En vísperas del primer aniversario de los históricos acuerdos entre Estados Unidos y Cuba para normalizar relaciones diplomáticas, Barack Obama lanzó un fuerte desafío al gobierno de Cuba. "Estoy muy interesado en ir a Cuba, pero creo que las condiciones tendrían que ser las correctas. Le he dicho al gobierno cubano que si podemos decir que ha habido progresos en las libertades de los cubanos, me gustaría que mi visita sirva para destacar esos avances", declaró Obama. En caso que no se puedan verificar esos progresos, entonces "no hay mucha razón para que yo vaya, porque no me interesa validar el status quo", del régimen cubano. El año 2016 será el último de mandato de Obama. La fuerte declaración llega en vísperas del primer aniversario del histórico acuerdo con el gobierno cubano para normalizar relaciones, reabrir embajadas e iniciar una agenda de diálogo. Las embajadas se abrieron meses después, en agosto pasado, luego de arduas negociaciones. El tema de los "disidentes", la oposición ilegalizada y perseguida en la isla, fue el principal obstáculo en esas conversaciones. Del lado cubano, la principal queja es el mantenimiento del embargo comercial, vigente desde 1961, pero esa decisión está en manos del Congreso, dominado por la oposición republicana.
Condición. Obama aseguró, en una entrevista con el portal Yahoo News, que le gustaría mucho viajar a Cuba en 2016, pero sólo si puede reunirse con los disidentes. "Si voy de visita, parte del trato es que voy a poder hablar con todo el mundo". Durante la ceremonia de reapertura de la embajada de EEUU en La Habana en agosto, los disidentes no fueron recibidos en público por el jefe de la diplomacia, John Kerry, aunque hubo una breve reunión en privado. También hubo reuniones durante las largas negociaciones previas con la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson, una impulsora de los historicos acuerdos de diciembre de 2014 y que ha tejido un vínculo con la disidencia. El 23 enero de 2014 Jacobson hizo una recepción pública de figuras emblemáticas de los disidentes, como Yoani Sánchez y Elizardo Sánchez.
Ayer, Obama aseguró a Yahoo News que para hacer el viaje en su último año de mandato ha dejado "muy claro" en sus conversaciones directas con su par cubano Raúl Castro que su gobierno continuará "contactando con aquellos que quieren ampliar el alcance de la libertad de expresión dentro de Cuba", en directa referencia a los disidentes. Estos son la oposición política ilegalizada, un caso único en toda América. En Cuba no existen partidos políticos legales por fuera del Partido Comunista.
Progresos. Obama fue optimista: "Puedo decir con confianza que estamos viendo progresos en la libertad y posibilidades para los cubanos de a pie, me gustaría usar una visita como una forma de enfatizar ese progreso". Pero, advirtió, "si vamos hacia atrás, no hay motivos para que yo esté allí. No estoy interesado en validar el status quo".
Obama señaló que tomará una decisión sobre el posible viaje "en los próximos meses". La visita, la primera que haría un presidente estadounidense en seis décadas a la isla, se convertiría en uno de los grandes hitos del acercamiento entre los dos viejos rivales. Los analistas creen que lo más probable es que, si se produce el viaje, éste tendrá lugar después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2016 en Estados Unidos y antes de que Obama entregue el cargo a su sucesor, en enero de 2017.
Ya el secretario de Estado norteamericano vio a los disidentes en su visita a Cuba en agosto. Kerry se reunió media hora y en privado con los opositores en la residencia habanera del encargado de negocios de la embajada estadounidense, Jeffrey De Laurentis. Pero los disidentes no fueron invitados a la ceremonia de apertura de la embajada de Estados Unidos frente al Malecón habanero, algo que fue vetado por el régimen. Obama reiteró en la entrevista con Yahoo News su deseo de levantar el embargo a Cuba, algo que sólo el Congreso, controlado por los republicanos, puede hacer.
Ayer, las reacciones fueron pocas y mesuradas. El precandidato republicano Jeb Bush dijo en Twitter que "el pueblo cubano no quiere una visita simbólica a los disidentes; quiere un presidente estadounidense que se presente a una Cuba libre y democrática". Estas líneas reflejan la postural general de los republicanos, que rechazan de plano la apertura de negociaciones con el régimen cubano. Más aún, descartan con énfasis cualquier posibilidad de desmantelar el embargo comercial que pesa sobre Cuba desde 1962. Y en caso de ganar un republicano la presidencia en las elecciones de noviembre de 2016, los avances realizados por Obama en este último año seguramente quedarían congelados.
Guantánamo. Obama también se mostró a favor de cerrar la cárcel de Guantánamo, aunque reiteró que no devolverá el territorio en el que se encuentra. "Estamos lejos de tener una conversación sobre eso con el gobierno cubano", admitió Obama. "No hay duda de que a ellos les encantaría que les devolviéramos Guantánamo. Pero sospecho que va a ser una discusión diplomática larga que durará más que mi administración".Cuba considera que la base es territorio ocupado, pero Estados Unidos se niega a entregarlo, argumentando que tiene firmado un contrato de arrendamiento perpetuo de dicho territorio, en virtud del tratado cubano-estadounidense de 1903. Washington manda cada año a La Habana un cheque de 4.085 dólares para pagar el alquiler anual del territorio, que el gobierno se niega consecuentemente a cobrar.
El próximo 17 de diciembre se cumple un año del anuncio del deshielo entre Washington y La Habana. Estados Unidos y Cuba restablecieron en julio formalmente sus relaciones bilaterales tras más de 54 años y dos meses después se reabrieron las embajadas.
El pasado 25 de septiembre, el presidente de Cuba Raúl Castro llegó a Nueva York. Volvió así a Estados Unidos después de más de 50 años, aunque lo hizo para hablar ante la ONU, donde se encontró y saludó con Obama.
Acuerdo con el Club de París
Cuba alcanzó un acuerdo histórico con sus acreedores extranjeros por deudas que datan de hace 25 años. El Club de París anunció el pacto por el que los acreedores cancelaron 8.500 millones de dólares a cambio de la promesa de que Cuba pagará 2.600 millones de la deuda original en 18 años. Francia, el principal acreedor de La Habana, lideró las negociaciones.