Desde mediados de 2021 el extenso barrio Ludueña se ubicó en las crónicas policiales como lugar común a la hora de contar muertos en las estadísticas de homicidios en el departamento Rosario. Buena parte de ellos, 8 de cada 10, en el contexto de peleas entre bandas que luchan a sangre y plomo por el control de los territorios y el narcomenudeo. Pero el asesinato de Ángel Osvaldo Peralta, ocurrido alrededor de la 1 de la madrugada de este miércoles, nada tuvo que ver con la muerte a manos de soldaditos y sus pistolas humeantes. Todo hace inferir que a Peralta lo mataron de un botellazo en la cabeza en el interior de su casa de Humberto Primo al 2000, entre las vías del ex ferrocarril Belgrano y las del ex Mitre. El relato del vecino que llamó al 911 daba cuenta que Peralta y "Neca", la mujer de 42 años con la que se había casado tres o cuatro meses atrás, habían discutido y ella puso punto final al conflicto golpeándolo en la cabeza con una botella. La mujer quedó detenida a disposición del fiscal Alejandro Ferlazzo.
En Humberto Primo al 2000, a cien metros del club Tiro Federal, a Ángel Peralta lo reconocían por el apodo de "Lalo". Jubilado sin aportes, se las había rebuscado para vivir: había trabajado con una verdulería, había vendido hilo y agujas de coser pateando casa por casa. La historia del hombre tiene un mojón ineludible en el recuerdo hace seis años cuando enviudó. Ninguno de los vecinos del hombre, uno de los habitantes más antiguos de la cuadra, registraba que tuviera hijos. Tras esa perdida, siempre según los vecinos, una sobrina de Lalo se instaló a vivir junto a él. "Tuvieron un par de discusiones y Lalo le dijo a su sobrina que se fuera”, explicó un vecino de la cuadra. Entonces apareció en escena Lucia Silvina R., una mujer 21 años más joven de Peralta a la que conocen como "Neca" y que vivía a menos de 300 metros, sobre calle Rafaela al 5100.
A la mujer en la cuadra la reconocen como Neca y una vecina la definió así: “No es muy cuerda del todo. Si la agarras un día que tomó la pastilla que va, es un amor. Pero sino la tomó, agarrate”. En el contexto del relato de su relación con Lalo, Neca no tenía la mejor prensa y la mayoría del vecindario la llamaba "Locata". Lalo y Neca se casaron hace tres o cuatro meses, pero cada quien siguió viviendo en su casa.
“Andá a saber qué se le cruzó por la cabeza a Lalo cuando se casó. A lo mejor ante la carencia de herederos o que estuviera peleado con ellos, dijo.... se va todo a la mierda y me caso con Neca. Ellos no convivían. Ella venia periódicamente, se quedaba dos o tres horas y se iba”, indicó otro vecino. “Lalo era una buena persona. Se sentaba en la vereda, se tomaba su vino y nunca jodía a nadie”, agregó. “Tenía una buena vida para un jubilado. Cobraba la pensión de la finada de su mujer y su jubilación. Ganaría más de 100 mil pesos”, dijo el vecino, también jubilado, como si se refiriera a ganancia de millonario.
Cultor de la vereda
La última vez que vieron sus vecinos a Lalo fue la tarde del lunes en medio del mismo ritual de todos los días: sentado en la vereda tomando un vino. Luego, ya de noche, vieron llegar a Neca. Y ya sobre la medianoche, un enjambre de patrulleros en la cuadra ante un llamado al 911. Al ingresar a la casa los uniformados se encontraron con el cuerpo de Peralta, con un fuerte traumatismo de cráneo, en medio de un charco de sangre. Acto seguido a la escena llegó Neca, quien le dijo a los policías que ella había estado junto a Lalo. Que en un momento salió 20 minutos de la casa y que al regresar encontró a su pareja con el rostro tapado con una prenda y a su alrededor un gran charco de sangre. Entonces le pidió a un vecino que llamara al 911.
La versión de la mujer no le cerró a los asistentes del fiscal Ferlazzo, quien ordenó que Neca quedara detenida. En el acta preventiva por el asesinato los policías dejaron constancia que la mujer tenía manchas de sangre en rostro, brazos, y ropas. También había manchas de sangre en las paredes de la casa.
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“Esta mujer (por Neca) claramente no tiene todos los patitos en fila. Anda saber si ahora no la declaran inimputable, la internan en Oliveros y chau el crimen de Lalo. Total mataron a otro viejo. Y viejos en este país sobran y no le importamos a nadie. A Lalo lo habían robado (denuncia del 18 de julio de 2020), pero vino la policía y no le dieron importancia”, reflexionó un viejo vecino de la cuadra. Los peritos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) secuestraron de la escena del crimen prendas del fallecido y de Neca, vidrios, vasos y una botella de vino que podría contener huellas u otros elementos importantes para la causa.
El fiscal Ferlazzo ordenó a los efectivos de la AIC para que trabajaran en la búsqueda de testimonios de vecinos, familiares y cualquier persona de la zona que pudiera aportar datos que ayuden a los investigadores a entender cómo fueron las últimas horas de la víctima. El fiscal ordenó que la mujer fuera examinada para establecer si está en óptimo estado de salud.