Como Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix y Rodrigo Bueno, Miriam Alejandra Bianchi Scioli —luego Gilda— murió de manera trágica, joven, y en un momento brillante de su trayectoria artística.
Como Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix y Rodrigo Bueno, Miriam Alejandra Bianchi Scioli —luego Gilda— murió de manera trágica, joven, y en un momento brillante de su trayectoria artística.
La cantante bailantera murió en septiembre de 1996 en un gigantesco choque en la ruta 12, en Entre Rios. Tenía 34 años, hacia decenas de shows por fin de semana, y ya era celebridad en el mundo cumbia.
Lo cierto es que la curiosidad y el atractivo imparables por Gilda atraparon a Natalia Oreiro, que esperó paciente muchos años hasta conseguir protagonizarla en una película autobiográfica. Y “Gilda, no me arrepiento de este amor”, finalmente empezó a rodarse el lunes pasado.
Cuando al inicio de los años 90 Gilda comenzó a pegar fuerte con sus canciones, Natalia Oreiro apenas se asomaba a la adolescencia en Uruguay “y cantaba a Gilda en la ducha”, contó a Escenario, en una entrevista concedida en los estudios de Sony, en la ciudad de Buenos Aires. Luego, dijo: “Empecé a verla más en detalle, dónde respiraba, y descubrí a una cantante melódica, bastante rockera. Ella tenía un modo particular de cortar las frases. Tuve que aprenderlo”, admite.
La película, dirigida por Lorena Muñoz, se estrenará en septiembre de este año, justo a 20 años de la muerte trágica de la cantante que se crió en el barrio porteño de Devoto, que fue maestra jardinera, que estudió profesorado de educación física y que consiguió ingresar a un mundo artístico ajeno a sus tradiciones y estética.
Oreiro cuenta que investigó con obsesión a la artista que obtuvo enorme suceso con su tema “No me arrepiento de este amor”. “El de la cumbia era un ambiente muy difícil para las mujeres en los años 90. A Gilda no le daba el tipo de mujer para eso, porque cumbia era sinónimo de chicas voluptuosas y rubias. Ella era una chica flaca, de un barrio de clase media acomodada de Buenos Aires”, contó la actriz y cantante uruguaya.
La cumbia en los 90. Natalia asegura que “Gilda” la película buscará fidelizar la época, el entorno, el rol de la mujer en el mundo cumbia de los años 90. Explica que “Gilda atraviesa un camino de espinas ante los productores, previo a su consagración”.
El tema principal de la película es el amor hacia Gilda, como fenómeno popular hacia ella. Esa devoción llega a la santificación de su figura. Aunque, da fe Oreiro, “ella nunca se hizo cargo de ese punto; cuando alguien se le acercó para decirle que su música había curado a tal persona, ella contestaba «no mi amor, eso lo hacen los médicos. Y si la música te ayudó, bienvenida». Jamás se atribuyó ningún tipo de poder sobrenatural”.
Sin escatimarle sonrisas ni respuestas a nadie, Natalia Oreiro se mueve cómoda haciendo prensa para un proyecto que la atrapó completamente. Desde “hace 20 años que estoy esperando este momento”, exagera, y agrega: “Un desafío inmenso”.
“Soy fanática de Gilda, como mujer me siento absolutamente identificada con sus letras. Luego, cuando conocí su historia, fui admirando su valor. Me inspira, me da fuerzas, me da ganas y en especial me identifica en un punto: cuando creemos en la vida que tenemos todo resuelto, la decisión de dar un giro y animarse a hacer lo que realmente queremos hacer”, rescata.
En cuanto a la música, la película tendrá un sonido bien de los 90, y luego habrá un disco versionado actualmente, que acompañará la salida de la película, en homenaje.
La tragedia en la ruta 12 del 96 también terminó con la vida de la madre de Miriam Alejandra Bianchi, una concertista de piano, clásica, que habría influido mucho en el derrotero musical de su hija. Además, en el accidente murió una hija pequeña de Gilda, entre otras personas.
“Ella soñaba con ser cantante, pero para sus padres ese no era un buen plan. En un principio, cumplió esos mandatos. Pero luego se enamoró, se casó, y a los 30 se dio cuenta que había algo que le estaba faltando, cantar”, descubrió Natalia Oreiro que habló largamente con sus amigas íntimas, familiares y músicos entre otros.
Gilda siguió adelante con su sueño, y lo cumplió. “Por eso a 20 años, estamos aquí recordándola, y haciendo una película en su nombre”, suspira satisfecha quién será la protagonista de una historia biográfica ficcionada, aunque siempre respetando el sentido principal de los hechos efectivamente sucedidos.
En ese punto, la actriz uruguaya estará muy atenta a la particularidad del rodaje que se inició estos días. Para explicar sus sensaciones, relata, “trato de no utilizar la palabra miedo, porque inmoviliza. Diría que el proyecto genera ansiedad, y busco convertir ansiedad en atención, porque hace muchos años que quería hacer algo así. Gilda es un referente para muchos, y aún está muy presente su forma de cantar, bailar o de vestirse. En este trabajo hay algo novedoso para mí, voy a representar a alguien que realmente existió”, recuerda.
¿Qué era lo que Gilda quería comunicar?, ¿dónde se inscribe el rasgo distintivo de la estrella de la cumbia con cara refinada, y que conquistó multitudes aún sin contar con un requisito cumbiero como son los pechos voluptuosos y las caderas generosas? “Creo que conseguiremos decirlo desde la actuación, hemos encontrado al personaje. La investigación sobre Gilda fue muy abarcativa. Cuando nos juntamos con personas que la conocieron mucho y les mostramos cómo la recreamos, muchos se emocionan por la similitud. Me refiero a la similitud en esencia, y no por lo exterior que eso se consigue con maquillaje y peluquería. Pero no es el caso”, explica Oreiro a Escenario.
La actriz asegura que su relación con la cumbia “fue desde siempre”. Luego explica: “Aún antes de venir a Buenos Aires, en el 94, ya su música me transmitía alegría y esperanza; desde el desenlace trágico que tuvo Gilda, su masividad, me conmovió también desde ese lugar”.
Hubo antecedentes. En la telenovela “Muñeca brava” (1998) con que Oreiro explotó a la fama en la Argentina -con apenas 20 años-, la misma actriz propuso modificar el guión e incorporar una bailanta.
“Allí la homenajeé vistiéndome como ella, cantando y bailando. Luego, con otro trabajo para la tele que se llamó «Sos mi vida», canté la cortina musical que fue «Corazón valiente». Ya tenía la idea de hacer la película. Pero no se consiguió resolver el tema de derechos en aquel momento, a pesar de que varios directores lo intentaron”, dijo la uruguaya, confirmando su interés histórico por la cantante bailantera.
Pero el momento de encarnar a Gilda llegó. “Todavía a tiempo, no me pasé de edad (risas)”, desafía Oreiro. Y agrega: “Tengo un hijo, y entonces también entiendo qué le pasaba Gilda cuando hacía 20 shows un fin de semana, todas a la noche, y sus hijos pequeños quedaban al cuidado de su madre”.
“Hay que transitar eso. Ella tuvo la fuerza interior para ser Gilda y simultáneamente ser mamá. Se presentan muchos interrogantes para una mujer con hijos pequeños en este oficio: ¿estará bien lo que hago?, ¿seré egoísta en dejar a mis hijos por las noches por cumplir mi sueño?, ¿y qué pasa con no acompañarlos en situaciones escolares? Y también los riesgos que te contraten y luego no te paguen, y te estafen. Son cosas que pasan”, se pregunta Natalia Oreiro, compenetrada en su nuevo rol.
Respecto de la presunta cualidad de “santa” que espontáneamente le prodigan los seguidores a la cantante de Devoto, Natalia Oreiro respira hondo, y confiesa: “No me quiero poner espirituosa para que no se rían de mí, pero creo que Gilda podría estar digitando desde arriba esta situación que vivimos aquí”.
Natalia Oreiro y Gilda, en un punto, están igualadas: las dos luchan a fondo por lo que quieren.