Mientras se acerca la votación en el Senado nacional que decidirá la suerte del proyecto de legalización del aborto, grupos evangélicos aprovechan la contraola celeste para fortalecer un partido propio en la provincia.
Por Mariano D'Arrigo
El diputado Walter Ghione, referente del espacio UNO.
Mientras se acerca la votación en el Senado nacional que decidirá la suerte del proyecto de legalización del aborto, grupos evangélicos aprovechan la contraola celeste para fortalecer un partido propio en la provincia.
Bajo la consigna “En la defensa de la vida, somos UNO”, el último sábado el pastor y diputado provincial Walter Ghione encabezó un “auto-evento” en la zona oeste de la ciudad.
Sus organizadores dijeron que el objetivo del acto fue “reclamar a los senadores nacionales santafesinos la no aprobación del dictamen que atenta contra la vida desde la concepción, pero por sobre todo presentarles a los evangélicos la posibilidad cierta de ser parte de un espacio político con representación propia”.
Finalmente, el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo obtuvo dictamen y llegará al recinto de la Cámara alta el martes 29 de diciembre.
Más allá de si el proyecto es rechazado como en 2018 o si por el contrario obtiene luz verde, los celestes detectaron un nicho en el mercado electoral para crecer. Un focus group que realizaron encontró que parte de la población evangélica coincide en temas puntuales con los partidos políticos mayoritarios pero se siente defraudada por ellos por sus posiciones respecto a otras cuestiones.
“Esos espacios consideran a debates relacionados con valores, como la defensa de la vida desde la concepción y el concepto de familia, como moneda de cambio —cuestiona Ghione—. En cambio, para nosotros eso es lo más importante”.
Este grupo parece haber encontrado en la cruzada contra el aborto su elemento aglutinador y movilizador. No es nuevo: ya en 2018 el movimiento evangélico —que logró en los territorios más castigados una capilaridad que es envidiada hasta por la Iglesia católica— mostró su capacidad de convocatoria en las calles. Hace dos años, el experto en sociología de la religión Fortunato Mallimaci dijo que “los católicos pusieron lobby político y los evangélicos, la gente en la calle”.
Ahora, en su rechazo suman a los principios otro elemento: el momento del país. “Es inoportuno”, advierte Ghione.
Sin embargo, no quieren encerrarse en una sola agenda, ni armar un partido confesional.
El año pasado, el espacio celeste —favorecido por el sistema de boleta única y una figura conocida como cabeza de lista— dio el batacazo en Santa Fe: obtuvo 287 mil votos, que se tradujeron en seis bancas en la Cámara de Diputados.
Dos cismas generaron tres bloques: uno de cuatro legisladores (entre los que está Ghione), y dos unipersonales.
En 2021 quieren llegar al Congreso. Tienen vocación frentista pero aseguran que no serán parte de una alianza XL. Y a pesar de que una de las principales referencias de UNO, la diputada nacional Dina Rezinovsky, llegó al Congreso en la lista de Juntos por el Cambio, prefieren no hablar por ahora de una alianza con el macrismo.
“Queremos llegar con nuestros principios —remarca Ghione—. Y no deberle nada a nadie, al único que obedecemos es Dios”.
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