Hace varios años ya que la crítica literaria norteamericana consideraba a Alice Munro la mejor escritora (escritor) viva de su continente. Colegas brillantes como Jonathan Franzen o Lorrie Moore, ambos Pullitzer y Pen Faulkner, lo han dicho sin ambages. Una de las buenas cosas de Munro, en comparación con otros candidatos es que nunca se la notó interesada en el tema. Es más, lo primero que acaba de decir, es que su hija la despertó para darle la noticia y que ya no piensa publicar a los 82 años. Munro es la heredera legítima de Chéjov, Mansfield, Woolf, Cheever o Carver: a los que les guste esa biblioteca, vayan corriendo a buscar sus libros porque van a encontrar aquellos temas y estilo, pero mejorados, complejizados y enriquecidos. Como aquellos, Munro eligió el texto breve (sólo cuentos) pero con una carga de sentido similar a una novela. Sus cuentos (relatos largos, eso sí) son tan complejos, poéticos y vigorosos, que cuando uno acaba de leerlos siente que ha sido la historia de un destino completo (Macedonio), es decir, como una novela. En Rosario hace dos o tres años que se consiguen sus libros de cuentos en las buenas ediciones de Lumen España. Recomiendo "Secretos a voces", pero es una autora muy pareja y todos sus libros son excelentes. Con uno de sus cuentos ("El oso regresa a la montaña"), Sara Polley hizo el bello film "Lejos de ella", con una actuación memorable de Julie Cristhie. Los temas de Munro, fiel a la tradición narrativa y teatral norteamericana del siglo XX, son los personajes comunes (minimalismo), en ámbitos cotidianos (la casa, el trabajo, la escuela), cargando con las dificultades de la vida diaria, el malestar en el trabajo, en la pareja, en los vínculos familiares, dirimiendo ahí un destino lleno de resistencia. No es feminista, pero su punto de vista es femenino, sus personajes son mujeres en mundos (aún) de hombres. Al mismo tiempo la subjetividad de sus personajes es muy rica, compleja, múltiple. Un procedimiento hemingwayano que respeta a ultranza es "la teoría del Iceberg": lo más importante de la historia puede estar debajo, soterrado, no en la superficie del texto. Y quizá lo mejor de Munro, es el coraje, la dignidad y la franqueza con la que sus personajes hablan, deciden y aceptan la vida, sin resignación, pero tampoco con un optimismo vacuo. Munro ayuda a sus lectores a aceptar la verdad de la vida, pero sea lo que sea eso, como los personajes de Chéjov, siempre confían en otro día más.