Los gobernantes son elegidos para construir futuro, teniendo en cuenta los errores del pasado, no para que vivan en el pasado destruyendo el futuro. Esto es lo que está sucediendo con los gobernantes actuales. Todas sus energías están aplicadas a confeccionar trajes a medida –es decir acciones utilitarias y leyes de conveniencia– para alcanzar el absolutismo eterno e impunidad para sus graves actos de corrupción, sin reparos para lograrlo, como lo es la destrucción de todo el orden jurídico. No saben cómo controlar la inflación y destruyen el Indec; para que los medios de comunicación y periodistas no informen la incompetencia y venalidad de sus funcionarios, intentan destruirlos con la ley de Medios y como no lo lograron con ese traje, buscan expropiar Papel Prensa e intervenir al Grupo Clarín; para satisfacer sus ingentes necesidades de recursos, para consolidar su demagogia populista, estatizan o expropian bienes donde hay una caja que los alimente. No oímos ni apreciamos acciones constructivas del gobierno que apunten al crecimiento del país, como modo de crear un futuro promisorio para las nuevas generaciones. Todos sus actos son destructivos. ¿Será Frankenstein el sastre?