Ahora, Di Pietro presenta -este viernes a las 19.30 en el ECU (San Martín al 700)- el segundo tomo de esa investigación en el que desmenuza el período conocido como “los años Say No More”, entre 1994 y 2008. Una época compleja para el artista del bigote bicolor, en la que atravesó varias y serias tempestades, “la debacle”, dirá Di Pietro. El esfuerzo desesperado de un prócer del rock que no se quería jubilar a los 45 años y que le imprimió a su música un giro difícil de asimilar para sus fans de primera hora; el fanatismo de García por Inodoro Pereyra que lo llevó a citar en una canción una frase del inolvidable personaje de Fontanarrosa; el acoso mediático; los escándalos. “Kill Gil”, su maldito disco. Todo eso y más en apenas 15 años. En diálogo con La Capital, Di Pietro contó cómo abordó semejante torbellino y reivindicó al protagonista de esas historias: "Charly García es un maestro en hacer aquello que todo el mundo no espera que haga”.
Había empezado a escribir en una revista de Buenos Aires unos informes de recitales históricos referidos a Charly, principalmente, pero a otros artistas también. Entonces salieron un par de notas sobre Serú Girán en Obras y el Festival del Amor. Eran como entidades autónomas las notas referidas a esos shows. Esos artículos fueron leídos por el director de Gourmet Editorial, quien hizo la propuesta. Pero yo también venía documentándome sobre Charly García desde el año 86 u 87. Se juntaron dos voluntades. El interés de la editorial por expandir esa idea que había iniciado con notas sueltas. Abarcar toda la carrera de Charly y mi interés permanente, desde que tengo consciencia, en el músico. Al mismo tiempo, había visto un libro japonés que se llamaba “Listen to Miles” (“Escuchar a Miles”). Era una guía sobre las grabaciones piratas del Mails Davis, un manual para que el tipo que quisiera escuchar ese material de Davis no muriera en el intento y supiera por dónde ir, qué había en cada grabación, cómo se escuchaban las grabaciones. Mi idea era hacer una guía sobre grabaciones piratas de Charly García. De algún modo, ese objetivo se cumplió porque el libro puede funcionar de ese modo también. La idea después terminó yendo para otro lado y terminó siendo lo que es. Se puede usar como una guía de orientación para saber qué escuchar de sus grabaciones piratas. También puede funcionar como una biografía de Charly.
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García en su etapa más radical. El libro de Di Pietro aborda la época que arranca con "La hija de la lágrima" y termina con la crisis y la internación de 2008.
Este segundo volumen se enfoca en la época de García que ya quedó instituida como “los años Say No More”. ¿Cómo definirías esa casi década y media?
Ese período de García lo sitúo desde enero de 1994 hasta mayo de 2008, que es la debacle de Mendoza, cuando termina internado y aparece Palito Ortega. El libro llega hasta ahí. Para mí, es donde termina el período “Say No More”. No sé bien cómo definir esa época. Utilicé casi 700 páginas para intentar definirlo y creo que no lo logré. Es una entidad imposible definir “Say No More” o el “concepto constante”. Son todos nombres que Charly sacó a la cancha como para explicar su nueva realidad o su nueva música. Entre otras cosas, es el intento de Charly de no jubilarse a los 43 años que es la edad que tenía cuando empezó a hacer “La hija de la lágrima”. Es un intento casi desesperado por no llegar al bronce en ese momento, que era lo que quería todo el mundo. Lo querían canonizar, hacer una estatua y dejarlo inmortalizado en ese momento. En esa época había editado “Filosofía barata y zapatos de goma”, había reunido a Serú Girán y había provocado una catástrofe prácticamente. Ya nadie quería más nada nuevo de Charly porque se querían quedar con esa imagen estática ahí. “No sigas haciendo nada nuevo porque vas a cagar tu prestigio”, era la idea que estaba en ese momento porque ya se venía el derrape. Charly no sólo no hizo caso a ese mandato que es de la industria del mundo del espectáculo, de la sociedad en general, sino que se dedicó a hacer una cosa completamente nueva para su carrera. De alguna manera, teniendo todo para perder, lo apostó todo y prácticamente lo perdió todo, pero renació casi de esas cenizas. “La hija de la lágrima” y “Say No More” fueron presentados con recitales que se suspendieron en el Teatro Opera. El famoso episodio de “Drogas sin sol” en Villa Gesell. Es decir, es una debacle que lo conduce a tocar durante un año y medio en lugares para 40 personas. En ese momento Charly vuelve al underground. Y de ahí renace con la popularización de los brazaletes, el concepto “Say No More”, el “constant concept”. Es un constante renacer y una actitud completamente dilapidadora de su propio prestigio. En esos años cíclicamente renace y al mismo tiempo vuelve a boicotear su propia carrera.
Paradójicamente, en esos años se produce una renovación de público que ningún músico de su generación logró de esa forma tan marcada. ¿Por qué pudo ocurrir eso?
El público adolescente ve en ese momento un artista completamente visceral y honesto. Ve a un artista que lo deja todo en el escenario. Son las cosas que tal vez un adolescente valora. A lo mejor serían cosas que verían en La Renga, Los Piojos, en los grupos que estaban ese momento. Eran pibes que en ese momento deberían haber estado en los shows de Babasónicos, pero encontraban esa cosa visceral en los shows de Charly. No le pasó a ningún músico de su generación. Además, veían a alguien que se mostraba tal cual era Charly en ese momento. No mostraba diferencias entre su vida debajo o arriba del escenario. En eso, era el más honesto de todos.
¿Qué fue lo que más te sorprendió de esa época de García?
Todo lo que ocurrió durante esos años fue sorprendente. Lo que pasó es que en ese momento lo naturalizamos. O sea, naturalizamos que el músico más importante y popular de la Argentina viviese en las condiciones en que vivía. Las famosas imágenes de su departamento hecho mierda, todo grafiteado, viviendo casi como un indigente. Eso estaba en la televisión abierta fuera del horario de protección del menor. Naturalizamos el cuerpo de Charly que se iba degradando poco a poco. Cada nueva aparición le faltaban más dientes. Veíamos en tiempo real la transformación de Charly. Si consideramos que en 1983 fue un escándalo nacional el cuerpo de Charly García porque se bajó los pantalones y no hay imágenes de ese momento. Fue un escándalo y no existen fotos de ese momento. Sabemos que se bajó los pantalones porque lo denunciaron y fue detenido, pero no sabemos cómo fue. Poco menos de 20 años más tarde vimos casi la descomposición de Charly García televisada por los canales abiertos y la sociedad argentina lo naturalizó rápidamente. No hubo un escándalo, no hubo un debate sobre cómo estaba Charly. Y al mismo tiempo el salto del noveno piso. Ese acto casi suicida salió por televisión casi en directo. Es increíble todas las cosas que incorporamos de él que son absolutamente disruptivas y provocan una extrañeza total.
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Charly García cumplió 70 años y a pesar de todo demostró "que es un hombre conectado con la música", dice Di PIetro.
¿Qué fue lo que precedió o motivó a ese salto del noveno piso?
El motivo real lo sabe Charly García. El manifestó que lo hizo para demostrarle a la policía de Mendoza que lo detuvo un día antes que no somos todos iguales. Cuando lo arrestaron, los uniformados le decían que todos somos iguales ante la ley, lo tenemos que llevar detenido. Lo llevaron a la comisaría, le tomaron declaración y hasta le hicieron tocar el pianito, le ensuciaron los dedos Y García para demostrarles que éramos todos iguales, se tiró de un noveno piso a una pileta semi vacía, y salió vivo. Fue como un mensaje al gobierno de la Alianza recién estrenado, que lo había contratado para tocar en Mendoza. García se presentó en el ciclo “Argentina en vivo”, un programa de recitales organizado por Darío Lopérfido en diversas provincias durante el verano. De la Rúa asumió en diciembre de 1999 y esto ocurrió en marzo del 2000. De algún modo, Charly García le selló la suerte al gobierno de la Alianza. Te llevaste mal con Charly García en este país, fuiste (Risas).
¿Qué fue lo más difícil o arduo para trabajar en este segundo volumen de la investigación?
Lo más arduo fue tratar de descular de dónde venían todas las referencias a las que aludía Charly García. En algún momento me di cuenta que todo lo que decía eran referencias a películas, canciones ajenas, a libros. Por ejemplo, slogans como “Mi capricho es ley”, que viene de Oscar Wilde. De donde viene el brazalete. En todas las situaciones en que podía parecer que el tipo decía cosas sin sentido, me di cuenta que Charly estaba siempre citando algo. Entonces, traté de averiguar el origen de todas esas menciones. Eso fue lo más arduo. Y lo más complicado fue una cita a Inodoro Pereyra que aparece en la canción “El amor espera” del disco “Influencia”. Hay un verso que es una alusión literal a Inodoro Pereyra. Es una cosa increíble. Charly es un gran fanático de Inodoro Pereyra. Cada vez que viajaba compraba todas las historietas para leer en el avión. Creo que en coincidencia con la enfermedad de Fontanarrosa, que dejaba de publicar el personaje en la revista Viva de Clarín, Charly empieza a reclamar que vuelva Inodoro a la revista. Eso lo hizo en medio de un recital en el Anfiteatro. Con esos antecedentes, yo tenía la intuición de que había un verso que era una cita de Pereyra y lo encontré. Compré toda la colección y empecé a leer. “Me hago el muerto para ver quién me llora” es la cita.
Hay gente que cree que este período de García es como una mancha negra en su obra. ¿Vos qué pensás?
Para mí es un milagro musical lo que vivimos. Fue una cosa extraordinaria. Esa gente que cree que fue una mancha negra, quizás esperaba tener otro “Clics modernos”, otro “Parte de la religión”. Esos discos ya están hechos. ¿Por qué se le demanda a un artista algo que ya hizo?. Charly García nos entregó 14 años de música absolutamente nueva, que no tenía relación ni con su propia obra pasada. Eso me parece maravillo. El que quiera escuchar “Clics…” que lo escuche. Pero pretender que un tipo en los años 90 o en los primeros años del nuevo siglo hiciera lo mismo que en los años 80, es una demanda un poco cruel. Me parece una genialidad lo que hizo Charly, te gustara o no. Entregó algo nuevo, una música que parece casi de otro artista.
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Sobreviviente. Charly García se tiró a la pileta desde un noveno. Fue en marzo de 2000. Otro mojón en "los años Say No More".
También se ha dicho que García no estaba en condiciones de hacer la música que tenía en su cabeza…
Pero quién puede afirmar que Charly no estaba en condiciones de dar ese salto al vacío estético?. Esa discusión la podemos tener hoy mismo con la actualidad de Charly. Hizo lo que hizo, lo valoro muchísimo. Si me piden rescatar de un incendio diez discos de Charly, “La hija de la lágrima” y “Say No More”, los elijo seguro.
¿Qué pensás de Kill Gil, una especie de obra maldita con la que García tuvo muchas dificultades e incluso peleas con su hijo?
La trama que rodeó a ese disco es como una novela policial. En el libro está relatado cómo fueron los hechos. Para mí es un discazo. Me gustó más el que se filtró en internet en el 2007 que el que se publicó en 2010. En ese momento, se editó con un DVD, le alteraron el sonido, le sacaron un tema, lo intervinieron demasiado en relación a lo que circulaba de manera pirata en 2007. A mí me encanta y es el trabajo que cierra el período “Say No More”. Es un disco maldito, está descatalogado y no está en plataformas digitales como Spotify. Además, hay una versión de “Kill Gil” que nunca se publicó porque se la llevó el ingeniero con el que trabaja Charly y Charly lo grabó de nuevo. O sea hay una versión de “Kill Gil” que nunca escuchamos. Y quienes tuvieron la suerte aseguran que esa es la versión polenta o la posta del disco. Hay una cantidad de enredos en la grabación de ese disco que parece una novela policial.
Después de semejante trayectoria, ¿cuál te parece que es el mejor Charly?
El verdadero Charly son todos. En todos está él. Es la evolución natural de una persona. El Charly de “Say No More” ya estaba en el escenario del Luna Park en el “Adiós Sui Géneris”. Yo lo veo de ese modo. Con un tipo que se baja los pantalones una semana antes de la asunción de Alfonsín, o sea que despide a la dictadura de ese modo, todo lo que vino después parece lógico. El salto del noveno piso. Los supuestos escándalos, el poder de conmocionar a la sociedad argentina con o sin la música. García tiene esa extraña influencia, como dice en la canción. Si bien se lo observa, es lógico que Charly esté de la manera que está en este momento. Igualmente veo a un tipo todavía conectado con la música. Aparentemente para fin de año o en la primera mitad del próximo sacará un disco nuevo. Es milagroso que le hayamos festejado los 70 años a Charly García. Desde 1985 todo el mundo se está preparando para despedirlo. En ese año, el periodista Carlos Polimeni advirtió en una nota que si Charly García seguía así se iba a morir. Eso fue luego del festival Rock and Pop, el último show con GIT y Fito Páez que fue un escándalo. Estamos en el año 2021 y ya no existen más ni Gustavo Cerati, ni Prince, ni Luis Alberto Spinetta. Estamos viviendo un milagro. ¿Quién iba a esperar este presente? Todavía estamos esperando nueva música de Charly. Hablar sobre cómo vemos a Charly o si debe seguir cantando, es una soberana estupidez. Eso hizo la prensa hace un montón de tiempo. Maltrataron a Serú Girán. “Clics Modernos” fue muy mal recibido. Charly es un maestro en hacer aquello que el público, la prensa y el mundo en general no espera que haga. Es un gran artista y los grandes hacen eso. Son repeticiones cíclicas de cosas que ya pasaron en su carrera. Se debate sobre Charly como se debatía sobre Maradona: ¿qué hacemos, lo dejamos seguir viviendo o hay que sacrificarlo? Porque no puede ser que esté en este estado. Queremos guardarlo como en “Parte de la religión”. Ese es un problema de la gente.