Me dirijo a usted por este medio, ya que es el único que conozco para hacerlo. Sé que trabaje donde trabaje, usted compra y lee diarios de todos lados. Le escribo, en primer lugar, para confesarle mi admiración hacia su persona, su trabajo, su pasión. El orden de estas admiraciones no es casual, sino que van por orden de importancia, pero lo curioso es que comenzaron exactamente al revés. Primero compartí la pasión, el fútbol y Newell’s; luego su trabajo; y últimamente, en el “cómo” y los “por qué” de estas idolatrías, lo que me llevó a su persona. Hace mucho ya, comencé a leer sobre su vida, sus inicios como jugador, como DT en inferiores, su carrera actual, sus relaciones personales y profesionales; y en muchos de estos aspectos no puedo dejar de verme muy similar. Con las mismas ansias de saber, de aprender, de revolucionar algo en donde parece estar todo inventado. No vengo de una familia reconocida, ni fui nunca parte del ambiente del fútbol profesional ya que fracasé en el intento, pero siento que dediqué y dedico todo a este hermoso deporte, como usted, aunque con obvias diferencias. Sé que habitualmente le da posibilidades a personas que muestran estos signos que hoy le confieso, como al chico de los cuadernos de 150 partidos, o a Paqui, y otros tantos más. Por eso, le pido me dé la posibilidad de mostrarle todo lo que tengo para dar, para aprender. No le pido que me regale nada, sé que puedo ganármelo, merecerlo. No quiero que me dé trabajo, ya que eso implicaría un pago, y no hago esto por dinero, sino porque como alguien dijo una vez “tengo 27 años, y siento que no he hecho nada significativo con mi vida todavía”. Espero que la presente cumpla su cometido, más allá de lo que signifique para usted, por lo que significa para mí que simplemente lo lea. Por ultimo, sólo me queda agradecerle por la inspiración que ha generado en mí, sólo haber leído sobre usted me llenó de convicción para encontrar mi profesión, mi destino, mi vida, el fútbol.