Las reseñas de cine cuentan que Juan Antín invirtió catorce años de su vida a la tarea de investigar y documentarse para el filme Pachamama, la película animada ambientada en un pueblo andino precolonial disponible desde este año en Netflix.
Las reseñas de cine cuentan que Juan Antín invirtió catorce años de su vida a la tarea de investigar y documentarse para el filme Pachamama, la película animada ambientada en un pueblo andino precolonial disponible desde este año en Netflix.
El filme del realizador y guionista argentino —quien en 2002 hizo Mercano, el marciano— dura 72 minutos y es protagonizada por Tepulpaï, un inquieto y un poco rebelde niño que sueña con ser chamán de su aldea y volar con el gran cóndor.
La película de Antín parece un gran lienzo pintado con acuarelas. Es como ver un telar andino, donde las distintas tonalidades deslumbran con furia. Los paisajes, las plantas, los animales y las personas son un deleite visual. Basta ver la escena inicial, donde el pequeño Tepulpaï corre por los campos agitando una pluma negra para maravillarse de los colores que el director supo imprimirle a la película, estrenada mundialmente a fines de 2018.
El joven protagonista tiene de fiel mascota a un quirquincho curioso y en sus aventuras cuenta con la complicidad de su buena amiga Naïra y su llamita. Juntos emprenden una arriesgada empresa de tratar de recuperar un huaca de oro sagrado confiscado por un cruel señor, justo en medio de las ceremonias de la Pachamama.
Así, los pequeños protagonistas de la historia, a punto de ser nombrados "grandes", emprenderán viaje hacia la ciudad sagrada de Cuzco, donde se toparán con peligros que los unirán más y más.
Rebeldías
Juan Antín es hijo del novelista, dramaturgo, poeta y cineasta Manuel Antín, director entre otros filmes de La cifra impar y Don Segundo Sombra. "La animación fue mi cuota de rebeldía. Viví mi infancia entre las películas de mi padre y los decorados que mi mamá hacía para sus filmes. Así que cundo fui un poco más grande empecé a buscar algo más personal. Me gustaba mucho la historieta, el dibujo, la ciencia ficción, trabajar con computadoras, la música y la animación juntaba todo esto. Pero no estoy encasillado en la animación. Cada proyecto tiene su mejor manera de ser contado", reveló el creador y guionista de Pachamama en una reciente entrevista.
Allí también contó que el plan original era contar la historia de los pequeños en el contexto andino con muñecos, en stop motion. Pero por cuestiones de costos y producción decidió sumar a la producción a un estudio de Francia y virar la técnica al 3D. "Nos basamos en las vasijas, en los motivos textiles del arte precolombino, formas muy geométricas. Una perspectiva no realista, más plana, para los indígenas que contrasta con el estilo utilizado para los conquistadores, para los que preferí basarme en el arte del Renacimiento, la pintura de la época en la Europa de la que venían", contó Antín.
Una historia universal
Si bien Pachamama es una historia enraizada en la tradición andina precolombina, sus temas son universales. Porque el viaje de Tepulpaï y Naïra está atravesado por la amistad, el valor, las enseñanzas y el respeto a los mayores y a la memoria de los pueblos. "Soy de los que creen —dijo Antín— que cuando cuentas de manera auténtica una historia local, esa historia habla de manera universal. Porque las mismas cosas se repiten en todas las culturas. La ayuda de Netflix fue increíble porque estrenar en cines de manera independiente es un proceso muy difícil y muy largo. Netflix está dando oportunidades a autores independientes. Es una revolución. Pero hay otros ejemplos como Coco, de Pixar, la película que demostró que se pueden contar películas latinoamericanas con raíces autóctonas y llegar al público internacional. Coco abrió una puerta a las historias latinoamericanas y Pachamama se benefició de ese concepto".