Los restos de Isabel II, la monarca más longeva del Reino Unido, salieron del castillo de Balmoral, en Escocia, donde falleció el jueves pasado a los 96 años, y recorrieron varias localidades hasta llegar a Edimburgo, en el inicio de un cortejo que permitirá a los británicos despedirse de su reina. En Edimburgo, el cortejo fúnebre congregó una enorme multitud que saludó con respeto el paso del ataúd de la reina Isabel II.
El féretro, colocado en un coche fúnebre Mercedes Benz negro y cubierto con el estandarte real —tres leones dorados para Inglaterra, un león rojo por Escocia y un arpa por Irlanda— y una corona de flores blanca, cruzó el portal del castillo minutos después de las 10 (6 en la Argentina).
Tal como estaba previsto, la comitiva de siete vehículos llegó unas seis horas más tarde al Palacio de Holyrood, en Edimburgo, tras recorrer 281 kilómetros en una ruta de abundante verde, con postas en las localidades de Aberdeenshire, Aberdeen, Angus y Tayside.
Los restos fueron recibidos en el palacio por los hijos de la reina fallecida, Ana, Andrés y Eduardo, mientras el flamante rey Carlos III permanecía en Londres y se esperaba que viaje hoy a Edimburgo.
Una guardia de honor de soldados escoceses trasladó el féretro al Salón del Trono del palacio, donde estaba programado que pasara la noche. El Palacio de Holyrood es la residencia oficial de los reyes en Escocia, una de las cuatro naciones del Reino Unido junto a Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.
A las puertas de Balmoral habían quedado cientos de ramos de rosas, lirios, cardos escoceses y girasoles, entre otras variedades, así como tarjetas y otras ofrendas, entre las que se destacaba un oso Paddington de peluche. Ese personaje es muy popular en la literatura infantil británica y alguien que lo personificaba compartió una taza de té con Isabel II como parte de las celebraciones televisadas en junio pasado, al conmemorarse los 70 años de su acceso al trono.
“Su majestad nos dio su vida y su tiempo de manera desinteresada; rendirle homenaje de una manera tradicional era una forma de agradecerle todo lo que hizo”, explicó en Balmoral Mark Lindley-Highfield, un profesor de 47 años de la ciudad de Inverness, vestido con un frac negro y sombrero de copa. En medio de un amplio despliegue de seguridad, a lo largo del camino se dispusieron vallas, a las que se acercaron miles de personas. Cerca de Edimburgo fue detenida una mujer porque portaba una bandera que reclamaba “Abolir la monarquía”, en una de las pocas notas discordantes con el recogimiento que predominó en todo el trayecto.
Poco antes, un grupo de ucranianos se acercó al paso del cortejo para depositar flores y “agradecer profundamente al Reino Unido, a la reina y a toda su familia” su “apoyo a Ucrania” ante la invasión que sufre por Rusia, explicó Viktoria Sayenko, oriunda de Jarkov.
Además del deceso de la reina y la proclamación de su hijo como el nuevo rey Carlos III, también captó la atención de la prensa la reaparición de los príncipes Guillermo y Enrique, al lado de sus esposas Catalina y Meghan. “Reunidos por la pena”, tituló el Sunday Telegraph, junto a una imagen de las dos parejas caminando juntos en Windsor, mientras el Sunday Times precisó que se necesitaron “largas negociaciones” entre Guillermo y Enrique para presenciar juntos ese momento mediático.
Los preparativos para recibir el féretro de Isabel II no cesaron en Escocia desde su deceso el jueves pasado, cuando veraneaba en Balmoral, su residencia privada.
En las inmediaciones de Holyroodhouse, los jardineros trabajaron para dejar todo listo antes de la llegada del cortejo, mientras un amplio perímetro cerraba los alrededores del palacio, donde no se permitía la concentración de visitantes para depositar flores. Sin embargo, algunos protocolos se rompían y los ciudadanos se acercaban a rendir homenajes. “Es muy loco poder vivir este momento histórico”, dijo Jake, de 22 años, sobre la muerte de la reina que conmocionó al mundo entero. El ataúd será trasladado hoy a la cercana catedral de Saint Giles, donde permanecerá hasta que mañana un avión lo transporte a Londres, acompañado por su hija, la princesa Ana.