Ya en los primeros días de la cumbre climática, los Estados ricos y los pobres en Copenhague han
protagonizado una fuerte pelea. El jefe de la delegación china, Su Wei, increpó ayer acaloradamente
a la Unión Europea (UE), Estados Unidos y Japón y sus objetivos de reducción por considerarlos
insuficientes.
La UE, por su parte, reprochó a China el bloqueo de discusiones abiertas
sobre la reducción de gases de efecto invernadero en los grupos de trabajo. Sudán criticó que con
la cumbre los países industrializados ahora supuestamente también persiguen objetivos colonialistas
en política climática. Ese país es actualmente portavoz de más de un centenar de países en vías de
desarrollo en en el grupo de Estados del G77.
La discusión se caldeó a causa de un borrador de acuerdo del primer
ministro danés Lars L›kke Rasmussen, que fue presentado en la conferencia. El documento
menciona que los países en vías de desarrollo sólo podrán elevar sus emisiones hasta un máximo no
definido y que después las deben reducir. “En los países pobres muchas personas ni siquiera
tienen tomacorrientes”, se indignó Su.
“Las emisiones de Estados Unidos continúan aumentando, pese a que
el país hace años que está plenamente industrializado”, señaló Su. El objetivo del presidente
estadounidense Barack Obama de reducir los gases de efecto invernadero de 2005 a 2020 en un 17 por
ciento es insignificante, criticó.
En lo que a la UE se refiere, China calculó que a partir de 2013
reduciría sus emisiones de gas anuales de forma muy inferior a la que lo hará hasta entonces. Los
objetivos chinos, en cambio, se corresponden con las exigencias a países en vías de desarrollo
recogidas en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. China pretende
reducir sus gases contaminantes (de acuerdo con el nivel de crecimiento económico) entre un 40 y un
45 por ciento hasta 2020 respecto a los niveles de 2005.
A su vez, Su arremetió contra la ayuda inmediata a países en vías de
desarrollo de 10.000 millones de dólares (6.700 millones de euros) respectivamente entre 2010 y
2012, propuesta por el responsable de cambio climático de la ONU, Yvo de Boer. “Unos 10.000
millones de dólares, desde un punto de vista global, no llegan ni a dos dólares por persona”,
comentó y añadió que con ese importe “uno no puede ni pagar un café en Copenhague”.
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