En Rosario, desde 1890 hasta la actualidad nunca se dejó de conmemorar el 1º de mayo. Se lo hizo en las calles, sindicatos, plazas, cines, teatros, escuelas, colegios, en la clandestinidad o en forma festiva, violenta o pacifica, legal o ilegal, oficialmente o en la oposición; con actos, marchas, obras de teatro, conferencias, festivales artísticos, misas con bendiciones de herramientas, tratando de superar récord de producción, competencias deportivas, etc. Lo protagonizaron desde sindicalistas de distintas ideologías, anarquistas, socialistas, comunistas, peronistas, radicales, hasta políticos liberales, conservadores, demoprogresistas, como también los integrantes de la Iglesia Católica, y los militares golpistas de las distintas épocas.
La Asociación Internacional de Trabajadores, en su primer congreso, adoptó esta resolución: “Se considera la reducción de las horas de trabajo como el primer paso con vistas a la emancipación obrera. En principio, el trabajo de ocho horas diarias debe considerarse suficiente. No habrá trabajo nocturno, salvo en casos previstos por la ley”.
La Primera Internacional continuó levantando como consigna “Ocho horas de trabajo, ocho horas de esparcimiento y estudio, ocho horas de descanso”.
En EEUU, en 1850, se crearon las “Grandes Ligas de Ocho Horas”, y el 1º de mayo de 1886, en la ciudad de Chicago, fueron a la huelga más de 300.000 trabajadores. A los dos días se concentraron varios miles de huelguistas, y una provocación sirvió de pretexto para que la policía ametrallara la asamblea, produciéndose seis muertos y cincuenta heridos entre los obreros.
Al día siguiente, en un acto en el que participaron más de 15.000 trabajadores, la policía disolvió violentamente el acto, luego que una bomba que explotó entre los policías. El ametrallamiento de la multitud dejó muertos y heridos. Luego los principales dirigentes obreros fueron detenidos y condenados a muerte en una farsa que llamaron “juicio”: George Engel, Michael Scwab, Lous Ling, Adolph Ficher, Samuel Fielden, Hessois Auguste Spies, Oscar Neebe y Albertr Parsons.
Unos días antes de la ejecución, se conmutó la pena de muerte por la de prisión perpetua a Michel Seawab, periodista y a Samuel Fielden, ex predicador metodista, mientras que Oscar Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados. Otro de ellos, Louis Ling, apareció “suicidado” en su celda por la explosión de un cartucho de dinamita colocado en su boca a modo de cigarro. Los que murieron en la horca el 11 de noviembre de 1887 fueron los cuatro restantes: Albert Parsons, periodista, Adolfo Fischer, tipógrafo, George Engels, tipógrafo, y Augusto Spies.
Posteriormente, el 14 de julio de 1889, se realizó en París un Congreso Obrero y Socialista al cual asistieron cerca de 390 delegados, de 20 países, de Europa, de EEUU y por los obreros argentinos, concurrió el maestro socialista, Alejo Peyret. Como una prueba del anhelo de unidad a escala internacional que animaba a los delegados, fue la decisión y el entusiasmo con que se proclamó al “1º de Mayo como Jornada Internacional de lucha de la clase obrera”. La resolución puntualizaba “Se organizara una gran manifestación internacional con fecha fija, de manera que en todos los países y ciudades a la vez, el mismo día convenido, los trabajadores intimiden a los poderes públicos a reducir legalmente a 8 horas de trabajo…”.
Los primeros años
En la primera conmemoración, en 1890, en los cuatro actos que se realizaron en el país: Buenos Aires, Rosario, Bahía Blanca y Chivilcoy, los obreros dieron a conocer el “Manifiesto del 1° de Mayo de 1890 de los trabajadores argentinos” con estos reclamos: limitación de la jornada de trabajo a un máximo de ocho horas para los adultos; prohibición del trabajo de los niños menores de catorce años y reducción de la jornada a seis horas para los jóvenes de ambos sexos de 14 a 18 años, abolición del trabajo de noche, exceptuando ciertos ramos de industria cuya naturaleza exige funcionamiento no interrumpido; prohibición del trabajo de la mujer en todos los ramos de industria que afecten con particularidad al organismo femenino, abolición del trabajo de noche de la mujer y de los obreros menores de 18 años, descanso no interrumpido de treinta y seis horas, por lo menos cada semana, para todos los trabajadores, prohibición de cierto género de industrias y de ciertos sistemas de fabricaciones perjudiciales a la salud de los trabajadores, supresión del trabajo a destajo y por subasta, inspección minuciosa de talleres y fábricas por delegados remunerados por el Estado: elegidos, al menos la mitad, por los mismos trabajadores, crear leyes protectoras y efectivas sobre el trabajo”.
Ese acto, en Rosario, fue organizado por anarquistas y socialistas que se reunían en el café “La Vieja Bastilla” o “La Bastilla”, ubicado en Rioja entre Mitre y Sarmiento. Recibida la invitación del Club Worwarts, de Buenos Aires, para organizar las manifestaciones para el primero de mayo, se designó a Virginia Bolten y Rómulo Ovidi, para representar a los obreros rosarinos. La policía que vigilaba a quienes asistían a las reuniones, en uno de sus informes advirtió al gobierno provincial “que se habían incrementado las reuniones de unos gringos extravagantes que usan corbata negra, moño volado y lucen frondosos bigotes”.
La plaza López fue el lugar elegido para la concentración, y desde las 11hs los manifestantes se fueron acercando portando carteles “negros con letras rojas”, uno de ellos con esta inscripción “1º de Mayo de 1890 -Fraternidad Obrera Universal”. La columna de 1000 manifestantes partió “custodiada por seis bomberos a caballo con sus flamantes Rémington”, recorrió las calles céntricas hasta la esquina de Entre Ríos y Urquiza, y se congregaron en la Quinta Hutteiman. Una casualidad de la historia haría que mucho años después, en un departamento ubicada en esa esquina pasaría sus primeros meses de vida el legendario revolucionario Ernesto “Che” Guevara.
En el acto, hablaron Domingo Lodi, Juan Ibaldi, Guillermo Schutlze, Alfonso Jullen, Rafael Torrent, Paulino Pallas, Virginia Bolten y Teresa Marchisio.
Las primeras conmemoraciones se distinguieron por la realización de distintas manifestaciones por las calles céntricas que culminaban en actos muy concurridos, con varios oradores, y luego había “Tribuna Libre” para que se manifestaran los asistentes. Las marchas de los gremios, que abarcaban varias cuadras, estaban encabezadas por bandas musicales que ejecutaban los himnos obreros, tanto la “Internacional” como “Hijo del Pueblo”, y los manifestantes al decir de los cronistas “debidamente endomingados con traje y corbata”. Por la noche se desarrollaban “Veladas Artísticas”, donde asistían las familias de los trabajadores, con programas que abarcaban representaciones de obras teatrales, recitado de poemas y música con temáticas referidas al mundo del trabajo, y luego discursos de delegados de los gremios o partidos políticos. La iniciativa partía tanto de anarquistas como socialistas, y de numerosos gremios. Las plazas López, San Martin y Santa Rosa fueron los lugares elegidos para los actos.
En 1910, la “Sociedad de Resistencia” dio a conocer un manifiesto explicando por qué la concentración tenía como consigna “La protesta contra la Ley de Residencia”:.
Las primeras conmemoraciones entre 1917 y 1930 estuvieron influenciadas por el fin de la Primera Guerra Mundial. Las posiciones proletarias frente a la guerra tuvieron un profundo sentimiento antibélico, remarcando que la clase obrera era la víctima de la guerra, y reclamando la paz.
!La policía advirtió que se habían incrementado las reuniones de unos gringos extravagantes !La policía advirtió que se habían incrementado las reuniones de unos gringos extravagantes
Fue en 1919, cuando el Intendente de Rosario decretó feriado para las reparticiones municipales. Mientras que a nivel nacional, en 1925 el presidente Alvear, resolvió a través de un decreto firmado el 27 de abril, declarar día de fiesta y feriado en toda la República.
Los actos de 1921 y 1922, se hicieron bajo consignas de repudio a la represión desatada en la Patagonia y en La Forestal.
Otros sectores sociales y políticos se sumaron a las conmemoraciones en los años 30. En el año 1936, se produjo un acuerdo de varias fuerzas gremiales y políticas para realizar conjuntamente la conmemoración. La conmemoración, fue organizada por el “Comité Sindical Pro 1º de Mayo”, al que adhirieron numerosos sindicatos, y los partidos Socialista, Comunista, Demócrata Progresista, UCR, distintas instituciones, plegándose por primera vez la Federación Universitaria del Litoral.
Desde 1939, hasta el surgimiento del peronismo, la Acción Católica Argentina y él Círculo Católico de Obreros, en una clara actividad militante, organizaron una serie de actos para adherirse a “la jornada de los trabajadores” y “conmemorar la aparición de las Encíclicas “Cuadragésimo Anno”( 1931) y “Rerum Novarum” (1891) de los pontífices Pío XI y León XVII”.
A partir de 1945 cambiaría el sentido y el significado de los actos. Con el peronismo, pasó a ser “día de fiesta” y este carácter se fue acentuando cada vez más al concretarse los beneficios en favor de los trabajadores. Ese día, con el tiempo fue uno de los pilares de la liturgia peronista. Cada año se producían grandes actos populares en todo el país. En Rosario, los actos de la CGT se realizaron en los primeros años, frente al local de la Secretaria de Trabajo y Previsión (Corrientes 440), posteriormente en el Parque Independencia en la intersección de Cochabamba y Oroño, lugar que se transformaría en histórico para el peronismo, en otras ocasiones se lo hizo en la Plaza San Martín, o en la cortada Sargento Cabral y Urquiza.
A pocos meses del golpe de 1955, los actos y reclamos de ese año fueron especiales por el clima político, económico y social que vivía el país. . Los discursos de los dirigentes gremiales rosarinos adquirieron una virulencia especial, por el clima de los enfrentamientos entre antiperonistas y peronistas. El discurso Perón expresó: “El pueblo organizado debe estar firme y alerta, pero tranquilo. Volvemos como en los tiempos iniciales, en la lucha anti oligárquica, del trabajo a casa y de la casa al trabajo. Si algún día como entonces nos obligan a dejar el trabajo, pobres de ellos”. A los meses, volverían los golpes de Estado, y el del 55, lo hizo con su secuela de fusilados, presos, ataques a las conquistas de la clase obrera y al partido peronista, que cambiaría el rumbo del país, y la lucha de clase contra clase iría in crescendo.