¿Dónde escuchaste hablar por primera vez de dictadura? Ante esta pregunta, seis de cada 10 chicos y chicas respondieron que en la escuela. El dato surge de una investigación impulsada por la cartera educativa nacional en 2015, dirigida a estudiantes del último año de secundaria de 37 localidades del país. Las conclusiones del relevamiento son reveladoras: la institución que asume con mayor responsabilidad la transmisión del pasado reciente y la construcción de la memoria colectiva es la escuela. Con el compromiso de fortalecer esta tarea, el Ministerio de Educación de la provincia presentó los Cuadernos Memoriosos. Una publicación nacida del Programa Nacional Educación y Memoria, que se propone fortalecer el trabajo que la docencia realiza desde la recuperación de la democracia y en favor de una conciencia colectiva que impida que el horror vuelva a repetirse.
El objetivo de este material, destinado a las comunidades escolares de todos los niveles y modalidades del sistema educativo, es fortalecer la enseñanza del pasado reciente y las prácticas de ciudadanía en las aulas. Para ello, apunta a llevar adelante reflexiones, debates y actividades, entendiendo la memoria como el ejercicio de un acto creativo.
Cuadernos Memoriosos se presentó a fines del año pasado, en el Día de las Juventudes, en el espacio de memoria de la ex comisaría 4ª de Santa Fe, sitio recuperado que fuera centro clandestino de detención. Aquel acontecimiento fue el inicio de un recorrido que continuó en el mes de octubre por Reconquista, San Justo, Rafaela, para llegar a la ciudad de Rosario el 20 de octubre, en torno al Día del Derecho por la Identidad.
Susana Nadalich Quatrin es una de las docentes a cargo de la elaboración de contenidos de los Cuadernos, y cuenta a La Capital que se trata de un material impreso que también está disponible en formato virtual y que se complementa con Mundo Memorioso, un proyecto audiovisual de ocho capítulos cortos realizado por la Cooperativa Imágica. Este año el material continuará su recorrido presentándose por las distintas ciudades y localidades de la provincia.
La docente reflexiona sobre las propuestas que esta publicación ofrece a docentes y estudiantes, sobre los ejes abordados, y se pronuncia frente a los discursos negacionistas o a aquellos que impulsan la indiferencia respecto de estos temas en el marco escolar.
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El material está destinado a todos los niveles y modalidades educativas.
—El cuaderno aporta datos sobre la importancia de la escuela en la construcción de la memoria colectiva y del pasado reciente. Contame sobre esos registros.
—Sí, y eso está buenísimo. Se trata de un relevamiento del Ministerio de Educación de la Nación a través del Programa Educación y Memoria, trabajado conjuntamente con la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que realizó una encuesta en todo el territorio nacional a estudiantes de escuelas secundarias. De ese relevamiento surgen datos, como que el 70 por ciento de los encuestados reconoce que por primera vez y con frecuencia trabaja temas relacionados con dictadura, genocidio y democracia en la escuela. Los Cuadernos Memoriosos nacen con la intención de proponer, debatir y construir cotidianamente un sistema democrático a través de prácticas democratizantes. No hablamos de democracia como algo cerrado y acabado, sino más bien de la contribución de la escuela a esas prácticas.
—La publicación presenta la consigna de trabajar la memoria como acto creativo en las escuelas. ¿De qué se trata esta propuesta?
—Lo que queremos es reforzar la idea de trabajar creando puentes y diálogos entre los lenguajes artísticos y los ejes del Programa Educación y Memoria. Tomamos una cita del sociólogo Daniel Feierstein, que plantea el sentido de trabajar la memoria como un acto creativo en las aulas para que no sea algo repetitivo y que se transforme en un ritual. La idea es que no se pierda el aporte que también pueden hacer las nuevas generaciones, y que aparezcan estrategias que tengan que ver con las infancias y las juventudes, con sus preguntas y también con sus modos de vincularse con el pasado reciente.
—La consigna de abordar el tema de la dictadura a través de recursos en distintos formatos y lenguajes. ¿Rompe con la idea de que solo en las clases de historia o formación ética se pueden desarrollar estos contenidos?
—Exactamente, ese gran paraguas que llamamos pedagogía de la memoria involucra distintas propuestas didácticas y pedagógicas para trabajar, no solo en el mes de marzo sino también durante todo el año y de modo transversal. La propuesta involucra a distintos espacios curriculares y lenguajes artísticos, sobre todo de la educación secundaria y la formación docente. Como trabajamos temas ligados a los derechos humanos, con perspectiva de genero, igualdad y justicia social, nos interesa que sean abordajes áulicos, en todos o en cualquier espacio curricular y también con carácter institucional. Es importante que no quede el tema concentrado en el mes de marzo para ser trabajado como efeméride, y que las propuestas puedan cruzar lo disciplinar. El 2023 es un año para trabajar sobre la democracia recuperada con una perspectiva amplia, en un gran abanico y a lo largo de todo el año.
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Desde el año pasado, Cuadernos Memoriosos recorre escuelas de distintas localidades y ciudades de la provincia.
—Está claro que el tema compromete a todos los docentes, independientemente del área donde se desempeñen. ¿Qué responder a aquellos que son reacios a abordar estos contenidos con el argumento de que escuela y política son cosas separadas?
—Hay una reflexión que me gusta mucho del pedagogo Michael Apple, que habla justamente de qué pasa en la escuela con el retaceo del conflicto en la enseñanza de la historia y del pasado reciente. De esta situación que planteás se está ocupando el Ministerio de Educación de la Nación a través del Programa Educación y Memoria, y a través del Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) con propuestas gratuitas. Este es un tema que tiene que ver con la disputa de sentidos. La escuela es una caja de resonancia de lo que pasa en la sociedad, no es ajena, por eso también estos debates llegan a la escuela. Nosotros decimos que la pedagogía de la memoria va de la mano de las políticas de memoria, que en nuestro país llevan más de 15 años. De 2005 a esta parte se vienen implementando políticas públicas y normativas, como la Resolución Nº 269 de 2015 del Consejo Federal de Educación, que indica entre otras cosas cómo funciona la Red Federal de Educación y Memoria, que cada jurisdicción tiene que contar con sus equipos técnicos pedagógicos para trabajar estos temas, que los ejes del programa son la dictadura cívico militar argentina y otros genocidios, Malvinas y democracia. Entonces, estas políticas públicas de memoria tiene que ver con normativas, con distribución gratuita de materiales, con formación docente respecto de estas temáticas. Hay toda una organización institucional y curricular para que estos temas tengan cabida en las aulas de las instituciones educativas. Con lo cual, si hay docentes que se niegan a su tratamiento, estarían desatendiendo estos encuadres normativos. Y de hecho, ante situaciones donde se reivindica la figura de algún genocida o práctica antidemocrática, hay protocolos establecidos por la red, integrada por referentes de todas las provincias.
—Uno de los capítulos del cuaderno propone trabajar el concepto de economía neoliberal como proyecto base de la dictadura y la finalidad de instalar este modelo de desarrollo a como dé lugar, lo que explica el por qué de tanta crueldad. Un tema que a veces se pasa por alto al abordarse la dictadura.
—Claro, fijate que no es casual que las primeras medidas represivas de la dictadura tienen que ver con desarticular el movimiento obrero y perseguir a los referentes sindicales. Todo eso viene de la mano de lo que acabás de mencionar, ese plan sistemático de destrucción de ese sector, para poder avanzar en esas medidas de corte neoliberal en lo económico.
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Cuadernos Memoriosos se presentó a fines del año pasado, en el Día de las Juventudes, en el espacio de memoria de la ex comisaría 4ª de la ciudad de Santa Fe.
—Reflexionar sobre este tema en las aulas, ¿también invita a los estudiantes a pensar en la democracia presente y la que quieren construir?
—Sí, claro. Nosotros destacamos a la democracia como a un sistema defendido por la mayoría, con sus logros, con sus bemoles, contrapuntos y sus asedios, que los ha tenido en estos 40 años, y también con sus cuentas pendientes. Lo que destacamos es que es un modo de vida defendido por la inmensa mayoría de quienes habitamos este país. Por eso decimos que es un andar colectivo, en estas prácticas y en esta construcción están involucrados los organismos de derechos humanos, como Madres, Abuelas, Hijos y Nietes, y también las políticas públicas del Estado,y una parte importante de la sociedad, colaborando y propiciando para que este modo de vida continúe siendo el elegido.
—¿Aún hay que desbaratar la idea de que hablar de dictadura es hablar de pasado?
—Hay que desbaratar esa idea. Nosotros desde el Programa Educación y Memoria trabajamos esto de que los genocidios tienen un modo. Hay valores, prácticas que tienen que ver justamente con la discriminación, con la negación del otro, con la persecución, con los discursos de odio, con lo modos violentos de relacionarnos. Todo eso constituye un andamiaje que hace posible que las ideologías de derecha, las dictaduras y los genocidios puedan llevarse a cabo. Creemos que hay que instalar el debate, porque cuando decimos construcción cotidiana nos referimos a eso, es una alerta permanente para que los genocidios no vuelvan ni a nuestro país ni a América latina. Esto que padecimos en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, etcétera, tiene que ser una alerta permanente, un resguardo cotidiano y una toma de conciencia sobre cuáles son esas prácticas culturales que una vez puestas en funcionamiento pueden desencadenar dictaduras y genocidios.