Días atrás, el grupo frigorífico brasileño Marfrig, uno de los mayores del mundo, anunció que dejaba de operar en el país, adonde había llegado a mitad de la década pasada. La decisión sorprendió a la industria de la carne local, no solo porque Marfrig fue la empresa extranjera que más resistió cuando se complicó el negocio por falta de animales, en 2010, sino también porque justo ahora esperan una recuperación de la rentabilidad, de la mano de un cambio de la política económica y de comercio exterior, que se prevé más rápido si triunfa la alianza opositora Cambiemos, pero también, más lento y sinuoso, si se impone el oficialista FPV de la mano de Daniel Scioli.
Esas expectativas están provocando un fuerte recalentamiento de todas las categorías de hacienda vacuna desde hace alrededor de un mes. En un momento del año que no es habitual, los ganaderos están reteniendo a la espera de que los frigoríficos exportadores empiecen a jugar más fuerte en la pulseada por los animales. Estos, a su vez, esperan a partir del 11 de diciembre, básicamente por tres medidas: readecuación del precio del dólar, quita del 15% de retenciones que tributan y eliminación de los permisos de exportación. Con las actuales condiciones, los frigoríficos convierten los despachos al exterior a $ 8,15 por dólar.
Pero los tiempos de la política económica son diferentes de los de la naturaleza. Si bien, desde la caída 10 millones de animales del rodeo nacional que se contabilizó en 2010 hubo una recuperación, todavía falta un buen tramo de recomposición, más acentuado en el caso de los novillos gordos, que son los que se exportan, y fabricar uno de estos animales de cero lleva tres años.
Marfrig sabe bien esto, según expresó en conferencia de prensa su presidente, el uruguayo Martín Secco: “Tenemos expectativas de que habrá cambios, pero la recomposición del stock bovino en la Argentina va a llevar tiempo; existen tiempos biológicos que nadie va a poder adelantar”. Y las dificultades financieras que viene arrastrando, en parte consecuencia de la vertiginosa expansión que protagonizó en los últimos años a la par de su compatriota JBS, que los convirtieron en pesos pesado del negocio a nivel mundial, se ve que no pueden esperar.
En el mapa con que ilustró el plan estratégico de la empresa, denominado Focalizarse para Ganar (Focus to Win), ya no figuran las operaciones y plantas en la Argentina.
El ingreso de China. En las antípodas de esta situación hay capitales de China, el país se ha convertido en el principal comprador de carne argentina. De acuerdo con gente allegada a las negociaciones, integrantes de Foresun Group, un grupo chino que a mitad de año se quedó con el frigorífico uruguayo Rosario, están negociando desde hace tiempo con Marfrig una transferencia de activos, aunque no está claro cuáles son. “Hay conversaciones avanzadas, pero la plata todavía no aparece”, indicó un conocedor de las tratativas.
En ocasión de su incursión en Uruguay, Foresun había dicho que durante 2015 continuaría expandiéndose “con adquisiciones de plantas de producción de carne vacuna en el exterior”, mencionando específicamente “acelerar la unificación de proyectos relacionados en Uruguay, Argentina y otros países”, de acuerdon con el newsletter especializado uruguayo Faxcarne.
Foresun hhizo en los últimos años adquisiciones en Australia, y hoy manejaría un tercio de las exportaciones de carne australiana a China, según versiones periodísticas.
China, que está aumentando la cantidad y mejorando la calidad de su consumo de alimentos en parte incorporando proteínas animales, se volvió en los últimos tiempos un cliente fundamental de carne del Cono Sur. En la Argentina, hace unos meses la firma Cartipam, de capitales chinos, se quedó con el control del frigorífico entrerriano San José (ex Vizental).
En Santa Fe, Marfrig es dueño del frigorífico Hughes (ex AB&P), en la misma localidad. También tiene una planta exportadora en Unquillo, Córdoba (Estancias del Sur), una en Villa Mercedes, San Luis (ex La Morocha) y otra en Vivoratá, Buenos Aires. Además, cuenta con una participación accionaria en un gran feedlot en Córdoba.
Esta empresa llegó al país en 2006 en una pelea cuerpo a cuerpo con JBS para liderar el negocio de la carne argentina. Llegó a ser el jugador Nº1 y el mayor adjudicatario de Cuota Hilton. En 2012 tuvo su primer achicamiento, cuando le cedió a su otro compatriota, Brasil Foods (BRF, producto de la fusión de Sadia y Perdigao), todo el negocio de marcas local: Quickfood, que incluía dos plantas en Santa Fe (en San Jorge y en Arroyo Seco), y cuatro de elaborados en Martínez, Baradero y Pilar, Buenos Aires. Marfrig también llegó a tener la principal cabaña del país, al comprar Pilagá, que también vendió.
Su rival JBS, que en simultáneo había adquirido siete plantas en el país, vendió una, cerró otras (en Santa Fe, la ex Cepa de Venado Tuerto) y sólo se quedó operando con Swift, en Rosario. En tanto, las dos principales empresas cárnicas estadounidenses, Cargill y Tyson, que como las brasileñas habían desembarcado en la década pasada, también se retiraron del país.
La política de restricción de las exportaciones y control de los precios internos que se implementó en el país desde 2006 hizo estallar las excelentes perspectivas que mostraba el negocio de la carne local enla primera mitad de los años 2000, primero aplastando el precio de la hacienda (con la consecuente liquidación de stocks que derivó en la pérdida del 20%), y luego arrastrando la rentabilidad de los frigoríficos exportadores.
falta de animales. Las expectativas respecto de que se revierta la rentabilidad para la ganadería está haciendo que los productores retengan la hacienda. En principio esperan que llegue el 11 de diciembre, cuando según el signo político que se imponga en el ballotage ya podrían empezar a verse cambios en materia de política económica. Pero diciembre es el mes en que tradicionalmente los productores empiezan a retener y estirar las ventas hasta el siguiente año, por razones impositivas, que este año se ven agudizadas por la imposibilidad de ajustar balances por inflación.
Así, en un contexto de escasos animales en general, hay una falta de oferta atípica, que está complicando más la frágil situación de los frigoríficos. En Santa Fe, por caso, el frigorífico Nelson, controlado por la reconquistense Friar, había suspendido la actividad temporalmente y decidió no reabrir hasta el año que viene, por la escasez de animales.