Los ciudadanos de Hong Kong terminaron de sepultar ayer con una marea humana un proyecto de ley para favorecer las extradiciones a China. Ante la tercera movilización masiva en siete días, la jefa del gobierno local, Carrie Lam, volvió a reiterar sus disculpas, pero su posición se ha vuelto precaria ante el masivo rechazo popular a su iniciativa. La de ayer fue la tercera marcha masiva en una semana, y terminó de sepultar la propuesta de ley que abría las puertas a la extradición de ciudadanos de Hong Kong a China. Casi dos millones de los 7 millones de habitantes de la ciudad salieron a protestar, según cálculos de los organizadores. En una semana, con tres marchas de resistencia civil, los hongkoneses lograron un hito en su oposición a que China recorte las libertades de que goza la ciudad. Hong Kong fue una colonia británica hasta 1997, y luego pasó a China pero manteniendo un régimen especial que respeta sus libertades políticas e individuales. Con los años, China ha ido avanzando contra ese régimen demoliberal, que ve como un mal ejemplo para el resto de la sociedad china. En Hong Kong se expresan públicamente críticas al régimen comunista que en el resto del país son impensables y llevarían directamente a la cárcel.