La partida del rompehielos “Kapitan Khlebnikov” del puerto de Ushuaia
marcó días atrás el comienzo de la temporada de cruceros a la Antártida, en la que la
terminal naviera de Tierra del Fuego opera el 92% de los viajes de todo el mundo al
continente blanco, informó el gobierno provincial.
Pablo Pfurr, presidente del Instituto Fueguino de Turismo (Infuetur), informó a Télam que
los buques que van a la Antártida también implican la mayoría de las recaladas -llegada al
puerto- de cruceros en Ushuaia.
“De 46 cruceros que operan en la temporada en Ushuaia, 33 van a la Antártida, con
225 recaladas de un total de 320. Esto para nuestro puerto es muy importante, ya que lo
posiciona como la principal escala del mundo con destino al continente blanco”,
explicó.
El gobierno fueguino informó que durante el verano 2007-2008 unos 44.000 pasajeros
visitaron la Antártida pasando por Ushuaia al iniciar o finalizar su viaje.
La temporada a la Antártida comenzó el 23 de octubre con la zarpada del “Kapitan
Khlebnikov”, un “gemelo” del Almirante Irizar de 112 pasajeros, y
finalizará el 2 de abril de 2010 con el último arribo del barco ruso “Molchanov”,
de 52 pasajeros.
El próximo barco a la Antártida será el “Ocean Nova”, que con 68 pasajeros
zarpará de Ushuaia el 3 de noviembre.
El día siguiente lo hará el “Cleaper Adventurer”, con 100 pasajeros; y luego
se intercalará una treintena de distintas embarcaciones de entre 80 y 150 metros de eslora,
con un promedio de entre 50 y 90 pasajeros. La mayoría son turísticos, aunque hay
varios científicos.
Entre ellos y desde hace poco, está el “Ushuaia”, un buque de capitales
argentinos con capacidad para 90 pasajeros que opera la empresa nacional Antarpply
Expeditions.
Gustavo Robles, director general de Puertos de Tierra del Fuego, dijo a Télam que
“los barcos que van a la Antártida son en general pequeños, menores a 150 metros de
eslora y de buena maniobra porque el viaje es exigente, es una aventura”.
“Pasar por el estrecho de Drake es muy movido. Ahí se juntan los dos océanos y hay
olas de nueve metros. Los pasajeros se preguntan: - '¿qué hago acá?', pero eso es parte de la
aventura. Y cuando llegan a la Antártida empieza el placer”, señaló.
Robles es un ferviente defensor y promotor del turismo antártico, tanto por las divisas
que deja en Ushuaia y el trabajo que genera, como por el posicionamiento estratégico que año
a año significa para Argentina.
Explicó que en 1992, cuando asumió en la DGP, “el 95% de los viajes a la Antártida
los tenía el puerto chileno de Punta Arenas. Hoy es exactamente al revés, y al país le queda
sólo por captar un porcentaje menor, de ocho países que siguen zarpando de Chile”.
Ambos puertos tienen sus beneficios y sus problemas: en Chile hay todo un pueblo con
logística naviera y servicios de calidad, que Ushuaia está logrando con el paso del tiempo.
Pero esencialmente la partida del puerto fueguino implica un día menos de viaje, mucho
menos combustible y una jornada más para disfrutar en tierra.
“Para Argentina esto equivale a plantar una bandera geopolítica trascendente. Cada
dos años se discute el Tratado Antártico y el país es uno de los mejor posicionados, somos
la puerta principal a la Antártida”, señaló.
Además, destacó que para Ushuaia significa el aprovisionamiento completo de cada buque,
desde alimentos hasta combustible, y un gran efecto laboral. Los barcos llegan en busca
de personal, desde cheffs hasta “leaders expeditions” -guías-, “lo que
jerarquiza de manera especial al personal local”, concluyó. (Télam).-