El Papa Francisco envió ayer una carta al rabino jefe de Roma, Riccardi di Segni, en ocasión del 70º aniversario de la deportación de los judíos romanos, en la que afirmó que es preciso "no olvidarlos" y "no bajar la guardia contra el antisemitismo".
"Es nuestro deber tener siempre presente en nuestros ojos el destino de aquellos deportados, percibir su miedo, su dolor, su desesperación para no olvidarlos, para mantenerlos vivos en nuestro recuerdo y en nuestras oraciones", escribió el Papa argentino en la misiva.
El mensaje fue leído ayer en la sinagoga de Roma en ocasión de la conmemoración de la deportación el 13 de octubre de 1943 de cerca 1.000 judíos romanos al campo de concentración de Auschwitz y del que sólo volvieron 16 personas.
Según afirma Francisco en el mensaje, conmemorar la deportación de los judíos romanos significa crear "una memoria futura, un llamamiento a las nuevas generaciones para que no se dejen arrastrar por ideologías y no se baje la guardia ante el antisemitismo y el racismo".
El Papa recibió ayer en Santa Marta a uno de los 16 sobrevivientes judíos, Enzo Camerino, en un "conmovedor encuentro", según informó el presidente de la Comunidad de Sant`Egidio, Marco Impagliazzo.
El escándalo del hambre. En otro orden, el Papa insistió ayer con que es un "escándalo" que exista el hambre y la desnutrición en el mundo y criticó "el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de alimento" en un mensaje enviado al director de la FAO, José Graziano da Silva, en ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación.
En su mensaje, que fue leído ayer durante la celebración de esa jornada en la sede romana de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), Francisco consideró que uno "de los desafíos más serios para la humanidad es el de la trágica condición en la que viven todavía millones de personas hambrientas y malnutridas, entre ellas muchos niños".
Así, instó a todas las partes de la sociedad a "afrontar juntos" este problema "para lograr una solución justa y duradera" y para que "nadie se vea obligado a abandonar su tierra y su propio entorno cultural por la falta de los medios esenciales de subsistencia".
Asimismo remarcó la paradoja de cómo la globalización permite conocer las situaciones de necesidad de las personas en todo el mundo, pero sin embargo "crece la tendencia al individualismo" y a "la indiferencia tanto a nivel personal como de las instituciones y de los estados, respecto a quien muere de hambre o padece malnutrición".
"El hambre y la desnutrición nunca pueden ser consideradas un hecho normal al que hay que acostumbrarse, como si formara parte del sistema. Algo tiene que cambiar en nosotros mismos, en nuestra mentalidad, en nuestras sociedades", instó el pontífice.
Para el Papa, es necesario, "hoy más que nunca, educar a la solidaridad, redescubrir el valor y el significado de esta palabra tan incómoda, y muy frecuentemente dejada de lado, y hacer que se convierta en actitud de fondo en las decisiones en el plano político, económico y financiero, en las relaciones entre las personas, entre los pueblos y entre las naciones".
"Sólo superando visiones egoístas e intereses de parte, también se podrá lograr finalmente el objetivo de eliminar las formas de indigencia determinadas por la carencia de alimentos", agregó.
En tanto, el Papa abrió el interrogante "sobre la necesidad de cambiar realmente nuestro estilo de vida, incluido el alimentario", ante los datos de la FAO que indican que 1.300 millones de toneladas de alimentos se desperdician anualmente.
Encuentro con Sergio "Maravilla" Martínez
Sergio "Maravilla" Martínez fue recibido ayer por el Papa en el Vaticano. El deportista le obsequió un cinturón que incluye una foto suya y el escudo argentino de un lado, y una del Papa y el escudo del Vaticano en el otro. Martínez, de 38 años, campeón mundial de peso mediano en el Consejo Mundial de Boxeo, compartió con el pontífice opiniones sobre violencia de género y los adolescentes en las escuelas, temas en los que el boxeador está comprometido y hace campañas.