Tirado en el piso, con la cabeza hacia un costado, el cuerpo maltrecho y un tiro en el cráneo. Así terminó la vida de Elías Damián Martínez, de 18 años, a las dos y media de la mañana del sábado 29 de agosto en la esquina de Blomberg y Homero Manzi, un rincón de barrio Rucci. Hasta allí llegó su madre a los gritos: "Me lo mataron, me lo mataron", se escuchó en la cuadra mientras los vecinos salían a los balcones de los edificios tras escuchar un disparo. En junio pasado Claudia, la madre de Elías, había denunciado en la Fiscalía que a su hijo lo iba a matar la policía. Ella no es vidente, pero fue avisada por otros uniformados que a su hijo "se la tenían jurada". Y esperó que la denuncia sirviera como escudo para cuidarlo. "El cometió errores en su momento, cuando era más chico. Pero ya pagó. Igual, si era culpable para purgar algo está la cárcel, no la muerte", dice un mes después y cuando su hijo ya está muerto.
Claudia es contundente. "A mi hijo lo mató la policía. Los dos agentes que lo balearon, ahora están en su casa y después de pagar una fianza de 5 mil pesos que les exigió la Justicia. Si cualquiera de nosotros mata a una persona cae preso, pero esos dos, por ser policías, pusieron la plata de la fianza y están en su casa mientras mi hijo está muerto", cuenta. Y mientras lo hace, su mirada se vuelve áspera como su denuncia.
La mujer no tiene más de 40 años y su oficio es el de cocinera. Fue madre de tres jóvenes, aunque ahora sólo le quedan dos: Rodrigo, que era gemelo de Elías; y Micaela, que ya la hizo abuela. "Sé que a Elías no me lo devuelven, pero tengo mucho miedo por Rodrigo. ¿Qué hago? ¿No lo dejo salir a la calle o nos mudamos a otra ciudad? Es una locura", dice.
De Elías le quedó poco. Entre esas cosas hay un documento forense que revela los resultados de la autopsia. Ahí consta la causa de muerte: "Hemorragia masiva por ruptura de vaso del cuello causado por proyectil de arma de fuego".
Desprotegidos. Claudia cuenta: "Lo mataron de un tiro en la cabeza. Nos dijeron que tenía un arma que nunca apareció y además él nunca estaba armado. Había cometido errores, pero fue porque se sintió desprotegido. Mi familia fue víctima de esa desprotección y él reaccionó así, haciendo las cosas mal. Ya había pagado su culpa (estando detenido en el Irar) y si querían inculparlo para eso está la cárcel, no la muerte", repite una y otra vez.
La desprotección de la que habla se remonta a una situación de violencia y denuncias cruzadas que la familia mantuvo con vecinos del barrio Nuevo Alberdi, dónde vivieron por mucho tiempo.
"Una familia que vivía cerca de mi casa en Nuevo Alberdi manejaba muchos negocios, muchas armas. Y tienen varios integrantes de la misma familia que son policías. Yo los denuncié, me quemaron la casa y me fui. Perdí todo. Después denuncié y pedí ayuda a la Justicia pero no me dieron ningún apoyo y de paso los policías de esa familia me hicieron la cruz. Así comenzó esto", asegura Claudia. Y prefiere no decir el apellido de esa familia "por miedo".
Triste historia. Al momento de encontrar la muerte Elías tenía causas abiertas por robo calificado y un par de investigaciones en curso, según dijeron fuentes de la investigación poco después de su deceso. El 18 de febrero de 2014, a los 17 años, asaltó un minimarket de Alvarez Condarco al 300 bis y luego lo inculparon por el robo de dos motos en Nuevo Alberdi. También fue investigado por los asesinatos del policía de la Brigada de Investigaciones Adrián Hugo Pepicce, de 40 años, quien murió el domingo 24 de noviembre de 2013 tras agonizar cuatro días; y el de Leonel González, un mozo de 18 años que trabajaba en Ibarlucea y que fue atacado a las 6 de la mañana del viernes 14 de febrero de 2014. Esos dos últimos casos ocurrieron en el ingreso a la ciudad por la ruta 34 y cuando las víctimas circulaban en motos. Así Elías terminó internado dos meses en el Instituto de Rehabilitación del Adolescente de Rosario (Irar) y cuatro meses más en una granja para rehabilitarse de su adicción a las drogas.
De vuelta en la calle, el pasado 28 de agosto Elías y un amigo andaban en una moto y supuestamente asaltaron a dos adolescentes en Matheu y Polledo. Tras ello atravesaron las vías en el rodado por un pasillo y salieron a calle Blomberg, en el barrio Rucci. Detrás de la moto corrían tres policías de la Policía de Intervención Barrial (PIB) alertados desde la central del 911, adonde ingresó un llamado telefónico de un vecino que fue testigo del episodio. Y uno de esos policías les disparó. La moto siguió su alocada carrera por Blomberg hacia el norte y al pasar por un badén, a la altura de Homero Manzi, Elías Martínez cayó pesadamente al pavimento ya sin vida. Eran las 2.30 de ese sábado.
Bajo fianza. Una vecina que vive en la zona contó a La Capital: "Yo escuché que los policías se identificaron y después dispararon. Pero no fueron tres disparos, fueron mucho más". En el marco de la pesquisa los cinco efectivos que participaron del operativo en un primer momento fueron demorados y puestos a disposición del fiscal de la Unidad de Homicidios Pablo Pinto, pero luego fueron liberados aunque no se los desvinculó de la pesquisa por la muerte de Martínez.
El fiscal Pablo Pinto sostuvo en su momento: "El hecho se presenta poco claro. Al fallecido no se le secuestró ningún arma. También hubo un robo pero no hay elementos secuestrados. Sabemos que dos de los efectivos policiales se quedaron con las víctimas de la tentativa de robo y tres salieron en una persecución a pie sobre los sospechosos. Por eso se les realizó la prueba de dermotest a los cinco policías y al joven fallecido". Otra situación llamativa es que Cristian G., de 26 años y conductor de la moto de la cual cayó Elías, volvió al lugar donde murió su amigo y quedó detenido a disposición de la Fiscalía de Flagrancia, algo que ningún ladrón haría.
Para el abogado Marcos Cella, patrocinante de la familia de Elías, el caso es una locura. "No vamos a descansar hasta que no estén presos los asesinos de Elías Martínez", dijo enfáticamente. E identificó a los dos policías investigados como los agentes Sergio A. y Cristian P.
La madre de Elías, Claudia, suma denuncias y certezas. Pero a menudo se le diluyen. Para ella, la persecución tras una denuncia por robo a un adolescente ese sábado, los disparos que le efectuaron a Elías para detenerlo y la posterior pesquisa son "una escena montada" para cumplir un solo objetivo: matar a su hijo porque no quería trabajar para los policías que pretendían mandarlo a robar.