Debido al éxito que tuvo la instalación del punto móvil del programa de entrega voluntaria de armas la semana pasada en zona sur, las autoridades provinciales decidieron extender la recepción de forma anónima y a cambio de dinero con un puesto fijo en barrio Echesortu, que funcionará ahora de forma permanente.
Durante los seis días que duró la recepción, se entregaron en el club Caova (San Martín 4900) un total de 358 armas: 8 fusiles (incluído un FAL), una pistola ametralladora FMK 3, dos subfusiles FMK 5, 33 carabinas, 52 escopetas, 71 pistolas, cuatro pistolones, 187 revólveres, y 9.645 municiones. Además, llegaron 89 materiales sin incentivo, entre los que se cuentan rifles a aire comprimido, vainas y accesorios, entre otros.
Producto de la gran demanda, la provincia gestionó la reapertura de la delegación Rosario de la Agencia Nacional de Materiales Controladores (Anmac) y la instalación allí de un puesto fijo de recepción de armas y municiones para su destrucción. Así, todo aquel que quiera hacer entrega voluntaria puede concurrir de lunes a viernes, de 08.30 a 12, a 9 de Julio 3393.
Lo recolectado superó con creces las expectativas, que estaban puestas entre 150 y 200 unidades. A pesar de la pandemia, respetando los protocolos y aguardando las filas, fue muchísima la gente que se acercó al puesto móvil para entregar armas y municiones.
Quedaron unas 50 personas que no pudieron hacer la entrega, por la cantidad reducida de horas de atención que permitían las otras actividades del club y las limitaciones por el Covid, que fueron derivadas al punto fijo que comenzó a funcionar ayer.
Para tener punto de comparación de la efectividad del programa, el dato a tener en cuenta es que la policía de Rosario secuestró 267 armas de enero a mayo, a razón de unas 15 por semana. Más allá de las armas, que impresionan por el tipo y el calibre, también se recibió un número importante de municiones, casi unas 10 mil.
Necesidad y alivio
Según pudo recabar La Capital, las personas que se acercaron, a diferencia de otros años, eran individuos de clase media interesados tanto en el incentivo económico, que osciló entre los 3 mil y los 9 mil pesos, como en sacarse un objeto de encima con el que no sabían qué hacer. Muchos heredaron el arma de algún familiar, y al no saber del tema y sentir que tenerlas ponía en peligro a sus hijos o nietos, sintieron un alivio al entregarla. Hubo días en los que debieron esperar hasta cuatro horas en la cola, y no se registraron quejas.
Entre las historias que muestran de alguna manera la relación con la crisis económica, figura la de una persona que entregó un arma legada por su suegro que había fallecido, y que necesitaba el dinero para comprar un cochecito para su bebé. Como muchas de las unidades entregadas son inútiles o están en mal estado, en promedio el valor que se paga (3 mil o 4.500 pesos) es mayor al que tienen en la actualidad.
El FAL (fusil automático liviano) es un arma de guerra que utilizan las fuerzas armadas de muchos países, incluida la Argentina. Estaba en perfectas condiciones y pertenecía a un hombre de 80 años que hacía mucho tiempo, cuando estaba permitido, lo había comprado para tenerlo y nunca lo había usado. Sabía que ante su muerte iba a dejar un problema a sus hijos o nietos, porque desde un cambio de normativa en 1993 no se puede transferir, y para poseerla debía tener un decreto ministerial. Al no poder venderla, fue un alivio poder entregarla, aunque el incentivo de 9 mil pesos esté lejos de lo que vale el arma. El anciano dijo tener miedo de que ante un robo a su domicilio, el fusil podría caer en manos inadecuadas, y por eso decidió cerrar ese capítulo.
Balance positivo
“El programa se enfoca en la reducción de daños a través de la disminución de la violencia, brindando a todos los ciudadanos la posibilidad de entregar armas o municiones que tengan en su casa y que siempre constituyen un peligro mayor ante la alternativa de un robo o ante un conflicto menor, que puede terminar en tragedia cuando existe un arma de por medio”, dijo al respecto Lautaro Sappietro, titular de la Agencia Provincial de Control de Armas.
El responsable del programa detalló que el balance fue “muy positivo”, y justificó de ese modo la extensión del mismo en la sede de la Anmac. “Los números de recepción de armas demuestran la existencia de una demanda real instalada en la comunidad, que procura la construcción de una sociedad menos violenta. Celebramos profundamente el compromiso ciudadano con una política que apunta a reducir la circulación de armas de fuego”, señaló.
En tanto, el funcionario del Ministerio de Seguridad sostuvo que desde la Agencia consideran que “la prevención de la violencia a través de programas de no proliferación, la persecución del mercado ilegal a través de una política criminal vehemente ante el circuito clandestino de armas de fuego en todas sus formas y el control del armamento institucional, son tres aristas fundamentales para el correcto abordaje del problema de la violencia armada”.