El líder conservador sueco Ulf Kristersson fue elegido primer ministro, en una votación en el Parlamento en la que contó con el inédito apoyo de la extrema derecha de los Demócratas de Suecia, lo que inauguró una nueva era política para la nación escandinava. Kristersson basó su campaña en el lema “Restaurar el orden en Suecia”. La gran novedad no es que los conservadores vuelvan al gobierno luego de ocho años, sino que dependerán de los ultraderechistas para que su Ejecutivo se mantenga y pueda hacer avanzar su agenda. De hecho, aunque los ultraderechistas no serán parte de la coalición, sí serán una pieza clave, al punto que a la conferencia de prensa conjunta se presentaron con los tres socios del nuevo Ejecutivo.
Kristersson fue elegido por 176 votos a favor y 173 en contra, tras haber anunciado un acuerdo para un gobierno tripartito, compuesto por su formación, los Moderados, los Cristiano-Demócratas y los Liberales, apoyados en el Parlamento por los ultraderechistas Demócratas de Suecia (DS). Este último, que no formará parte del Ejecutivo pese a ser la segunda fuerza parlamentaria con 73 escaños de 349, es un partido de derecha radical, antiinmigración y férreamente contrario a la presencia de musulmanes. El acuerdo político para sumar a DS implicó establecer una plataforma que incluye reducción de impuestos, limitar los beneficios sociales, endurecer las políticas de inmigración y otorgar a la policía mayores poderes.
Los cuatro partidos presentaron una hoja de ruta conjunta de 62 páginas sobre su futura cooperación, en la que destacan ejes como la lucha sin cuartel contra el crimen y la inmigración, así como la construcción de nuevos reactores nucleares.
Las elecciones parlamentarias del 11 de septiembre, en las que el bloque conservador logró una ajustada mayoría, estuvieron marcadas por el avance del DS, un partido creado en 1988 y en la actualidad el segundo más votado, con el 20,5% de los votos. En total, los cuatro partidos de derecha suman 176 de los 349 escaños del Parlamento.
El futuro que temía la izquierda sueca se ha hecho así realidad: Demócratas de Suecia (SD) será la fuerza política dominante en la nueva legislatura. El centroderecha ha recuperado el poder, tras ocho años de gobierno socialdemócrata, pero lo ha hecho de un modo insólito en el país nórdico: el "tripartito" conservador, con cristianodemócratas y liberales que encabezará el moderado Ulf Kristersson, estará en realidad bajo control del SD de Jimmie Akesson.
De modo que la supervivencia del Ejecutivo dependerá de un partido que, desde su entrada en el Parlamento en 2010, había permanecido aislado debido al "cordón sanitario" establecido entonces por el resto del espectro político, que lo consideraba xenófobo y racista por su postura contraria a la política de inmigración sueca. Los graves problemas de seguridad que no han dejado de crecer en Suecia en torno a una inmigración problemática y mal integrada, son el caldo de cultivo que hizo crecer a la extrema derecha de SD.
Tal y como se esperaba, Kristersson ha superado la votación parlamentaria para ser nombrado primer ministro con 176 votos a favor y 173 en contra. "Este cambio de gobierno será también un cambio de paradigma", declaró. "Nuestra ambición es cambiar el rumbo en Suecia. Vivimos varias crisis paralelas: la crisis energética, la recesión y, no menos importante, los tiroteos (en referencia a que es el país ha registrado más muertes por armas de fuego en 2022, situación que se debe a los enfrentamientos entre bandas criminales de origen extranjero). Todo esto requiere un enfoque completamente nuevo".
Aunque los socialdemócratas de la ya ex primera ministra Magdalena Andersson fueron los más votados en las elecciones del 11 de septiembre, el 30,4% del voto obtenido fue insuficiente ante el crecimiento de la derecha. El SD, con un 20,6%, fue la formación más votada entre la oposición, por delante de los moderados (19,1%), los cristianodemócratas (5,3%) y los liberales (4,6%), lo cual dejó muy claro que un gobierno de centroderecha sería imposible sin su apoyo externo.
Tras más de un mes de negociaciones, Kristersson y sus aliados, incluido Akesson, presentaron el pasado viernes el denominado Acuerdo de Tidö (por el palacete donde se celebraron las conversaciones), que establece las bases de una colaboración que parece calcada a la que ya mantuvieron en la vecina Dinamarca el centroderecha y los antiinmigración durante diversos periodos entre 2001 y 2019. Incluso la terminología es la misma.
Al igual que Kristersson, Akesson también habló de un cambio de paradigma en su intervención ante el Parlamento: "Nos hallamos ante un nuevo comienzo para Suecia, con un cambio de paradigma en la política migratoria. Es importante que, con nuestro respaldo, tome posesión un gobierno estable que solucione los problemas que el antiguo fue incapaz de resolver, como la delincuencia o los precios de la energía".
Entre otras medidas, Kristersson y sus socios desean reducir el número anual de refugiados de cuota acordado con la ONU de 6.400 a 900, así como endurecer considerablemente la legislación "antibandas" mediante el aumento de las expulsiones del país de extranjeros, la duplicación de penas por delitos relacionados con bandas, y un cambio en las medidas de reducción de condenas para menores. Si bien en la última década los sucesivos gobiernos endurecieron la normativa inmigratoria, la nueva coalición promete ir aún más lejos en ese terreno. El estatus de asilo será temporal y será más complicado para los nuevos inmigrantes obtener beneficios, además de que habrá una revisión de los incentivos para la repatriación voluntaria “con un enfoque particular en aquellos que no se han integrado”.
El cambio de paradigma afecta también a las políticas climáticas. La nueva coalición desea que Suecia pase de aspirar a un 100% de energías renovables a tener como objetivo un 100% de energías no provenientes de combustibles fósiles. "La forma de lograrlo es a través de la energía nuclear", ha asegurado Ebba Busch, líder cristianodemócrata. "Debemos cumplir nuestra parte del Acuerdo de París, pero sin destruir la economía sueca".
La ex primera ministra Andersson no ha asistido a la votación, limitándose a criticar el nombramiento de Kristersson. "Necesitamos una política económica y de bienestar responsable que pueda romper las desigualdades y que no es la que se refleja en el Acuerdo de Tidö. La derecha ha presentado unos pactos que ignoran los verdaderos problemas de la sociedad y que corren el riesgo de empobrecer a los suecos".
Mucho más sombrío se ha mostrado Per Bolund, portavoz de los Verdes: "Hoy es un día oscuro en el que se ha dado vía libre a un gobierno que llevará a cabo una política extremadamente autoritaria y nacionalista que dividirá a Suecia, aumentará la pobreza infantil y abandonará a su suerte a la siguiente generación cuando desmantele la política climática. Es una traición a todo lo que representa la solidaridad".
Kristersson, que tomará las riendas de un país en recesión, con los precios de los alimentos y de la electricidad en alza, leerá ante el Parlamento su declaración gubernamental y presentará a continuación su gabinete, que asumirá formalmente durante un consejo de Estado presidido por el rey Carlos XVI Gustavo. El flamante premier, licenciado en Ciencias Económicas, basó su campaña electoral en el lema “Restaurar el orden en Suecia”.