Francia volvió a confiar en el presidente centrista Emmanuel Macron y a negarle el poder a la ultraderecha de Marine Le Pen. Macron logró imponerse con holgura a Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales, pero la candidata nacionalista obtuvo a su vez el mejor resultado en su historia y quedó posicionada como líder de la oposición. Los medios habían pronosticado una elección más cerrada, pero el resultado fue muy claro: Macron alcanzó 58,5% de votos frente a los 41,5% de su rival ultraderechista, según proyecciones nacionales del instituto IFOP publicados por Le Figaro. Le Pen reconoció su derrota rápidamente, mientras Macron reconoció el malestar social que se vive en Francia en su discurso de la victoria. Es el primer presidente francés en lograr la reelección desde Jacques Chirac en 2002, quien ganó en el ballottage a Jean-Marie Le Pen, el padre de Marine y fundador del ultraderechista Frente Nacional.
Cuando ya había caído la noche, Macron salió al escenario, ovacionado por una multitud en el parque del Campo de Marte, frente a la Torre Eiffel. El mandatario reelecto se mostró agradecido y consciente de que existe un malestar social muy marcado en Francia. “Gracias amigos: la mayoría de los franceses ha elegido depositar su confianza en mí para los próximos cinco años. Seré el presidente de todos”, prometió. Y prometió “realizar nuestro proyecto de una Francia más independiente y más fuerte, para que los proyectos se realicen y para hacer de Francia una gran nación ecológica". Pero el mandatario reelecto demostró tener plena conciencia del malestar existente en la sociedad francesa. Admitió “la cólera y los desacuerdos” que llevaron a millones de franceses a votar por Reagrupación Nacional, la fuerza de ultraderecha de Marine Le Pen, que por primera vez superó el umbral de 40% de los votos. Macron llegó al escenario mientras sonaba la Oda a la Alegría de Beethoven, el himno de Europa. Macron caminó de la mano de su esposa Brigitte. El presidente eligió el himno europeo tras su victoria en 2017 y lo repitió ahora.
Macron prometió “una nueva era” en Francia que no será “una continuación de los cinco años que se cierran. Nadie se quedará atrás, tendremos que responder a la ira del país”, prometió el presidente reelecto, que dijo que esperaba que “podamos vivir más felices en Francia”. El presidente también llamó a la “invención colectiva de un nuevo método para cinco años mejores al servicio de nuestro país, de nuestros jóvenes”. Y subrayó: “la ira de quienes votaron a Le Pen debe ser abordada”.
En las anteriores elecciones de 2017, Macron y Le Pen también se midieron en segunda vuelta pero entonces el candidato de centro obtuvo 66,1% de los sufragios y la dirigente de extrema derecha quedó con menos de 35%. De todas formas, el 58% es un resultado más que bueno, y en condiciones normales la victoria de Macron en este ballottage se consideraría “aplastante”. En su discurso, el presidente reconoció que Francia atraviesa momentos “dolorosos” y “difíciles” en un período de “transformación”, y aseguró que su próximo mandato no será simplemente una “continuidad” del actual. “Tenemos mucho que hacer, la guerra en Ucrania está ahí para recordarnos que atravesamos tiempos trágicos en los que Francia debe mostrar la claridad de su voz y desarrollar su fuerza en todos los ámbitos”, dijo. Agradeció a quienes lo votaron solo para “bloquear” el eventual acceso de la extrema derecha al gobierno e incluso a los que se abstuvieron de votar, a cuyo “silencio” prometió “responder”.
Es que la abstención fue récord, del 28%, casi uno de cada tres votantes no votó. En la primera vuelta Macron logró imponerse a Le Pen con 27,8%, frente al 23,1%. Este exiguo resultado dio pie a que muchos analistas temieran o auguraran un ballottage muy ajustado, pero más bien ocurrió lo contrario. “Se confirmó el bloque republicano”, fue el primer análisis en caliente de los periodistas franceses al informarse las primeras proyecciones. Este “bloque” nació en las lejanas elecciones de 2002, cuando se unieron todos los partidos democráticos contra Jean-Marie Le Pen. En 2017 pasó algo similar, cuando Macron venció, también en el ballottage, a Marine Le Pen, por un holgado 30% de diferencia. Ahora el efecto “bloque republicano” existió nuevamente, pero claramente más atenuado. El presidente reelegido perdió 7,9 % en cinco años. No es una catástrofe, pero si hay una evolución considerable del voto extremista. Le Pen ha ganado terreno: hace cinco años solo consiguió el 33,90 % de los votos, ahora 41,5%.
Marine Le Pen reconoció rápidamente el resultado y pidió la unión de “todas las fuerzas que quieran hacer frente a Macron” y que “seré un contrapoder fuerte” contra el presidente reelecto. Agregó que seguirá con su “batalla”, de cara a las elecciones legislativas de junio: “Nunca abandonaré a los franceses”, declaró, dando por descontado que es y será la jefa de la oposición, y añadió que no alberga “ningún resentimiento ni rencor”, pese a su segunda derrota consecutiva ante el mismo adversario.
El populista de izquierda Jean-Luc Mélenchon, por su parte, señaló que Macron es “el presidente peor elegido de todos”. Melénchon sacó casi 22% en la primera vuelta del 10 de abril. Ese día pidió no darle “la voz a Marine Le Pen” pero no pidió votar a Macron. Su electorado, según estudios demoscópicos, se dividió ahora de esta forma: 33% habría votado a Macron y 16% a Marine Le Pen, pero un 51% no manifestó su intención de votar. Ahora, pasada la elección, Macron deberá recuperar la fe perdida de la sociedad francesa en sí misma. De otra manera, en 2027 Marine Le Pen podría vencer finalmente y ser la primera presidenta de Francia.