Siempre la pregunta del millón tiene una respuesta difícil. Un tercio de la Cámara baja que aun siendo técnicamente opositora y votó durante el año junto a Cambiemos, anoche decidía dar un giro, agruparse con el FpV, constituir mayoría, y darle un golpe al gobierno nacional. La pregunta es por qué ese cambio de actitud. Si bien Sergio Massa, del Frente Renovador (FR), buscó morigerar las consecuencias de su decisión ("intentamos ayudar al gobierno, no perjudicarlo", dijo), la novedad política quedó expresada.
Eso que siempre estuvo al alcance de la mano, un acuerdo político opositor amplio que reoriente las decisiones de Cambiemos — en minoría y sin quórum propio en ambas Cámaras—, sin embargo, no se había puesto en práctica durante todo el ciclo legislativo ordinario en Diputados. Con la sola excepción de la luego vetada ley de la doble indemnización.
El delicado equilibrio de un acuerdo entre quienes se tienen desconfianza —FpV, FR y Bloque Justicialista (BJ) de Diego Bossio y PS, entre otros— hizo que los actores fueran especialmente cuidadosos con sus palabras. Sin embargo, LaCapital pudo saber que en el FpV tomaron con satisfacción el acuerdo, y que lo trabajaron de manera protagónica.
Y que ante la buena nueva de la actitud de Massa y Bossio, plantean tres hipótesis: Massa estaría empezando a ser visto como parte del oficialismo, por amplios sectores de la sociedad. Y no es ése un lugar cómodo para un político que pretende disputar electoralmente, con su propio partido, en el ya inminente 2017.
Una segunda explicación en el cambio de actitud del FR, que aceptó una foto compartida con la cúpula del FpV, se cifra en la actitud terminante del oficialismo. Que, si bien aceptó agregar algunos puntos nuevos en su dictamen, le cerró al FR toda posibilidad de un cambio sustantivo en los mínimos no imponible. El reclamo central de la oposición. La negociación se frustró.
Finalmente, la novedosa unidad amplia de la oposición que anoche desairaba a la Casa Rosada, puede entenderse en la enorme sensibilidad que genera el impuesto a las ganancias. Se sabe, no siempre el alcance numérico de las decisiones económicas está en directa relación el impacto político que generan.
Menos del 10 por ciento del total de los trabajadores (registrados, no registrados, monotributistas, jubilaciones) pagan hoy Ganancias. Sin embargo, el estrago político que genera excede largamente a los efectivamente involucrados; la clase media trabajadora —de salarios medios altos— tiene mucha incidencia en la opinión pública. Lo sabe el gobierno actual, y también el gobierno anterior, que lo padeció especialmente. Por no modificar las escalas, y por actualizar tardíamente los mínimos no imponibles.
La otra razón que explica el acuerdo sorpresivo entre la oposición del FpV kirchnerista y los bloques cercanos a Cambiemos, que anoche se aprestaba a votar, debe buscarse en la declinante realidad económica que ofrece la Argentina. Y en los crecientes pronósticos sombríos que los propios analistas cercanos al gobierno hacen oír cada día con más fuerza.
"Vencimos los egos y las diferencias, y salimos con la política", marcaban ayer desde el BJ.
Ahora el gobierno nacional tiene su última carta a jugar en el Senado. Desde el FR se encargaron ayer de anunciar "un principio de acuerdo con Miguel Pichetto", el jefe del bloque mayoritario en la Cámara alta. El último embate de la Casa Rosada, vía gobernadores, se dará en el Senado. No es seguro que tenga éxito. Cuando algo sale mal —para el gobierno—, es probable que insistir con igual lógica sobre los mismos actores, no ofrezca resultados nuevos.
Al final del camino —si la ley es sancionada por el Senado— podría sobrevenir el veto presidencial. En ese caso, la Rosada tendrá la delicada tarea de evaluar evaluar si apaga el fuego con agua, o agrega nafta al incendio.
Lifschitz avaló el proyecto oficialista
El gobernador Miguel Lifschitz salió ayer en defensa del proyecto de Ganancias que envió el Ejecutivo a Diputados, y que anoche se estaba discutiendo en el recinto, y que podría naufragar por el proyecto que unificó la oposición.
Lifschitz sumó su aval al proyecto oficial en una reunión con sus colegas de la Región Centro, el cordobés Juan Schiaretti y el entrerriano Gustavo Bordet, con quienes se reunió en la ciudad de Córdoba por el Corredor Bioceánico Central.
"Si bien reconocemos el derecho que tienen los trabajadores para que sus salarios no sean castigados por los impuestos, también consideramos que se debe tratar con la misma importancia, jerarquía el derecho de las provincias a mantener su masa coparticipable", sostuvo Lifschitz.
"De los recursos provinciales dependen la suerte de millones de trabajadores públicos de las provincias y de sus comunas, lo mismo que las políticas de sustento social, de salud, de educación y de seguridad", agregó el mandatario santafesino.
"Apelamos a la responsabilidad, al criterio y al sentido común de los legisladores de los distintos partidos, porque hay variados proyectos en debate, como el del gobierno nacional que fue discutido en su momento con los ministros de economías de todas las provincias y lo que aspiramos es que la resolución final que tomen los diputados vayan en ese sentido", dijo.
En igual sentido se pronunció Schiaretti, quien ratificó su postura en avalar el proyecto consensuado entre los ministros de economías de las provincias junto al gobierno nacional "porque es el que va en la dirección correcta para resolver las distorsiones, es decir que lo que hay que modificar son las escalas del impuesto a las ganancias porque es lo que plantea un costo fiscal adecuado que podemos soportar".
En ese sentido dijo que "la mayor distorsión que hoy tiene el impuesto a las ganancias es el porcentaje que paga quien supera el mínimo no imponible, ya que en vez de arrancar pagando un 2 por ciento, e ir subiendo el porcentaje en la medida que es mayor el ingreso".
Asimismo dijo que lo que más perjudica a los asalariados es que "como consecuencia de la desactualización de la escala de progresividad se termina pagando directamente el 35 por ciento".