Conicet no endogámico" -según definió-, Salvarezza enfatizó: "La ciencia es aséptica, es verdad, pero la utilización del conocimiento, las políticas científicas, no son asépticas, dependen de los gobiernos, y si no, basta pensar en lo que le ha pasado al sistema en los últimos 50 años".
"Aquellos que tenemos cargos de gestión, lo que hacemos es política científica, que está fuertemente relacionada con las políticas que lleva adelante el Estado nacional: no es que se puede hacer disociación de ciencia de cómo la utiliza un Estado cuya gestión sea la no gestión, dejando al mercado las reglas de juego", cuestionó.
Salvarezza percibe que "va a resultar en una política científica claramente diferente a la de un Estado que tracciona la generación de conocimiento: me parecen muy claras las diferencias", concluyó.