Escuchar el “un, dos, tres, va” de Spinetta otra vez es como un regalo celestial. Así arranca “Spinetta Los Amigo”, el disco póstumo del Flaco, en compañía del baterista Rodolfo García, hermano del alma con quien compartió Almendra, y Daniel Ferrón, en bajo. “Creo que hay un espíritu Spinetta que permanece desde antes que fuese músico”, le dijo el percusionista a Escenario. A lo largo de siete temas inéditos más una versión acústica de la balada “Iris”, dedicada a su hermana Ana, el material respira y transpira la esencia de Luis Alberto Spinetta, a veces en chispazos de su impronta, otras en plenitud, pero siempre con esa marca que lo convirtió en uno de los artistas fundacionales del rock argentino. Vida eterna al líder de las bandas eternas.
Todo empezó por el simple placer de tocar. Así cuenta García —el segundo García más importante del rock del país— el origen de Spinetta Los Amigo: “Luis nunca quiso que se tomara como un proyecto de su carrera personal, esto nació en 2010, en una de esas charlas continuas que teníamos con él. Ahí fue cuando empezamos a fantasear con «juntémonos a ensayar de nuevo». La idea era juntarnos a tocar para pasar un rato juntos y disfrutar de la música, pero sin ponernos por delante ningún proyecto”.
“Spinetta Los Amigo”, editado por Sony Music, está lejos de esos discos que recopilan pedacitos de temas y convertidos en un Frankenstein para coleccionistas y nostalgiosos. Grabado en 2011 en el estudio de Spinetta La Diosa Salvaje, el material tiene las sutilezas y los cuidados sonoros y armónicos habituales en los trabajos del Flaco.
Hay versatilidad y buen gusto. Se oye a un Spinetta que canta como sólo él sabe hacerlo y sorprende una alta ductilidad en los punteos de guitarra. El jazz, con un link directo con los climas de “A 18 minutos del sol” y algo de Spinetta Jade, sobrevuela en temas como “Apenas flotó” (que abre el disco) y en los instrumentales “El gaitero” y “El cabecitero”, únicos dos temas con los créditos del trío, ya que el resto los firma Spinetta. Es saludable deleitarse con zapadas extendidas, a la vieja usanza, como la que se percibe en “Río como loco”, que cierra el material, con el piano Rhodes de Valentino Spinetta, como dejando abierto que la historia continúa.
“La variedad de estilos tiene que ver con el origen de todo esto”, explicó García, conocido emblema tras los parches con su típica cabellera blanca. “Los gustos de Luis en cada disco tienen un concepto determinado, pero acá era distinto, porque cuando nos juntábamos arrancábamos improvisando, alguien proponía una base y tocábamos un rato largo. De algunas de esas zapadas se nos ocurrió transformarla en un tema, en otros casos él traía un tema, nos preguntaba si nos gustaba y lo seguíamos, no está pensado como un material con determinada unidad, quizá por eso salió un disco tan abierto”, detalló.
Las perlitas del disco son “Iris”, en dos versiones —aunque la original supera a la acústica— y “Canción del lugar”. “Iris”, dedicada a su hermana Ana, es una canción de amor, que parece dedicada a una pareja, y con notable labor del crédito local Claudio Cardone, en los arreglos de cuerdas interpretados por Kashmir Orquesta. “Canción del lugar”, también arreglado por Cardone, quien además toca teclados y efectos, sorprende por las letras, que parecen premonitorias: “Ya es el único día/ayúdame a volar de aquí”.
Pero García se encargará de refutar esta hipótesis, con una anécdota que refleja la pasión y el profesionalismo del Flaco: “En todo el tiempo que estuvimos ensayando con él, no se vislumbraba la enfermedad de Luis. Es más, paramos justo cuando él se empezó a sentir mal, y pensamos que era un tema traumatológico, porque tenía un dolor bastante intenso en un hombro. Y todos pensamos que era una cosa sin demasiada importancia, porque andaba siempre con la guitarra colgada, cocinaba con la guitarra colgada, miraba tevé y lo mismo. Como la guitarra era media pesada, todo lo atribuía a un dolor traumatológico, hasta que se hizo un estudio y se conoció que era un problema más profundo”.
En la prehistoria de Spinetta Los Amigo se escribirá que alguna vez todos los integrantes eran ex Almendra. “El bajista que tocaba antes era Emilio del Guercio, éramos tres ex Almendra, y bueno, nos juntábamos los miércoles, porque era el día que no afectaba por si salías o llegabas de gira, arrancamos en casa y después fuimos a La Diosa Salvaje. Cuando estábamos los tres surgió lo de hacer Las Bandas Eternas (en referencia al show realizado en Vélez el 4 de diciembre de 2009, con músicos invitados e integrantes de todas las bandas de Spinetta), y empezamos a ensayar para eso. Después Del Guercio se fue porque estaba muy absorbido por el programa «Cómo hice» de Canal Encuentro, empezamos a buscar bajista y apareció Ferrón”, describió con el debido detalle de los datos cronológicos.
Daniel Ferrón, el menos conocido en el mundo Spinetta, era la tercera pata del trío Posporteño, que García integraba junto al cantante y guitarrista Alejandro Del Prado, figura de la canción de autor de los 80. “A Ferrón lo propongo yo, porque me parecía un tipo muy dúctil para integrar el grupo. Es un fenómeno y aportó mucho, con Luis no eran amigos de antes, pero se conocían”, explicó García.
“No era que estábamos armando un grupo para presentarnos en un teatro, o preparando un material para hacer un disco. De entrada lo hablamos así, era juntarnos porque sí, y así empezamos a juntarnos una vez por semana. Arrancamos en una salita de ensayo que tengo armada en mi casa, después pasamos a ensayar allá en el estudio de él La Diosa Salvaje, y bueno, llegó un momento en que los temas sonaban muy bien y decidimos grabar. Y fue una satisfacción”, agregó. Y respecto al flamante disco, que salió a la luz el viernes y en 2016 tendrá su edición en vinilo, indicó: “Ver ahora eso que se consiguió, sin que sea un proyecto concreto, y verlo que está al alcance de la gente me parece bárbaro, casi increíble”.
Rodolfo García se remontó a 1963, el año en que conoció a quien sería una figura clave en el rock argentino: “Yo creo que hay un espíritu Spinetta que permanece desde que todavía no era músico. Yo lo conocí cuando él tenía 13, por un amigo en común que lo trajo al ensayo de mi primer grupo. Al terminar el ensayo lo acompañé un par de cuadras y nos quedamos en el cordón de la vereda sentados charlando de música, y en ese momento, en el que todavía no era músico, ya razonaba como músico, hacía observaciones sobre tal o cual música o sobre la parte puntual de un tema, un arreglo, un sonido, un efecto, como si fuese un músico consumado. Lo que me llamó más la atención en ese momento, es que yo tenía conversaciones más profundas con él que con los que sí formaban parte de mi grupo. Y ese concepto así de la música es lo que ha permanecido a lo largo del tiempo en Luis, él no era sólo un tipo que tocaba bien la guitarra, cantaba bien o compusiera bien, tenía que ver también con la ética, con la postura de un artista y las ideas que desarrollaba. Eso permaneció desde antes de que fuese músico hasta el momento de su partida”. Y Spinetta va. Será que la canción llegó hasta el sol.