A quince meses del lanzamiento de los primeros misiles rusos contra Kiev, los residentes de la provincia rusa fronteriza de Belgorod comienzan a comprender en su propia piel el horror de tener una guerra en su casa. La intensificación de incursiones de un grupo de militares rusos disidentes apañados por Ucrania se han hecho rutinarias en el oeste de Belgorod, sobre la frontera con Ucrania. Otro revés para el presidente Vladimir Putin.
Por la intensificación de los ataques ucranianos dentro de territorio ruso, Shebekino, una ciudad de 40.000 habitantes a 10 kilómetros de la frontera, se convirtió en una nueva línea del frente de guerra. Un verdadero aluvión de ataques a manos de grupos de militares rusos enemigos de Putin, desencadenó la mayor evacuación rusa en décadas. “Shebekino se convirtió en una ciudad fantasma en menos de 24 horas”, cuenta Ruslan, de 27 años, quien fue evacuado luego de un bombardeo.
“Shebekino era una ciudad florida y maravillosa en la frontera con Ucrania, llena de personas amables”, lamenta Darya, de 37 años y empleada del sector público local. “Ahora en nuestra ciudad solo hay el dolor, muerte y desgracia. No hay electricidad, transporte público, negocios abiertos ni habitantes. Detrás del humo solo queda una cáscara vacía”. Un testimonio que podría ser calcado del de millones de ucranianos que vieron sus ciudades y pueblos destrozados por las bombas del ejército ruso.
Luego de la destrucción de ciudades ucranianas como Bakhmut y el asedio de cientos de otras que sufrieron graves bajas civiles, la adversidad y el horror de la guerra pasó a ser algo familiar para los ucranianos, que llegaron a tener 10 millones de evacuados. En el pasado mes de mayo, Kiev fue blanco de los misiles rusos en por lo menos 17 oportunidades.
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Una unidad de los milicianos rusos antiPutin que hacen incursiones en Belgorod, una provincia rusa en la frontera con Ucrania.
Pero ahora las explosiones también pueden oírse en la ciudad de Belgorod, capital regional, a más de 30 kilómetros al norte de Shebekino, donde son cada vez más los residentes que buscan acceso a los sótanos que puedan ser utilizados como refugios. Y cuando intentaban retomar sus ocupaciones cotidianas, muchos descubrieron que no podían hacerlo. “Estamos en un punto de inflexión”, dice Oleg, un empresario. “Cuando empezó la guerra, los vecinos que estaban en contra eran minoría. Ahora que hace cuatro días que nos bombardean, están cambiando de opinión”, confía a un enviado del The New York Times.
El gobernador de la provincia Belgorod, Vyacheslav Gladkov, dijo que 2500 residentes debieron ser evacuados y llevados a refugios en estadios deportivos alejados de la frontera. Y otros miles se fueron por sus propios medios. Gladkov dice que solo en los últimos tres días murieron siete residentes por los bombardeos. Aún se desconoce la cantidad total de rusos que han muerto en Belgorod, pero es muy probable que la semana pasada haya sido la más letal desde el comienzo de la guerra.
Los recientes ataques contra Belgorod fueron efectuados por dos grupos militares integrados por rusos que combaten por la causa ucraniana y que dicen atacar solamente la infraestructura de seguridad. Estos grupos, armados incluso con blindados livianos y tanques, cuando deben retirarse por presión del ejército ruso, lo hacen hacia la frontera con Ucrania, donde tienen refugio seguro. De esta manera, Ucrania puede llevar la guerra al territorio ruso sin inclumplir abiertamente su promesa hecha a Europa y EEUU de no atacar territorio ruso.
Las declaraciones sobre una cuidadosa selección de los objetivos se contradicen con los relatos de testigos y los videos posteados en redes sociales, donde puede verse una destrucción generalizada. Uno de los dos grupos, el Cuerpo de Voluntarios Rusos, también reconoció haber bombardeado la zona urbana de Shebekino con “racimos de Grads”, un lanzacohetes múltiple que cubre una extensa área. Mientras las grabaciones del bombardeo se viralizaban, ciudadanos rusos se presentaban como voluntarios para brindar seguridad a las familias, donar dinero y abrir sus casas a los refugiados. También criticaban la respuesta del gobierno local y decían sentirse abandonados a su suerte.
En las redes sociales usan el hashtag #ShebekinoIsRussia (“Shebekino es Rusia”) para llamar la atención del resto del país, que sigue con su vida cotidiana. Algunos vecinos de Shebekino están indignados porque los conductores de la televisión estatal no saben ni pronunciar el nombre de la localidad, pero no dejan de elogiar los trabajos de evacuación.