A pesar de sus 26 años, Delfina Merino es hoy referente indiscutida en este plantel de Las Leonas. Por juego, experiencia, capacidad de entrega y por ese carácter natural para mostrar fiereza adentro de la cancha y por ponerle la mejor onda afuera. En este sentido vale escucharla (o leerla). Después de un año largo, complicado por resultados y funcionamiento esquivos, bajas de consideración, entre ellas la del entrenador Santiago Capurro (se fue en octubre) y en medio de un período de transición y recambio, parece que llegó la paz para el equipo argentino. Transcurridas dos fechas de la Ronda Final de la Liga Mundial que se juega en Rosario, las sensaciones que flotan en el aire son muy buenas. Más allá de que Las Leonas cosecharon una victoria pero también una derrota, hay optimismo. "Tratamos de madurar rápido", le dijo Delfina ayer a Ovación. Y se nota.
—¿Qué pasó en tan poco tiempo? Transcurrió apenas un mes y medio desde la salida de Capurro y de la asunción de Gabriel Minadeo como entrenador, pero ya se ve una versión completamente distinta del equipo, más acorde con la historia de Las Leonas.
—Principalmente este presente tiene que ver con empezar a creer en algo, en lo que nos brinda el cuerpo técnico, en la compañera que tenemos al lado y en el equipo. Cuando uno empieza a sentir esa confianza de arriba hacia abajo se transmite en lo grupal. Y cuando también ves o sentís que se está conectado, que se está en la misma sintonía, que hay una conexión que es en bloque y que el equipo se mueve en conjunto y no con individuales, esa confianza aumenta. Por eso tras estos dos partidos, más allá de haber perdido el segundo, sigue estimulándose ese pensamiento positivo. Las conexiones se sienten.
—¿En algún momento perdieron la confianza?
—No sé. Pero nos costaba volver a encontrarnos individual y grupalmente, se modificó mucho el equipo si lo comparamos con la Champions Trophy de hace un año en Mendoza (fueron campeonas), cambiaron muchos nombres, se nos fue Lucha Aymar, que representaba mucho adentro y afuera de la cancha, era la que llevaba la bandera. Se sabía que iba a costar cuando se fuese, no sólo por el juego de ella sino por la estructtura del equipo. Entonces, en este tiempo tratamos, con la incorporación del nuevo cuerpo técnico de hacer trabajos que no sólo tengan que ver con el hockey sino también con lo grupal, en conocernos. Acá hay jugadoras que tienen pocos partidos juntas. Se necesitan actividades fuera y dentro del hockey para seguir conociéndote.
—¿Por ejemplo?
—Ahora cuando estuvimos en Tucumán (jugaron una serie de amistosos antes de la Liga Mundial), el día que tuvimos libre, en lugar de descansar lo usamos para hacer unas actividades de aventura en El Cadillal. Nos tiramos a nadar, a remar, a escalar... Y en esas situaciones, que te sacan de tu zona de confort como es la cancha, se ve la personalidad de cada una a flor de piel. En los momentos límites salen la peor y la mejor versión. Conocerse en ese aspecto es bueno, porque sabés quién es la que motiva, quién es la que va para adelante, quién es esa a la que le cuesta un poco y hay que darle una mano para que no se suelte de esta soga que es el grupo. Son actividades que no tienen que ver estrictamente con el hockey, pero a la vez sí, porque el hockey tiene que ver con un equipo.
—La nombraste a Lucha Aymar. Antes la responsabilidad caía sobre ella. ¿Cuesta tomar esa mochila, aunque hoy la responsabilidad esté dividida?
—La idea es lograrlo. Muchos periodistas preguntan quién es la Lucha Aymar de ahora. Y no hay otra Lucha Aymar. Ella fue una, como de cada una de nosotras hay una. Ese espacio que dejó lo tratamos de ocupar pero de forma colectiva, que creo que es más enriquecedor y a la vez un desafío mucho más grande. Colectivamente se saca lo mejor de cada una, cada una tiene que ofrecer su mejor versión y son granitos de arena de distintas partes.
—Si el grupo está sano es más sencillo cubrir las carencias que puede haber en un puesto o alguna otra dificultad. En los últimos días fue un denominador común que varias Leonas dijeran “ahora estamos bien", “ahora estamos contentas, tiramos todas para el mismo lado”.
—No sé si es que no estuvimos todas tirando para el mismo lado, estuvimos abrumadas por un montón de cosas que pasaron y que no están en nuestras manos. El jugador necesita estar tranquilo para poder dedicarse a lo suyo, que es jugar. Si uno está con la cabeza ocupándose de distintas cosas que no tienen tanto que ver con el hockey, como distintas situaciones que tuvimos que vivir en este último tiempo, eso hace perder el foco y no te deja estar contento y disfrutando. Hoy encontramos esa tranquilidad de decir: “Por fin nos podemos dedicar solamente a entrenar y a poner la cabeza en jugar”. Así uno se siente más relajado. De esto hablan las chicas.
—Siempre estuviste muy cerca de Macarena Rodríguez, que fue la última capitana, o de la propia Luciana Aymar. ¿Qué cosas tomás del liderazgo que tuvieron ellas para aplicarlo hoy a este grupo que es muy joven?
—Más que nada tomo a las personas, lo que transmitieron desde ese lugar más allá de lo que son o fueron como jugadoras, el liderar con el ejemplo. A veces podés decir una cosa, pero si después no la hacés se pierde sentido. Así que más que nada, lo que tomé de ellas tiene que ver con los valores que inculcaron en el día a día. Y también ser yo. Uno no puede estar jugando a ser alguien cuando no lo es. Creo que el mejor ejemplo que se puede dar es ser uno de la forma más sincera. Mi pensamiento tiene que ver con eso: ser yo en mi mejor versión y así que cada una de las que forman parte de este equipo puedan ser también ellas mismas. Además, si nosotras, las más grandes, no les transmitimos confianza a las más chicas, ¿cómo van a ser ellas en su máximo exponente? Tenemos que explotar eso de la mejor forma. Es un poco de cada una para generar algo más grande.
—En lo que va de la Liga ganaron un partido y perdieron otro. Hubo bronca pero no desazón. ¿Eso es un buen signo?
—El domingo nos fuimos con bastante bronca porque sabemos que ante Australia se perdió por errores pequeños. Pero a la vez, más allá del resultado en este torneo, estamos buscando otras cosas. Queremos dar pasos cortitos pero positivos. Dimos uno contra Gran Bretaña el sábado, más allá de haber ganado. Se vio un equipo compacto, con ideas, que presionó. Ante Australia volvimos a jugar con la misma actitud. Tiene que ver con nosotras, con la esencia que tenemos que volver a encontrar, con lograr una identidad como equipo. Hay cosas que se mantienen pero las personalidades de un equipo hacen que la identidad varíe. Y eso nos deja tranquilas, saber que seguimos construyendo a pesar del ganar o perder.
—¿Cómo definirías a estas Leonas?
—Somos un grupo que está tratando de madurar rápido. Con confianza, tranquilidad y sobre todo hoy, con mucha humildad.
—¿Son candidatas al título en Rosario?
—Creo que sí. Si somos inteligentes y aprendemos de los errores cometidos. Vamos paso a paso, pero tengo mucha fe.