Hoy domingo se cumplen 100 días de guerra entre Israel y Hamás. La guerra ya es la más larga y mortífera entre Israel y los palestinos desde el establecimiento de Israel en 1948 y los combates no muestran señales de terminar. Israel declaró la guerra en respuesta al ataque transfronterizo sin precedentes de Hamás el 7 de octubre, en el que el grupo terrorista islámico mató a unas 1.200 personas, en su gran mayoría civiles, y tomó como rehenes a otras 250. Fue el ataque más mortífero en la historia de Israel y el más mortífero para los judíos desde el Holocausto.
Israel respondió con semanas de intensos ataques aéreos en Gaza antes de expandir la operación a una ofensiva terrestre. Dice que su objetivo es aplastar a Hamás y lograr la liberación de los más de 100 rehenes que aún mantienen el grupo extremista.
La ofensiva ha causado una destrucción sin precedentes en Gaza. Pero más de tres meses después, “Hamás sigue prácticamente intacto”, según la agencia The Associated Press, y los rehenes siguen en cautiverio. El ejército israelí dice que ha dado muerte a más de 8.000 milicianos de Hamás y aniquilado una docena de sus mejores batallones. Analistas de Defensa, si bien matizan este número de bajas, señalan que efectivamente Hamás ha sufrido bajas sustanciales, tanto de altos mandos como de milicianos y armas.
Si bien el público israelí apoya el esfuerzo bélico de los militares, sigue profundamente traumatizado. El país parece estar reviviendo todos los días el 7 de octubre, cuando familias fueron asesinadas en sus casas, o como asistentes a un festival de música. Niños y ancianos fueron secuestrados en motocicletas y paseados por Gaza como trofeos humanos. También se exhibieron festivamente muchos cadáveres de israelíes asesinados. Todo el planeta vio esos videos, que Hamás publicó con orgullo y recibieron el aplauso de gran parte del mundo islámico.
El dolor por los secuestrados
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Una marcha por Tel Aviv de familiares o simples ciudadanos que reclaman por el retorno de los más de 100 secuestrados aún en manos de Hamás.
Carteles de los rehenes que permanecen en cautiverio se alinean en las calles, y la gente usa camisetas que llaman a los gobernantes a “Traerlos a casa”. Los canales de noticias israelíes dedican sus transmisiones a la cobertura de la guerra las 24 horas del día. Transmiten sin parar historias de tragedia y heroísmo desde el 7 de octubre, historias sobre rehenes y sus familias, funerales de soldados e informes desde Gaza de corresponsales.
Hay poca discusión o indignación por el creciente número de civiles muertos entre los palestinos y el terrible deterioro de la situación humanitaria en Gaza. Rara vez se mencionan los planes para la Gaza de posguerra. Los escarmentados funcionarios de seguridad israelíes se han disculpado y han prometido que dimitirán después de la guerra, pero el primer ministro Benjamín Netanyahu sigue firmemente atrincherado.
El historiador Tom Segev dice que la guerra sacudirá al país durante años, y tal vez durante generaciones. Señala que los fracasos del 7 de octubre y la incapacidad de traer a los rehenes a casa han fomentado un sentimiento generalizado de traición y falta de fe en el gobierno. “A los israelíes les gusta que sus guerras vayan bien. Esta guerra no va tan bien”, afirmó. “Mucha gente tiene la sensación de que algo muy, muy profundo está mal”.
La mitad de los edificios de Gaza fueron destruidos por las bombas israelíes y hay miles de desaparecidos
Del lado palestino, las cosas están aún mucho peor. Las condiciones de vida antes del 7 de octubre ya eran difíciles en Gaza después de años de bloqueo impuesto por Israel y Egipto tras la toma de poder por Hamás en 2007. Pero hoy, después de 100 días de bombardeos israelíes, el territorio es irreconocible.
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El dolor de dos madres palestinas ante los cuerpos de sus respectivos hijos, muertos en Jan Younis, sur de la Franja.
Los expertos dicen que el bombardeo israelí se encuentra entre los más intensos de la historia moderna. Las autoridades sanitarias de Gaza, que responden a Hamás, informan que el número de muertos ya ha superado las 23.000 personas, aproximadamente el 1% de la población. Y miles siguen desaparecidos o están gravemente heridos. Más del 80% de la población ha sido desplazada y decenas de miles de personas están ahora hacinadas en campamentos en pequeñas franjas de espacio en el sur de Gaza, que también están bajo el fuego israelí.
Jamon Van Den Hoek, experto en cartografía de la Universidad Estatal de Oregón, y su colega Corey Scher, del Centro de Graduados de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, estiman que aproximadamente la mitad de los edificios de Gaza han sido dañados o destruidos, según análisis satelitales. El costo humano es igualmente alucinante. Naciones Unidas estiman que alrededor de una cuarta parte de la población de Gaza sufre hambre. Sólo 15 de los 36 hospitales de Gaza están parcialmente operativos. Los niños han perdido meses de escuela y no tienen perspectivas de regresar a sus estudios. “Gaza simplemente se ha vuelto inhabitable”, escribió Martin Griffiths, jefe humanitario de la ONU.
La guerra se ha extendido por Medio Oriente, amenazando convertirse en un conflicto que enfrente a una alianza liderada por EEUU contra Irán y sus grupos extremistas árabes en Líbano, Irak y Yemen.