La Escuela Técnica Naval Nº 697 tiene un rico origen sindical no reconocido por la historia oficial. Nació en la sede donde se reunían a principio de los años 60 los conductores navales. Lo cuenta el propio precursor de esta institución en Rosario, Ricardo Martínez.
Hace poco la Técnica de Buenos Aires y Virasoro fue noticia cuando se confirmó que el título que ofrece a sus graduados no los habilita para embarcarse, además de una serie de tristes condiciones edilicias y administrativas que no aseguran a los estudiantes una educación de calidad. El año pasado festejó los 50 años de su creación, sin embargo esta historia comienza antes.
Ricardo Martínez tiene 84 años y una memoria para envidiar. Llega a la charla con La Capital preparado con documentos y notas que avalan su repaso sobre cómo se originó esta escuela. "Me sorprendió haber escuchado en una entrevista que les pregunten a las autoridades cómo se creó la Naval y que respondan que es de origen desconocido", comenta sobre qué lo movió a compartir esta parte del pasado no reconocida, además de la serie de publicaciones de este medio sobre la situación actual de la técnica provincial.
A los 16 años, Martínez viaja de su Arteaga natal a Buenos Aires a la escuela de la Marina de Guerra, de donde egresó con el título de conductor de máquina a vapor. "Pero era un título que para esa altura mucho no me servía porque los barcos a vapor habían empezado a desaparecer. Me vengo a Rosario y me doy cuenta de que con ese título tenía muy pocas posibilidades de navegar", cuenta acerca de cómo se le presentaba el panorama laboral para 1954. Una situación que se replicaba en quienes trabajaban en el puerto de Rosario, que tenían una débil habilitación para desempeñarse. "Faltaba esa titulación acorde a las nuevas demandas y empezaban a aparecer barcos de mayor potencia, nuevos, modernos...".
Regresa a Buenos Aires a actualizar su formación en la Escuela "Benito Pérez Galdós", donde obtiene el título de conductor naval, que respondía a un plan de estudio de cuatro años y lo habilitaba a rendir como oficial de ultramar. Destaca que en Rosario para fines de los años 50 y principios de los 60 solía haber barcos varados por falta de personal con este título habilitante, lo que demandaba convocar a trabajadores de Buenos Aires.
Escuela en marcha
Martínez decide con sus compañeros de trabajo que la fundación de una Escuela de Conductores Navales en Rosario era una necesidad. No demora entonces en conseguir los programas de estudio porteños que tenían aprobación oficial y luego el apoyo de la Prefectura Naval Argentina. Para ese entonces deja de funcionar en Rosario lo que fuera la Escuela de Aprendices del Ministerio de Obras Públicas (en la zona de 27 de Febrero y el río). Los profesores que se habían desempeñado en esta institución son sumados a la Escuela de Conductores Navales que crecía en la ciudad. "Todos tenían títulos habilitantes para enseñar", destaca Martínez.
Hacia 1964 "teníamos todo pero nos faltaba la habilitación nacional o provincial", dice sobre el visto bueno oficial que aún estaba pendiente. Ingresan el pedido a la Nación. Mientras tanto, un amigo lo acerca hasta el gobernador de Santa Fe, Aldo Tessio (gobernó entre 1963 y 1966), quien se entusiasma con la idea de "contar para la provincia con la primera escuela marítima que no estaría en Buenos Aires". Era una oportunidad para los trabajadores locales que no podían navegar ni embarcarse por falta de esta titulación. "Será un orgullo que sea la primera escuela de Santa Fe", dice Martínez que respondió Tessio al valorar la propuesta que le acercaban.
El plan de estudio también era de cuatro años y otorgaba el título de conductor de máquinas navales. Mientras recorrían la tramitación oficial, Martínez cuenta que la escuela ya funcionaba en el ex edificio de la AMA (Asociación Marítima Argentina) donde también estaba el Sindicato de Conductores Navales, ubicado en San Lorenzo 780: "Un edificio enorme, que tenía un teatro y muchas oficinas. Ahí se fueron haciendo las aulas, para las que compramos pizarrones. No había alumnos jovencitos, el menor debe haber tenido entre 25 y 30 años. Había hasta de 40 años".
En junio de 1966 se produce el golpe de Estado de Onganía. Martínez pensaba que estaba todo perdido, pero recibe un llamado de la gobernación de Santa Fe por la nota presentada donde solicitaba la creación de la Escuela Naval. El Ministerio da la aprobación y la Marina de Guerra manda dos oficiales, que revisan los programas y anticipan que van a recomendar que se apruebe la escuela, además de que reconocerían los títulos habilitantes, y que asistirían todos los años a fiscalizar los exámenes. "Eso sí, me aclaran: «Usted va a ser investigado»", dice Martínez que le advirtieron.
Para 1966 la escuela logra la aprobación del Ministerio y de la Marina. "El cuerpo de profesores era el responsable de la formación, pero cuando llegaba a fin de año, la Marina presenciaba un examen general. Sellaban que estaba todo bien, con ese título se iban a Buenos Aires y volvían con la libreta de embarque y su título correspondiente", resume.
"La escuela tiene un origen sindical, la dirigencia fue la que la gestionó", resalta Ricardo Martínez para que no se olvide cómo nació esta institución educativa. Y si bien considera que en sus orígenes cumplió con la meta de otorgar títulos para favorecer la inserción laboral de los trabajadores fluviales, hoy debería revisarse esa titulación para adaptarla a las nuevas necesidades y legislaciones.
Pero una escuela de origen sindical, a la que "para evitar problemas ni siquiera le pusimos un nombre —dice Martínez—, y solo se conocía como Escuela de Conductores Navales", que además funcionaba en un espacio propio del sindicato de los trabajadores marítimos, no era muy bien vista para ese entonces. Ante las objeciones, en 1966 fue trasladada a la Estación Fluvial, de allí a otro edificio detrás de Canal 5 y más tarde adonde había funcionado la Escuela de Aprendices, en la zona de 27 de Febrero y el río, donde permaneció hasta 2007 cuando fue mudada al actual edificio alquilado de Buenos Aires y Virasoro.
Más sobre la historia de una institución pionera
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Copias de las actas del Sindicato de Marítimos donde funcionó la Naval.
Ricardo Martínez muestra una serie de documentos, copias de las actas del sindicato de marítimos que fundó la Escuela Naval. Entre otros datos, se lee el registro de actividades en torno a la creación de la Naval, como la constancia de que "empieza a funcionar el día 26 de abril (1964), en el local de los gremios marítimos, sito en la calle San Lorenzo 780". El dato se registra en el acta Nº 24 del 28 de marzo de 1965. En el orden del día se puede leer: "1º. La elección de un presidente y secretario de acta a los efectos de presidir la asamblea; 2º Informe de la comisión central; 3º Informe de la Escuela", donde se dan detalles de las acciones emprendidas para garantizar su funcionamiento.
Para llegar a esta escuela, Martínez también comparte parte de su historia personal y las razones que lo llevaron a elegir la Marina de Guerra. La pregunta lo remonta a su infancia, cuando tenía apenas 9 años y vivía en Arteaga, en el seno de una familia de clase media. "Mi padre era comerciante, un español que llegó en 1912. Sus clientes eran todos chacareros que le pagaban al finalizar la cosecha, cuando la vendían. El les entregaba durante el año la mercadería y ellos pagaban al final de la cosecha. En la Segunda Guerra Mundial le hunden dos barcos a la Argentina, el Pampa y el Maipú. Se suspende la exportación, lo que provoca que los chacareros no puedan vender sus productos, y eso implica que no le pueden pagar a mi padre, y al no cobrar no le puede pagar a los proveedores. Eso le provocó un infarto y se murió a los 52 años". Con esa tremenda historia Ricardo Martínez llega a Rosario con su madre y hermanos. "Tenía 9 años y había que sobrevivir. Estudié y trabajé de todo. A los 15 años me entero de que la Marina de Guerra reclutaba gente, y a los 16 me fui sin decirle nada a mi mamá. Se enteró por mi hermana", revive cómo llegó a hacer su carrera.