Siguen las imputaciones para “Cepe”, quien diez días atrás fue acusado de ordenar mediante una videollamada desde su celda en Piñero el asesinato de un joven —finalmente logró escapar— que ya no quería vender drogas para su banda. La nueva imputación contra este hombre de 29 años llamado Rodrigo Nicolás Benítez corresponde a un hecho anterior a su detención con un arma por violar las restricciones impuestas por la pandemia: el asesinato de Rodrigo Carlos Sánchez, considerado como mano derecha del empresario narco Esteban Lindor Alvarado y acribillado en marzo de 2020 en Fisherton.
Una huella dactilar levantada en el Renault Logan rojo del que bajaron dos hombres que dispararon al menos 20 veces contra la camioneta de Sánchez puso a Benítez en la escena del crimen junto con otro dato fundamental: el arma utilizada había sido empleada un mes antes en un ataque atribuido a la banda de Héctor Daniel “Gordo Dani” Nogueras, sindicado como hombre Los Monos en Villa Gobernador Gálvez.
La huella y el arma, insertas en la trama que vincula a Cepe como hombre de Nogueras, permitiría también profundizar la teoría de los fiscales que explica el crimen del ladero de Alvarado en el marco del histórico enfrentamiento entre éste y Los Monos. Hipótesis que comenzó a tomar forma cuando se estableció que el Renault Logan había sido robado por gente estrechamente vinculada con la familia Cantero.
La pista del auto robado
De 44 años, Sánchez visitaba con frecuencia a Alvarado en la cárcel de Piñero. Quienes lo investigaban lo sindicaban como organizador en la calle —sin participación directa— de acciones violentas que diseñaba su jefe. El 19 de marzo de 2020, alrededor de las 13, estaba al volante de su camioneta Toyota Hilux gris en Wilde y San Lorenzo —a metros del Jockey Club— cuando dos hombres bajaron del Logan rojo y ante la mirada atónita de transeúntes y automovilistas dispararon a mansalva con una pistola calibre 9 milímetros y otra 45.
Sánchez murió en el acto mientras los agresores escapaban en el auto que abandonaron minutos después en Magaldi y Ezeiza, donde subieron a otro vehículo que estaba estacionado allí y continuaron con la fuga. “Cuando bajé del colectivo y fui hasta mi casa la policía me preguntó si sabía de quién era un Logan rojo que estaba estacionado en la puerta. Les dije que no sabía. Pero unos chicos que tomaban cerveza en el kiosco de al lado dijeron que del auto se bajaron cuatro personas encapuchadas y armadas que se subieron a un VW Gol blanco estacionado en la esquina”, narró un vecino.
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De las líneas abiertas en la investigación, la reconstrucción del robo del auto usado por los sicarios para cometer el crimen fue la que primero dio sus frutos.
El vehículo había sido robado cuatro días antes a un remisero de la empresa Buena Vibra de Granadero Baigorria que la tarde del 15 de marzo fue enviado hasta San Martín al 3800 de Rosario. El pasajero le pidió que lo llevara a la parte trasera del Mercado de Fisherton y al llegar a Magaldi al 9300 sacó una pistola. “Decile a tu patrón que me pague lo que me debe, el auto te lo entrego más tarde”, dijo el ladrón al chofer antes de hacerlo bajar del Logan y escapar con su auto y su celular.
La identidad del sindicado ladrón, Héctor Brezik, fue establecida luego de que el chofer agregara un dato que resultó vital: la llamada a la agencia se había realizado desde una pizzería de San Martín al 3800. Brezik no iba seguido y pensaba que no había cámaras en el lugar. Sin embargo, quedó filmado captado cuando realizaba la llamada. Y luego sería escuchado en contacto con su hermano Jonatan, entonces preso en el penal federal de Chaco —donde supo estar detenido Ariel “Guille” Cantero— desde donde se mostraba muy interesado en el robo del vehículo. Los hermanos Brezik fueron imputados por el atraco.
Vinculación
De 36 años y oriundo de Las Flores, Jonatan Brezik ya protagonizaba escuchas ordenadas por la Justicia Federal que daban cuenta de una vinculación afectiva con los Cantero más allá de lo económico, ya que incluso era considerado jefe de su propia banda. Por eso su aparición en la logística del ataque contra Sánchez abrió para una senda que colocaba a Los Monos como posibles instigadores del crimen. ¿El motivo?
Una línea que cuenta con bastante evidencia explica el crimen de Sánchez como una venganza por el intento de asesinato sufrido seis días antes por Mariana Ortigala cuando recibió cuatro balazos al salir de su casa en Roldán. La mujer es hermana de un testigo clave que comprometió con sus declaraciones a Alvarado en el proceso por el cual comenzará a ser juzgado desde el próximo lunes.
Sombras y algo más
La sombra de los Cantero detrás del crimen de Sánchez aparece también en la evidencia esgrimida por Edery al imputar como coautor a Cepe Benítez. Además de la evidencia principal, el hallazgo de una huella dactilar suya en el Logan, hubo otro cotejo positivo que estableció que una de las armas empleadas para matar a Sánchez, calibre 11.25, fue utilizada en un ataque ocurrido un mes antes, el 19 de febrero de 2020, a la casa de una hija de Carlos “Jerry” Gaeta en Monte Hermoso al 1000 de Villa Gobernador Gálvez.
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Ahí entra en escena el Gordo Dani quien mantuvo en esa ciudad una sangrienta disputa por narcomenudeo con Gaeta hasta que éste fue asesinado el año pasado, hecho por el cual Nogueras fue imputado como instigador. Para los investigadores, Dani encabezó el grupo que atacó la casa de la hija de Jerry y que dos horas más tarde asesinó a Martín Bretón.
Asimismo, Benítez estaba mencionado en investigaciones que situaban a Nogueras como líder de un grupo que desde comienzos de 2020 estaba encarando acciones violentas para quedarse con los kioscos de droga en Villa Gobernador Gálvez e imponer la franquicia de Los Monos. Datos y fotos que comprueban el lazo entre Cepe y Dani fueron parte de la evidencia esgrimida.
También este vínculo entre Benítez y Nogueras fue expuesto dos semanas atrás cuando Cepe fue acusado de instigar desde su celda de Piñero el crimen de un joven que no quería seguir vendiendo drogas para él. Tal como publicara este diario el pasado 4 de febrero, la imputación se debe a un hecho ocurrido el 26 de septiembre pasado cuando dos jóvenes —también imputados— abordaron a punta de pistola a un muchacho que había ido a comprar marihuana a un búnker de Villa Gobernador Gálvez.
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Según la imputación, Lucas S. tenía un arma de fuego en una mano y un teléfono celular en la otra a través del cual recibía órdenes de Benítez. La víctima, de rodillas, no pudo ver la pantalla pero reconoció a Cepe por la voz e incluso le manifestó que volvería a vender drogas para él contal de que no lo mataran. Pero la respuesta del preso en Piñero fue tajante: “Matalo, matalo”, le ordenó a su sicario, pero la víctima logró escapar a pesar de que una bala lo alcanzó en una pierna.
Al relatar lo sucedido, el sobreviviente —finalmente ingresó con su familia en un programa de protección de testigos— mencionó que Benítez respondía a la organización liderada por Nogueras y aportó información sobre hechos violentos que habían sucedido en Villa Gobernador Gálvez.