Con el recambio político también se renovaron los acreedores: mientras que en la posconvertibilidad creció la deuda al interior del sector público, desde el 10 de diciembre comenzó un nuevo ciclo de endeudamiento externo. Especialistas advierten que es un escenario peligroso, ya que la economía argentina debe obtener una cantidad superior de divisas para atender las obligaciones futuras. Y, peor, tiene que conseguirlas con una balanza comercial casi neutra, y cuando distintos sectores demandan dólares para insumos, pero también para insertarlos en circuitos financieros y luego reenviarlos fuera del país.
La deuda del sector público no financiero y el Banco Central (BCRA) creció 8.593 millones de dólares y trepó a 92.470 millones. Aquí se contabilizan los desembolsos de 5 mil millones del préstamo puente para el BCRA, la colocación de títulos públicos de 1.250 millones por parte del gobierno de la provincia de Buenos Aires, la compra de títulos públicos por no residentes en el mercado secundario por 1.672 millones, y pérdidas por diferencias de valuación.
En tanto, la deuda del sector privado no financiero se estimó en el trimestre en 67.621 millones de dólares, 2.261 millones más con respecto del saldo a diciembre de 2015. Finalmente, la deuda del sector financiero sin BCRA se estimó en 3.145 millones -250 millones menos- fundamentalmente en líneas de crédito.
Se trata del último dato oficial, publicado por el organismo estadístico a fines de junio. Sin embargo, estudios privados contabilizan un aumento superior.
Un informe del Estudio Broda de principios de agosto consigna 24.850 millones de dólares en colocaciones del sector público y 4.393 millones del sector privado. De esos 24 mil millones, 16.500 corresponden a la emisión para el pago a los holdouts, 2.750 millones para la recompra de cupón PBI y el resto a obligaciones de distintas provincias, que también se subieron a la ola del endeudamiento. Por caso, la legislatura santafesina aprobó una emisión por 500 millones de dólares, que podría colocarse en septiembre (ver aparte).
En tanto, desde la Fundación Pueblos del Sur relevan también un crecimiento de la deuda pública interna: 21.422 millones de dólares entre Bonar 16, 18 y 20 y Programa de Letras del Tesoro; y 86.584 millones de pesos entre Bonac 2017 y distintos DNU para gastos de la Anses.
Deuda multiuso
Para el economista y ex diputado nacional Claudio Lozano la toma de deuda es para el gobierno "un instrumento fundamental para garantizar el stock de divisas de intervención en el mercado cambiario, para financiar el déficit del sector público -sustituye emisión por endeudamiento externo- y para tratar de financiar obra pública y recomponer el nivel de actividad".
No obstante, los recursos que ingresaron vía financiamiento externo todavía no se tradujeron en proyectos productivos. Antes parecen haber funcionado como red de contención para el levantamiento de las restricciones cambiarias y para saciar la sed de divisas. En efecto, de acuerdo a la autoridad monetaria en la primera mitad del año la fuga de capitales —la llamada formación de activos externos- alcanzó los 6 mil millones de dólares.
Además, aun después del acuerdo con los fondos buitre tampoco han variado significativamente las condiciones de los préstamos. Esteban Guida, presidente de la Fundación Pueblos del Sur, resaltó que "los gobiernos nacional y provinciales, incluso algunas empresas, están pagando arriba del 7 por ciento, que no es muy distinto a lo que se pagaba en el supuesto default del año pasado".
Son tasas superiores a las que afrontan otros vecinos del continente: mientras que Argentina paga más de 6,5 por ciento por sus títulos soberanos a 30 años, los bonos brasileños tienen un rendimiento de 5,5 por ciento y los mexicanos 4,25 por ciento.
Deuda en posconvertibilidad
Si bien después del 10 de diciembre continuó la tendencia a la suba de la deuda, existen diferencias cualitativas con respecto al período anterior. Mientras que en términos absolutos la deuda pública subió entre 2002 y 2015 de 152.974 millones de dólares a 330.876 millones, cambiaron la relación de la deuda con el PBI y la composición del endeudamiento.
Entre 2001 y 2002 luego del default la deuda pública saltó del 54 por ciento al 151 por ciento del producto. Después del canje de 2005 y con la reactivación económica la proporción deuda/PBI tocó un piso de 35 por ciento en 2011, y volvió a subir hasta el 54 por ciento que se registra en la actualidad, de acuerdo a Econométrica.
Pero además empezó a crecer el endeudamiento "intrasector público": con el acceso vedado a los mercados internacionales, el estado comenzó a prestarse a sí mismo. Según Econométrica, de los 237 mil millones de dólares de deuda pública 102 mil millones están en manos de privados y organismos de crédito y 135 mil millones corresponden a deudas con la Ansés, el Banco Central, el Banco Nación y otros entes públicos.
De acuerdo a Sofía Devalle, economista del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), este cambio "también tiene sus costos, como un debilitamiento institucional del BCRA y el Ansés".
Para Lozano a comienzos de la década pasada se desaprovechó la oportunidad de investigar la deuda. "El final del conflicto con el juez Griesa está asociado a que no se cuestionó la legitimidad de los acreedores y se siguió cediendo jurisdicción", señaló. Y añadió: "ahora vamos por un nuevo revival donde la confianza en que la lógica del endeudamiento en los mercados financieros nos va a llevar al paraíso".
Apostar al blanqueo
En este marco, los distintos especialistas prevén nuevas colocaciones de deuda. Más cuando las otras dos alternativas de financiamiento —mayor presión tributaria y emisión monetaria- parecen descartadas del plan oficial.
Cuánto y cuándo se emita dependerá también del éxito que logre el blanqueo de capitales. En su momento el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, afirmó que si se exteriorizaban 20 mil millones de dólares el blanqueo sería un éxito. A finales de julio, el analista Salvador Di Stefano subió la vara: proyectó que podrían blanquearse unos 50 mil millones de dólares, de los cuales 35 mil millones se volcarían a la compra de bonos soberanos.
La torta es grande: según el informe "Posición de Inversión Internacional" del Indec al 31 de diciembre del año pasado existían bienes de argentinos en el exterior por 232.411 millones de dólares, un tercio del PBI. Es un cálculo conservador: no incluye ahorros en dólares por fuera del sistema financiero ni las colocaciones a través de maniobras como las que destaparon los Panamá Papers. El Cefid-Ar estimó un stock de más de 200 mil millones de dólares fuera del radar.
Solvencia
Aunque esté en su fase inicial, el interrogante es cuán sustentable será el nuevo endeudamiento externo. Para Devalle la colocación de deuda "debería ser algo temporal", para poder financiar grandes reformas de infraestructura, y después debería moderarse" "No es lo ideal tomar deuda indefinidamente: en la década de los '90 desembocó en la explosión de la deuda", recordó.
Por su lado, Guida trazó también un paralelismo con la debacle de la convertibilidad: "Cuando terminó el proceso privatizador y la balanza comercial era deficitaria, producto del tipo de cambio fijo, la deuda externa se transformaba en la única fuente de financiamiento de una economía que necesitaba recursos, ya sea para financiar el déficit fiscal, como para afrontar las importaciones". Y agregó: "Eso podría repetirse, en la medida en que el país no genere riqueza internamente y requiere de divisas para afrontar sus compromisos. Ahí es donde se presenta la insustentabilidad del modelo".
En la misma línea, Lozano vinculó la cuestión de la deuda a la lógica de acumulación de la economía argentina, "que hace que recurrentemente se planteen problemas en materias de divisas y de endeudamiento", dijo el ex legislador.
"La deuda no tiene solución financiera", planteó. En su opinión, se trata de una discusión política alrededor de tres ejes: "Qué deuda corresponde pagar y qué deuda no, la lógica del patrón productivo —la industria declama cerca de 36 mil millones de dólares al año- y el comportamiento del capital extranjero, su tendencia a remitir una proporción muy alta de sus utilidades y reinvertir muy poco en el país".
Inflexión. El voto del Congreso a favor del pago a los fondos buitre se convirtió en un hito del nuevo modelo económico.