Fue un triunfo en toda la línea y contra todos los pronósticos. El resultado electoral de Gran Bretaña del jueves fue tan contundente que dejó al primer ministro británico David Cameron en su cargo en forma directa, sin necesidad de negociar coaliciones y buscar socios en el Parlamento. En contraste, sus opositores laboristas se hundieron en una de sus peores crisis y su líder, Ed Miliband, debió renunciar. Con 331 escaños sobre un total de 650, el oficialismo conservador sacó una ventaja de casi 100 al laborismo, que logró apenas 232: una victoria que dejó muy mal parados no solo a los laboristas, sino que además contradijo en forma estridente a los sondeos y a los medios, que anticipaban un empate y un período de incertidumbre para saber quién gobernaría a Gran Bretaña. Nada de eso pasó, y ayer mismo Cameron quedó ratificado al frente del gobierno, incluso sin sus actuales socios liberal-demócratas, que sufrieron un tremendo retroceso. Todo fue tan rápido que Cameron visitó ayer a la reina Isabel, adelantando un ritual que habitualmente se hace una vez consolidada una mayoría negociada con los socios electorales.
Tono conciliador. Al anunciar en el despacho de Downing Street su nuevo gobierno con mayoría propia, Cameron usó un tono conciliador, en el que rindió tributo a su ahora ex socio de coalición, el liberal demócrata Nick Clegg, y al líder del Partido Laborista Ed Miliband. Ambos renunciaron ayer, con sus partidos sumidos en profundas crisis. "Podemos hacer de Gran Bretaña un ámbito en que tengan acceso a una buena vida todos quienes están dispuestos a trabajar y hacer lo correcto'', afirmó Cameron. Prometió contrarrestar el avance del nacionalismo escocés _el otro gran ganador de la jornada electoral_ otorgando más poderes a Escocia y Gales, y prometió que gobernará como el partido de "una nación, un Reino Unido''.
La categórica victoria le permitió a Cameron ratificar esta tarde a sus ministros de Economía (George Osborne), Interior (Theresa May), Defensa (Michael Fallon) y Asuntos Exteriores (Philip Hammond).
Pese a las críticas del laborismo y de gran parte de la prensa, la sociedad británica parece haber creído en la fórmula de Cameron para guiar a Gran Bretaña tal como viene haciendo desde 2010. Además, las caricaturas de un gobierno conservador que sólo piensa en los ricos choca con varias promesas de campaña de Cameron, como la doblar las horas libres para el cuidado de los hijos de los padres que trabajan y la de destinar un mínimo de 8.000 millones de libras extra anuales al servicio nacional de salud pública.
Crisis en el laborismo. El laborismo perdió mucho terreno, en buena medida por el empuje de los nacionalistas que lo barrieron en Escocia. El SNP escocés logró formar una bancada de 56 escaños, sobre 59 en disputa en Escocia. Hasta ahora, 47 de esas bancas eran del laborismo. "Lamento realmente no haber triunfado'', afirmó Miliband. "Nos hemos repuesto en el pasado y este partido volverá a hacerlo'', prometió. El líder laborista anunció su dimisión al frente del partido, un reclamo que desde la madrugada se multiplicaba en las redes sociales y en los portales online de los medios progresistas. Al irse, Miliband admitió que su partido tiene una gran responsabilidad por delante, y agradeció a todos los miembros de su formación por el "extraordinario trabajo realizado" en la campaña electoral.
Los que sí reaccionaron positivamente fueron los mercados. La libra esterlina, los bonos y las acciones se dispararon, luego de que se despejaron los temores a un resultado no concluyente, que hubiera obligado tal vez a Cameron a compartir el poder con su rival laborista. En cambio, Cameron se reunió con la reina Isabel II en el Palacio de Buckingham para aceptar mandato para formar el primer gobierno conservador sin aliados desde la victoria de John Major en 1992.
Incógnitas.Los críticos de los conservadores, heridos por la inesperada victoria de Cameron y su partido, se consolaban ayer señalando las incertidumbres que esperan al renovado mandatario. "Pese al resultado inesperadamente contundente, existe mayor incertidumbre sobre si el Reino Unido permanecerá en la Unión Europea e incluso si se mantendrá la unidad del país", señalaba una agencia de noticias europea. Entre esos focos de incertidumbre se anotan dos: los nacionalistas arrasaron en Escocia, lo que pone en duda el futuro de la nación misma, y en segundo lugar Cameron reiteró su promesa de realizar un referendo sobre la permanencia en la UE. La victoria de Cameron implica que el Reino Unido convacará a referendo para fines de 2017, como ha prometido, para preguntar si la nación continúa formando parte de la Unión Europea. El primer ministro dice que él quiere permanecer en el bloque, pero sólo si puede renegociar la relación con Bruselas. Un portavoz europeo dijo que se revisaría cualquier propuesta británica "de forma cortés, amistosa y objetiva".
Escocia. En Escocia, la victoria extraordinaria de los nacionalistas del Partido Nacional Escocés (SNP) volvió a plantear la cuestión de una división del reino. Cameron tomó un tono conciliador hacia Escocia, la que seguramente le dará su primer dolor de cabeza, prometiendo una mayor devolución de poderes. Alex Salmond, ex líder del SNP, elegido para representarlo en el Parlamento en Londres, calificó a la victoria de su partido como "un tsunami electoral de escala gigante. Va a ser imposible ignorar al SNP y va a ser muy difícil detenerlo", afirmó amenazante. Salmond debió renunciar el año pasado, cuando el referendo convocado resultó favorable a la unión.
Ahora, el SNP logró nada menos que 56 bancas sobre 59 que tiene Escocia en el Parlamento británico. El SNP dañó doblemente al laborismo: por un lado le quitó 47 bancas en forma directa; por otro, las versiones de una alianza externa en caso de que gobernara en minoría el laborismo pueden haber asustado a muchos electores ingleses.