“Fernando de rodillas, sus manos en el piso y sin siquiera mirar, porque tal vez entendió que esa mirada podía significar una falta de respeto, levanta su mano y pide clemencia. La respuesta fue una patada a la cabeza, una más y otra más”, indicó Burlando, quien describió a la víctima en ese momento de la agresión como “una bolsa de papas”.
Para el letrado, los acusados “tomaron la decisión y mataron” y remarcó: “Hubo voluntad de matar y por eso mataron. Tendieron esa madrugada sobre Fernando un verdadero cerco humano poder actuar sobre seguro.”
“Los azotadores estaban ahí cerca, pegados y decidían el momento oportuno para castigar a Fernando a mansalva. Previamente lo marcaron, lo cercaron, esperaron el momento justo en que se retiran los funcionarios policiales así no tenían ningún tipo de valla, nada que los frene”, señaló.
Y continuó: “Una vez rodeado, lo atacaron por diferentes flancos. Aunque el ataque clave fue el que impusieron por detrás y todos, absolutamente todos juntos.”
Para Burlando, los acusados “eran los cazadores y querían su trofeo”.
Según el letrado, “los golpes que fueron como disparos, cada golpe era un disparo, cada patada era un tiro”, por lo que Fernando “fue fusilado a golpes y a patadas”.
“Luego se abrazaron y comieron. Se llevaron el trofeo y lo celebraron. Lamiéndose las pruebas, la sangre de sus víctimas, advirtiendo al resto de los verdugos de esto no se habla”, añadió.
El abogado señaló al acusado Máximo Thomsen como “líder de la manada” y quien fue acompañado por “sus obsecuentes”
“Anunció el desenlace con un gesto por demás elocuente, pasándose el dedo por la garganta”, recordó Burlando sobre la seña de Thomsen.
“Sabían que habían matado a un joven, y entre alegría y emoción, en algún momento tuvieron la idea de volver a buscar a los amigos de Fernando. Tras semejante acto salvaje, no solamente huyeron de la escena del crimen, sino que además trataron de disfrazar lo ocurrido con una serie de actitudes”, explicó.
Y en ese sentido destacó que acusaron “a una persona inocente que estaba a cientos kilómetros del lugar”, en referencia al remero Pablo Ventura, quien se hallaba en Zárate.
En cómo se dio el ataque aseguró que fue Ayrton Viollaz, el rugbier que “impartió” la orden de atacar a Fernando y sus amigos. “El acuerdo previo se inició en la vereda de Le Brique, segundos más tardes, Luciano Pertossi y acusados cruzan la avenida, se reúnen y terminan de organizar el plan criminal”.
“Fernando tenía una vida por delante, sueños por cumplir, que los acusados le arrebataron por la simple decisión de matar. Mataron por matar, por ganar, por un empujón, por llevarse un trofeo en la vida. No les importó a quién, evidentemente desde el primer cruce que tuvieron con Fernando su plan fue matar”, añadió.
Respecto del móvil del crimen, Burlando sostuvo que la prueba acredita que se debió a un incidente previo dentro de “Le Brique” que se produjo por “la excesiva cantidad asistentes” en el boliche.
Precisó que una serie de golpes cruzados entre ambos grupos, “motivó que Fernando intercediera para separarlos y se enfrentara” a Thomsen, quien realizó “una amenaza concreta de muerte” mientras era expulsado, al “apuntar y pasarse la mano por el cuello de izquierda a derecha”.
De acuerdo al letrado, aproximadamente a las 4.37, los acusados llevaron adelante el ataque contra Fernando, que era su “objetivo desde que tuvo el incidente con Thomsen.
“Una vez reunidos llevaron adelante el plan, acordando consciente y libremente entre todos matar a Fernando con perversidad reflexiva, contando con el factor sorpresa, producto de la desatención de la víctima”, manifestó.
En otro pasaje de sus casi dos horas de exposición, Burlando precisó que fue “un poco más de siete minutos lo que les llevó delinear y abordar a Fernando esperando el momento oportuno” y que “la voraz carnicería se extendió cincuenta segundos”
En tanto, recordó lo que declaró en el juicio el testigo Oscar Rossi que le dijo a su hija Julieta, la novia de la víctima: “Les juro que no le deseo a nadie ver lo que yo vi en el cuerpo de Fernando. Ni un animal en el medio del campo, ni un cazador para un animal”.
Por último, Burlando valoró el aporte de los jóvenes que declararon como testigos en el juicio, por lo que consideró que “no todo es salvajismo y horror” y que a apuesta a que esa juventud va a “abrir el futuro”.
Finalizada el alegato del letrado, se pasó a un breve cuarto intermedio para que tras el mismo retome la palabra otro de los abogados del particular damnificado, Fabián Améndola.
Fiscales
Los fiscales, previamente, habían solicitado que los ocho acusados sean condenados a prisión perpetua como coautores del delito de “homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas, en concurso ideal con lesiones”, por la golpiza los amigos de la víctima.
Tras un alegato de más de tres horas ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de Dolores, los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García consideraron acreditado que Máximo Thomsen, de 23 años; Enzo Comelli, de 22; Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), y Luciano (21), Ciro (22) y Lucas Pertossi (23) fueron responsables del asesinato del estudiante de abogacía y reclamaron para todos ellos la pena más alta prevista en el Código Penal: prisión perpetua.
En su alegato, Dávila aseguró que los ocho imputados son “coautores” del homicidio porque tuvieron “el co-dominio del hecho, la posibilidad de emprender, proseguir y detener el curso causal del delito”.
De esta manera, el representante del Ministerio Público Fiscal (MPF) ratificó la acusación que postuló al comenzar el juicio el 2 de este mes, al afirmar que todos los imputados tuvieron una participación activa en el crimen del joven estudiante de abogacía.
El fiscal García, otro de los integrantes del MPF, manifestó que los imputados atacaron “por sorpresa, a traición, sin que tuviera ninguna posibilidad de defenderse” a la víctima, y sostuvo que “no hubo pelea” entre ambos grupos, por lo que encuadró el delito en la figura de “homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas en concurso ideal con lesiones”.
En las casi dos horas que duró su alegato, García repasó con la exposición de unas filminas la prueba presentada a partir de los testimonios de cuatro amigos de Fernando y tres empleados del boliche “Le Brique” de Villa Gesell, para referirse al incidente en el interior del lugar, que consideró “el móvil” que generó que lo mataran afuera.