Felipe Pigna recuerda patente el día de la muerte del Che. Tenía 8 años y vivía en el barrio Cerro de las Rosas (Córdoba), cuando su madre entró llorando a la casa y le contó la triste noticia. "Era una cosa muy común de la clase media —cuenta el historiador—, mi vieja no era militante de izquierda ni mucho menos, pero le conmovió mucho la muerte de este «muchacho argentino». Por lo menos en mis recuerdos, fue muy fuerte en la sociedad la congoja con la muerte del Che".
En tiempos de maniqueísmo la figura del Che desata pasiones. Para Pigna, la interpelación desde el presente a Guevara es injusta, "porque se hace 50 años después como si lo estuviéramos viendo con los ojos de este momento tan blanquinegrista y de corrimiento tan a la derecha del mundo". De todas maneras, advierte que eso no impide reconocer los errores del Che en su última campaña por Bolivia, donde "más allá de todo su heroísmo y de ser altamente humanista, hay un problema de desconexión de la guerrilla con las bases". Y explica: "Si bien la idea original de él era comenzar el foco cerca de Cochabamba, zona minera por excelencia y con presencia de la Central Obrera Boliviana, son descubiertos los planes muy tempranamente y el ejército boliviano y los rangers le cortan el paso. Y ahí lo que queda es una guerrilla aislada sin ningún contacto, que se dedica a sobrevivir y a huir de la persecución de 600 efectivos militares y la CIA".
Felipe Pigna es historiador y escritor de biografías como las de San Martín, Belgrano y Mariano Moreno, además de la colección sobre los Mitos de la historia argentina. Pero además ejerció la docencia durante 25 años y es el autor de textos y materiales pensados para acercar a los chicos y jóvenes a la historia. En diálogo con La Capital no duda en afirmar que la figura del Che puede ser llevada a las aulas: "Es un personaje histórico que a los chicos aparte les llama la atención, que está en la cultura popular, en remeras, pósters, calcomanías. Los pibes preguntan quién es ese personaje. Aunque es alguien que queda lejano a su vida, a diferencia de los que eran chicos en los 80. Saben que es un tipo muy querido por la juventud de aquel momento, tomado como símbolo. Entonces ahí vienen las preguntas de quién fue. Además su carácter de argentino le da un interés muy particular".
—Si viene un adolescente y te pregunta por el Che, ¿por dónde arrancás?
—Arranco por el principio, porque si lo hago por el final no se entiende y resulta bastante incomprensible. Arrancar por el principio es contarles que era un tipo muy aventurero, muy lector, muy quijote, de esa onda romántica, que luego después de todo un recorrido y una trayectoria participa de la Revolución Cubana y después se siente incómodo con la burocracia del poder y decide intentar la revolución en África y luego en América latina, sin suerte en ambos casos. Lo curioso es que su despegue como mito y emblema popular es en el Mayo Francés (1968), pocos meses después de su muerte. Y es curioso porque en definitiva es la figura de un derrotado. Derrotado en términos prácticos pero victorioso en lo simbólico.
—¿Creés que es un tema "incómodo", como lo es aún el 24 de Marzo?
—Sí, pero esas críticas tienen que ver con gente que no entiende nada de educación. La crítica de los que se oponen a dar al Che en el aula presuponen que lo vas a adoctrinar al chico y le vas a dar una lección de marxismo. Eso es una pelotudez que no tiene ningún sentido. Estás hablando de un personaje histórico, por lo tanto lo tratarás con la seriedad que corresponde. Pero para ciertas mentalidades, la escuela parece un lugar sacrosanto, donde no se puede hablar prácticamente de nada que no sea de triángulo y álgebra. Ahí está la ignorancia sobre lo que es una escuela en 2017, y desde hace rato, y cómo se tratan los temas de historia contemporánea hacen que la gente presuponga que si hablás de los 70 o hablás del Che estás haciendo una clase de adoctrinamiento, cuando no tiene nada que ver con eso. Entonces surge la pregunta de cómo se va a hablar de política en el aula. Y en el aula se habla de política porque el aula es parte de la realidad. El joven es un tipo absolutamente interesado cada vez más por la realidad porque lo afecta cotidianamente. Por lo tanto pregunta, quiere saber y está muy presente la política en el aula. Lo que no tiene nada de malo, al contrario, es altamente saludable. El tema era cuando no había política en las aulas.
—En todo caso queda en el docente saber canalizar esa inquietud
—Por supuesto, ahí hay una responsabilidad. No se puede generalizar y decir que cada vez que se habla de ciertos temas se adoctrina a los chicos. Eso es una cosa ridícula. Y digamos que esa crítica lamentablemente no es la misma ni tiene el mismo rigor cuando se repiten los cánones de la historia oficial. Repetir la historia mitrista es una forma de adoctrinar evidente y mentirosa. En cambio no saltan las voces escandalizadas diciendo: "Ché, están contando la historia de Mitre, están contando una mentira sobre la Guerra del Paraguay". No salen con la misma fuerza y esas voces no se escuchan.
—¿Hay algún texto, carta o frase de Che que te conmueva más?
—Sin dudas la carta a sus hijos me parece impresionante. Cuando dice que sean capaces de conmoverse por cualquier injusticia que se cometa en cualquier parte del mundo. O cuando dice que hay que endurecerse sin perder jamás la ternura. Son dos frases alucinantes.
Carta del Che a sus hijos