La construcción de escuelas y los cambios legislativos en la enseñanza son para la pedagoga y diputada nacional Adriana Puiggrós parte de las transformaciones realizadas en los últimos años y que marcan un quiebre con el "neoliberalismo educativo" de los 90. Un párrafo aparte le dedica a la Asignación Universal por Hijo (AUH), a la que define como "el gran festejo educativo del Bicentenario".
Presidenta de la Comisión de Educación de Diputados y ex ministra de Educación bonaerense, Adriana Puiggrós presentará el próximo lunes el libro "La tremenda sugestión de pensar que no es posible. Luchas por una democracia educativa (1995-2010)". Desde el título, elige colocarse en la vereda de enfrente de los discursos pesimistas acerca de lo que ocurre en la enseñanza argentina.
—¿En dónde radica el "pensar que no es posible" en educación?
—En el libro hago una recorrida por la política educativa argentina desde mediados de los 90 hasta hoy. Luego hay una larga conclusión prospectiva contraria a pensar que no es posible, a la negatividad, al cuanto peor mejor, que son posturas que crean la sugestión de un país que no puede salir adelante. Sin embargo, cuando uno recorre lo que pasó estos últimos años lo que ve es que se ha avanzado en muchas cosas.
—Es una mirada opuesta a la de la crisis o la tragedia educativa...
—Bueno, "La tragedia educativa" es el título de un libro de Jaim Echeverry, un escritor que está en otra postura, más conservadora.
—¿Qué hechos marcan estos avances?
—Para empezar, las leyes. El cambio legislativo de los últimos años plantea un escenario jurídico distinto, que coloca al Estado en un lugar central y le otorga una responsabilidad importante. La de educación nacional es una ley laica que claramente es reconstructora del sistema, acompañada por la de enseñanza técnica y la de financiamiento. Las tres son un cuerpo que cambian el escenario educativo. Otro hecho es el de la construcción y reparación de escuelas. No se hacía un plan de semejante magnitud desde la época de Perón. Y el tercero, que es el más importante, es la asignación universal por hijo.
—¿Cómo evalúa su impacto en materia educativa?
—La asignación por hijo es el gran festejo educativo del Bicentenario. Porque con este plan se está llevando a la escuela a los sectores a los que que nunca, en ningún otro momento de la historia argentina, habían llegado. Ahora están entrando a las aulas chicos que son NN, que no habían ido nunca.
—¿Sigue pensando, como lo planeó en algún momento, que "la escuela latinoamericana ya no es neoliberal"?
—No digo que toda la escuela latinoamericana haya dejado de ser neoliberal, pero empezaron ciertos cambios de gobierno que hacían ver eso. Pero si hay un ejemplo de neoliberalismo es Chile, que no consigue salir de este modelo, o Colombia, que ni siquiera lo intenta. De hecho el presidente colombiano (Alvaro) Uribe dice con todas las letras que la Universidad es pertinente si responde al mercado.
—¿En dónde se evidencia lo que se llama neoliberalismo de tercera generación?
—La Argentina tiene que tener una política soberana en materia de educación en Unasur y el Mercosur. También plantear una vinculación distinta con los organismos internacionales de financiamiento. Y en lo que tiene que ver con investigación y docencia, tiene que plantarse fuertemente sobre las formas de evaluación que le imponen. Es decir, va desde el planteo más general al más específico que llega a la planilla que tiene que llevar cien veces un científico, y termina siendo una investigación orientada por las grandes líneas internacionales de los bancos de crédito, en lugar de ser orientadas por el Estado nacional y las provincias.