La grieta en materia económica imposibilita un debate serio de ideas. La economía K y M se disputan la verdad de las ciencias económicas. Ninguno pudo seducir a la inversión, sacar al país del estancamiento e inflación. No crecemos desde el año 2011, se necesita salir de la grieta y hacer reformas estructurales.
Resulta sumamente difícil escribir sobre economía en tiempos de grieta, daría la impresión que una parte importante de los comunicadores piensa que la economía va a explotar, Argentina va al default, la tasa de interés se va espiralizar y el dólar alcanzará niveles insospechados, estos serían los muy pesimistas.
Otro grupo, piensa que el escenario es muy difícil, pero que se puede llegar a revertir, sin caer en default, dólar medianamente controlado y tasas de interés en baja. Estos serían los pesimistas.
En ningún caso hay comunicadores que sean optimistas en el corto plazo, y razones no faltan.
Argentina tuvo la peor sequía de los últimos 50 años y esto dejo sin ingresos de divisas al país en el año 2018. La pésima implementación de una política monetaria y de tipo de cambio bajo, agravó el problema. Los sucesivos shocks externos como la suba de tasas en el mundo, y el efecto Turquía no ayudaron. La devaluación interna y el impacto de los cuadernos en el ámbito económico potenciaron la crisis.
Hace desde el año 2016 que venimos planteando que la economía va a un ajuste económico severo, es más, escribimos un libro que se llama "Como hacer negocios en tiempo de crisis" de la economía K a la economía M. Nos impulsó escribir dicho libro el gran cambio en la forma de hacer negocios que avizorábamos en el horizonte. El libro se escribió en el 2016 y vio la luz en el 2017, antes de esta crisis.
Ante los cambios que asomaban en la estructura de precios relativos, escribimos largas notas alertando de estos problemas, definiendo a los gastos de estructura de los negocios como el principal problema a resolver.
Esto se puede morigerar llevando los negocios a más escala, trabajando en el agregado de valor de los productos que comercializan, o bien agrandando la paleta de productos. Las empresas lo podrían hacer incorporando capital, pidiendo financiamiento o asociándose con un tercero o competidor.Era suicida seguir en la misma escala que en el pasado.
Con el contador Jorge Simon, impulsamos un proyecto para declarar al sector turismo en industria, para que los integrantes de la cadena hotelera y gastronómica pagaran menos impuestos, y recibieran créditos para reconvertirse ante la gran crisis que asomaba. Si las familias tenían que erogar más dinero en tarifas e impuestos, el rubro esparcimiento es el primer afectado. Se caracteriza por generar mano de obra, es capital intensivo y el principal locador del mercado. El proyecto nunca se trató, se soslayó y se ninguneo.
Evidentemente, no hemos sido lo suficientemente elocuentes para plantear lo que creíamos que venía para la Argentina, porque nadie tomó medidas concretas para morigerar la crisis. Las empresas no fueron a más escala en la mayoría de los casos, los comercios no se reconvirtieron, pocos trabajaron en la paleta de productos, y la suba de tarifas encontró con la guardia muy baja a los emprendedores. Los Estados nacionales, provinciales y municipales no desarrollaron políticas contracíclicas para atender las necesidades de los emprendedores, todos opinan, pero nadie baja un impuesto, derecho o tasa específica.
Bajo la economía K, la tasa subsidiada, la alta inflación y el mix de dólar oficial y paralelo, disimulaba muchos problemas económicos. La economía M trajo trabajó para bajar el déficit fiscal, ahora existe un solo dólar, pero no se logró que llegaran inversiones, lo que generó alta inflación y tasas de interés prohibitivas para la producción.
El grave problema de Argentina, es que tanto bajo la economía K como en la economía M, el gran ausente es la inversión. El país no crece desde el año 2011, así lo muestran los registros del PBI a precios constantes del año 2004. Si incorporamos la variable poblacional, el PBI per cápita da una significativa baja de 2011 a la fecha.
En igual período de tiempo, las exportaciones no crecieron, la soja dejó de ser el diamante, y quedaron en el recuerdo los precios superiores a los u$s 400 la tonelada en Chicago. Como las exportaciones no crecieron, las importaciones perdieron dinamismo y empujaron a la baja al PBI.
Si en un país no crece la inversión y las exportaciones, es muy difícil que el consumo interno, ya sea público o privado, puedan lograr que el PBI crezca. Es imposible.
Para cualquier ser normal, lo vivido desde el 2011 en adelante nos llevaba invariablemente a un escenario de crisis, que no pudo resolver Cristina, y tampoco Mauricio.
Los argentinos cuentan con u$s352.000 millones en el exterior, y nadie mueve un dedo para traerlos, la clase política no da garantías de una legislación tributaria que persista en el tiempo, no hay a la vista una reforma laboral y previsional que sea sustentable. Los altos tributos que pagan empresarios o ciudadanos con empleo formal, pueden ser más elevados mañana.
En este contexto, las reformas estructurales que se están llevando en el Banco Central lucen auspiciosas, los bajos precios de las acciones y bonos argentinos (solo igualables a los de los 90) lucen atractivos, y el mejor escenario futuro de los precios de las materias primas nos hacen pensar que es probable una mejora de las exportaciones para 2019.
Todo esto es positivo, pero sin el empuje de la inversión es difícil que pueda ser sustentable.