Helena es docente y trabaja en una escuela secundaria privada de Rosario. En charlas con colegas se enteró de que las apuestas online estaban aumentando entre adolescentes. Hasta que un día le tocó en su curso. Fue cuando un alumno de 14 años entró en crisis en plena clase: había perdido 50 mil pesos en una apuesta deportiva. “De repente, se puso a apostar, pero nadie sabía. Le contaron a los padres. La madre estaba nerviosa y sorprendida. El papá también. El único que sabía era el tío porque le prestaba la pata para apostar”.
Las apuestas online entre adolescentes han ganado atención en los últimos años debido al fácil acceso a plataformas de juego en Internet y la falta de restricciones adecuadas para prevenir la participación de menores. Por ejemplo, en España las apuestas deportivas, y entre ellas las de fútbol, ya son la primera actividad de juego online con un volumen de operaciones de más de 97 millones de euros anuales. En Europa, los juegos online llegaron mucho antes que en Latinoamérica y tuvieron que ser regulados. En Argentina todavía hay vía libre y el control es escaso. Además, desde las empresas de apuestas deportivas la publicidad es muy agresiva.
Desde 2022 se diversificaron y ampliaron: se promocionan a través de programas de televisión, camisetas de clubes e influencers en redes sociales. En sus cuentas comparten cuando juegan en casinos online y eso genera la sensación de que es una manera fácil de hacer plata.
Esta imagen de las apuestas como un “entretenimiento saludable y moderno” está muy alejada de la realidad y del drama que supone. Sabemos que cuanto antes un adolescente empieza a jugar, mayor es el riesgo de que desarrolle una adicción. Sus cerebros aún están en desarrollo y son más susceptibles a la gratificación instantánea que ofrecen las apuestas.
Esto puede llevar a un espiral donde busquen constantemente la emoción del juego sin considerar las consecuencias a largo plazo. Pasar tiempo apostando en lugar de estudiar o realizar otras actividades productivas puede resultar en calificaciones más bajas y un aumento del estrés relacionado con el juego.
Además, las pérdidas pueden afectar su salud mental provocando ansiedad, depresión y problemas de autoestima.
¿Cuándo alarmarse? Una vez que se detecta que un menor ha realizado apuestas online, existen varios indicadores que pueden ayudar a diferenciar cuando ha hecho una apuesta ocasional o si ya está enganchado de forma problemática:
- Está irritado si no juega.
- Pide dinero en exceso a otras personas (en general familiares cercanos o docentes) o roba en la escuela.
- Apuesta cada vez más dinero.
- Miente negando que juegue con frecuencia.
- Arriesga aspectos importantes de su vida como amistades, estudios… por el juego.
- Intenta dejarlo, pero es incapaz de hacerlo.
Nada reemplaza al diálogo. Es muy importante ayudar a los chicos a desarrollar un sentido crítico de las actividades online. Es normal que tengan curiosidad por probar cosas nuevas, pero hay un montón de juegos más placenteros que las apuestas. Para eso conviene actuar con empatía y entendiendo la necesidad que tienen de buscar nuevas sensaciones. Por otro lado, no olvidemos prestar atención a las posibles señales de alerta.
Lo ideal es tener conversaciones, tal vez incómodas, pero necesarias.
El diálogo debe ser sin tabúes y que permita resolver las dudas de los chicos, en caso de tenerlas. Apostemos a la salud mental.