Cientos de miles de personas protestaron nuevamente este martes en las calles de Francia contra la reforma jubilatoria promovida por el presidente Emmanuel Macron, decidido a aprobarla en el Parlamento pese al creciente rechazo popular. Francia, como toda Europa, enfrenta un visible envejecimiento de su población, lo que afecta a la proporción entre aportantes activos y pasivos. El problema no es nuevo, y de hecho se han realizado varias reformas previsionales parciales, pero no fueron suficientes para terminar con el déficit previsional. En 2021, Francia debió gastar el 14% de su PBI en cubrir jubilaciones y pensiones.
Los grandes sindicatos de Francia unieron sus voces en todo el país y las dos medidas que cristalizan el descontento son el retraso progresivo hasta 2030 de la edad de jubilación de 62 a 64 años y el adelanto a 2027 de la exigencia de aportar durante 43 años -y no 42 como ahora- para cobrar una jubilación completa.
La marcha en París registró algunos choques con las fuerzas de seguridad, que terminaron con 18 detenidos, según la policía. Las autoridades desplegaron 11.000 agentes en el país, de los cuales 4.000 se concentraron en la capital.
Ya desde la mañana, la huelga contaba con fuerte acatamiento en los transportes, particularmente en el subte de París, los trenes de cercanías de la región parisina y los ferrocarriles de provincia, donde la circulación era cercana a cero.
La incógnita de la jornada era si los sindicatos iban a movilizar más gente que el 19 de enero, cuando 1,12 millones de personas se manifestaron, según las autoridades (el doble para los sindicatos).
Hay “más gente” en la calle, dijo Laurent Berger, líder del principal sindicato, CFDT, al inicio de la marcha en París.
“Según las informaciones que recibí, hay más gente que el 19”, abundó Philippe Martinez, de la Confederación General del Trabajo (CGT).
Los trabajadores públicos en huelga fueron menos en la educación -uno de cada cuatro docentes, según el Gobierno; el doble para los sindicatos-, así como en la empresa de ferrocarriles SNCF (36,5%), de acuerdo a una fuente sindical.
La punta de lanza vino en esta ocasión del sector energético. Las centrales nucleares registraron una caída de producción de unos 3.000 MWh, según la empresa EDF. Y entre un 75% y un 100% del personal de las refinerías y de los depósitos de Total Energies se unieron al paro, según la CGT.
Los manifestantes piden que el Gobierno dé marcha atrás a su reforma previsional, pero la primera ministra Élisabeth Borne ya advirtió que el retraso a 64 años “no era negociable”.
La posición del gobierno es clara. "Si no aprobamos estas reformas, el sistema actual estará en peligro", declaró el presidente Macron al canal de televisión TF1 a principios de diciembre. Macron incluso aprovechó su tradicional discurso de Nochevieja para decir que las medidas deben promulgarse para garantizar que el sistema de pensiones de Francia sea financieramente viable en las "próximas décadas".
La pieza central de la legislación será el aumento de la edad de jubilación de 62 a 65 años, de lo contrario se reducirán las pagas mensuales.
“Estamos viviendo un día histórico. El señor Macron está seguro de perder”, celebró el líder de la izquierda populista Jean-Luc Mélenchon, que reclamó un “referéndum” sobre el proyecto.
Con el rechazo ya anunciado del frente de izquierdas Nupes y de la extrema derecha, el gobierno espera lograr el apoyo clave en el Parlamento del partido liberal Los Republicanos (LR), favorable a una reforma pero dividido sobre si sostener la actual.
El rechazo, alrededor del 70% según los sondeos, no ayuda. Además, según una encuesta de la consultora Odoxa, dos de cada tres franceses valoran negativamente al presidente y a su primera ministra.
Desde su llegada al poder en 2017, Macron defendió su voluntad de “sacudir” el sistema con sus reformas, que en ocasiones le valieron una imagen de “presidente de los ricos”, como durante la protesta social de los extremistas violentos "chalecos amarillos".
La edad de jubilación en Francia es una de las más bajas de Europa y acercarla a la de sus vecinos busca garantizar el equilibrio futuro en la caja de las pensiones. El Fondo Monetario Internacional (FMI) expresó el lunes su apoyo a la reforma, que junto a la aprobada sobre el seguro por desempleo, permitiría que Francia reduzca su deuda pública, situada por encima del 110% del PBI. El sistema previsional es deficitario de manera crónica, lo que obliga a sustentarlo tomando deuda.
Las anteriores reformas de las pensiones ya se están aplicando. La reforma de Touraine, votada bajo el mandato del predecesor de Macron, François Hollande, amplía gradualmente el tiempo de cotización al sistema hasta los 43 años (para los nacidos en 1973 o después) antes de poder jubilarse con una pensión completa.
El sistema francés ha sido tachado a menudo de bizantino o enrevesado, debido a que consta de 42 regímenes de pensiones diferentes financiados por el Estado. El conjunto del sistema de pensiones costó al Estado algo menos del 14% del PIB en 2021.
Según un informe de septiembre de 2022 del Consejo de Orientación de las Pensiones, un organismo estatal, el sistema de pensiones arrojó superávit en 2021 (900 millones de euros) y 2022 (3.200 millones de euros), aunque predijo que el sistema sería deficitario durante el próximo cuarto de siglo. Además, los superávits citados son cifras minúsculas comparadas con la totalidad del sistema (420 mil millones de dólares en 2021).
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La Asamblea Nacional (Cámara baja) empezó esta semana a examinar en comisión las 7.000 enmiendas presentadas al texto, antes de que pase al pleno el lunes y, a continuación, al Senado.