Un hecho tan aberrante desde el punto de vista del derecho como increíblemente estúpido desde el más puro pragmatismo dio una nueva oportunidad propagandística a los gobiernos populistas y crecientemente autoritarios de Sudamérica. El martes a la noche, el pequeño jet de Evo Morales iba a entrar a espacio aéreo francés cuando recibió un seco "no". Idénticas negativas llegaron desde Portugal e Italia. En cuanto a España, aseguró luego que ofreció permiso de vuelo alternativo. Pero al parecer hubo un condicionamiento español: el avión podía bajar, pero debía ser inspeccionado.
Como sea, entre EEUU, que al parecer creía que el "topo" Edward Snowden podía estar a bordo, y estas naciones europeas cometieron un atropello inadmisible. Y en el mismo acto le sirvieron al bolivarianismo populista, que se interna en una crisis económica y política, un inesperado festín gratis. Evo y sus aliados, muchos acuciados por economías en mal estado, vieron la oportunidad y no la dejaron pasar. Pero se notó mucho en Cochabamba, la ausencia de Hugo Chávez, un maestro del micrófono y de la escena en esto de atizar el sentimiento antinorteamericano. A su lado, los otros presidentes resultan opacos y no "levantan la temperatura" de los auditorios mediáticos.
Pero pese a la ausencia de su mejor orador, la cumbre presidencial de Cochabamba sirvió para escenificar la victimización ante las "potencias coloniales" de las naciones que luchan por su independencia. Es innecesario repetir la catarata de retórica antiimperialista que derramaron los mandatarios sudamericanos en Cochabamba. Basta decir que se volvió a plantear el esquema maniqueo "Un Nuevo Mundo que Despierta y se Libera del Imperio". Bien podría ser el guión de una tira de dibujitos del canal Paka-Paka.
Al origen del incidente aparece Edward Snowden, al que Maduro, el nicaragüense Ortega y luego Evo ofrecieron asilo. Maduro y Correa clamaron por los derechos y garantías de Snowden como si ellos provinieran de Suecia. La verdad no podría ser más grotesca: ambos han casi aniquilado la libertad de prensa en sus países. Esta sobrevive refugiada en portales web y algunos diarios. El caso Snowden fue conocido en detalle gracias a la libertad de prensa plena que existe en EEUU y el Reino Unido. Fueron los diarios The Washington Post y The Guardian los que contactaron al espía arrepentido y publicaron los explosivos datos que tenía.
Es burda la manipulación bolivariana: en base a un episodio abusivo e insostenible como el de la intercepción de un avión presidencial protegido por inmunidad diplomática, y con el trasfondo del caso Snowden, los bolivarianos se subieron al púlpito de las libertades y del respeto irrestricto del orden jurídico democrático. La privacidad personal y la libertad individual están ciertamente amenazadas por la NSA estadounidense. Pero ellos, los presidentes bolivarianos, han montado en sus países maquinarias represivas mucho más temibles, como los servicios de inteligencia chavistas. El exilio forzado de opositores bolivianos y venezolanos, que por única opción tenían la cárcel en procesos penales sin garantía alguna, es otro ejemplo de esta falta de libertades básicas. Asimismo, la nueva ley de medios de Ecuador es francamente represiva y arbitraria. Al punto que esta semana cerró una prestigiosa revista de investigación en Ecuador por considerar que con el nuevo marco jurídico era imposible seguir ofreciendo información de calidad. De manera que los bolivarianos son los menos indicados para dar cátedra sobre libertades personales, respeto de la privacidad del ciudadano y de las libertades de expresión y de prensa.
Este neotercermundismo bolivariano, se planta, además, en un dibujo geopolítico que declama como valor y a la vez nueva realidad el multipolarismo. Acá también surge un problema de valores muy grosero: ese multimpolarismo no lo lideran democracias, sino dictaduras y autocracias plebiscitarias. China y Rusia, fundamentalmente, casi únicas naciones que tienen rango de reales potencias en el mundo emergente. Ambas son socios estratégicos de los bolivarianos y líderes del armado internacional que trazaría un Nuevo Mundo pleno de procesos emancipatorios, según narran en Caracas, Quito y La Paz. Pero ocurre que ambas potencias autoritarias son protectoras activas del dictador y genocida sirio Assad en la ONU y, en el caso de Rusia, es además partícipe activo en ese crimen de lesa humanidad, al proveer de armas, municiones y asesores militares al régimen sirio. Rusia es aliada de Irán, y las dos naciones lo son de Venezuela. Teherán también tiene firmes alianzas con Correa y Morales, mientras que Assad aún hoy logra buena prensa en Venezuela y los demás países del Alba.
La nueva y presunta emancipación viene entonces con el sello de la opresión más brutal y añeja. Viejos regímenes árabes "socialistas", como el sirio (último representante del socialismo árabe o baazismo), dictaduras clericales como Irán, y por encima de ellos, Moscú y Pekín como grandes potencias protectoras en el plano diplomático y proveedoras de armas y know how en inteligencia y represión interna.
Pero hay otro aspecto de esta relación que pone en duda la proclamada "segunda independencia" que dicen encarnar los bolivarianos. Porque tanto China como Rusia están imponiendo su sello, ciertamente gravoso, a la Venezuela en crisis que dejó Chávez. Las dos potencias han firmado nuevos y al parecer jugosísimos contratos petroleros con Caracas. La profundización de la relación con China y Rusia en el plano energético se hace desde una posición de fuerza de estas, que aprovechan el desmanejo increíble de la petrolera estatal venezolana PDVSA durante estos 15 años de chavismo, y de su estado de postración por agotamiento del capital físico (refinerías, ductos, pozos). Allí clavan el diente Rusia y China, asegurándose contratos muy ventajosos. China acaba de ampliar la deuda de Venezuela a casi 40.000 millones de dólares. Caracas paga en especie: con petróleo. Esto significa que el país recibe créditos chinos que van a las cuentas generales del Estado y después su agobiada empresa petrolera tiene que arreglárselas para enviar millones de barriles de petróleo a China durante años.
Para hacer realidad este neotercermundismo en América latina se ha tirado al basurero el anterior modelo de democracia constitucional representativa, con real división y balance de poderes. Un tipo de gobierno que en la escena internacional se pone en la vereda de enfrente de Rusia e Irán y mantiene buenas relaciones con Occidente, con el que se identifica por valores y cultura común. En América latina este tipo de democracia "tradicional" se mantiene vigente en buen número de países, entre ellos los dos de mayor importancia (Brasil y México). Y queda cada vez más claro que a los países latinoamericanos que han optado por mantener democracias de este tipo les ha "ido mejor" que a las que las permutaron por modelos populistas autoritarios. Esto es así incluso si se dejan de lado los valores democráticos y se centra el balance solamente en el factor económico.