En la Argentina, la agenda económica con perspectiva de género es una realidad que se impuso. Así como en los últimos años el 8M fue una caja de resonancia de las demandas de mujeres y disidencias por el fin de la violencia machista y los femicidios, por los derechos sexuales y reproductivos entre los que figuraba el aborto legal, o por la paridad en los cargos públicos, también el acceso igualitario al mercado de trabajo, la eliminación de las brechas de ingresos o la valorización monetaria del trabajo doméstico se sumaron al grito potente de “alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América latina”.
Los límites económicos que tienen muchas mujeres para escapar de situaciones violentas no sólo se los impone su agresor, sino un mercado laboral que las excluye o les tiene asignados los empleos más precarizados, y un Estado que durante muchos años asignó los fondos públicos en políticas que replicaban las desigualdades. Pero además, la decisión de esos varones de arrogarse la propiedad de la mujer también nace de roles preasignados, como el de la romantización del trabajo doméstico sin cuestionar, como dice la socióloga Eleonor Faur que es “una construcción, uno aprende haciéndolo” y por eso no es femenino per se.
Esto refleja “que las consecuencias del impacto de la emergencia sanitaria sobre la dinámica del mercado laboral profundizaron una desigualdad de género preexistente”, según el informe.
Además, reveló que solo entre el primero y el segundo trimestre de 2020 la tasa de desocupación de las mujeres jóvenes creció en 4,6 puntos porcentuales, al pasar del 23,4% al 28,5%.
De este modo, la pandemia -que erosionó todas las variables económicas vinculadas al empleo y al ingreso- dejó al descubierto lo que ya existía. Por eso, cuando la economía comenzó a mostrar incipientes signos de recuperación a partir del tercer trimestre del año pasado, el avance fue más lento y “difícil” para las mujeres, según explicó la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (DNEIyG) en base a datos del Indec.
“Si se comparan los indicadores de la tasa de actividad y de empleo para las mujeres previos a la pandemia (4º trimestre del 2019) con los datos del 2º y 3º trimestre del 2020, se observa un declive. La primera cayó más de 8 puntos porcentuales (pp) en el segundo trimestre del 2020, esto es más de un 1,5 millón de mujeres, quienes salieron del mercado laboral, no tuvieron un empleo ni buscaron uno. Para el tercer trimestre de 2020 este indicador mostró una recuperación de 4,2 pp respecto del trimestre anterior, que si se compara con la recomposición de la tasa de actividad de los varones (6,5 pp) fue un 35% menor.
Trabajo doméstico
Pero también la cuarentena sacó a la luz, y puso en cuestión, lo que se venía reproduciendo al interior de los hogares: la sobrecarga del trabajo femenino en el espacio doméstico. Aunque a principios de los años 2000 comenzaban a visibilizarse estas estadísticas con las Encuestas del Uso del Tiempo que elaboraba el Indec, la pandemia las expuso y las profundizó.
“La pandemia lo que provocó en la economía popular fue avasallante porque tuvimos que intentar sostener el trabajo que habíamos generado y nos multiplicó de tareas”, sintetizó “Jackie” Flores del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
Las mujeres lideran el registro de trabajadores y trabajadoras de la economía popular y vieron incrementadas sus tareas vinculadas a servicios socio comunitarios y de cuidados durante la pandemia en Argentina. En rigor, fueron ellas las que mayoritariamente coordinaron acciones sociales de contención en barrios, comedores y merenderos.
Según el último reporte general del Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (Renatep), para el 28 de diciembre de 2020 se habían inscripto un total de un millón 750 mil personas, de las cuales un 57% son mujeres. La rama de actividad mayoritaria es la de servicios socio comunitarios (32%), seguida por servicios personales y otros oficios (26%), comercio popular y trabajos en espacios públicos (13%), agricultura familiar y campesina (9%), entre otros.
El informe de Renatep del mes de agosto de 2020, se verificó que el 64% de quienes trabajan en la rama de servicios socio comunitarios son mujeres. Un dato que coincide con la estimación de la (DNEIyG) en 2020, el cual indica que aporte al PIB del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados representa un 15,9%, constituyéndose en el sector de mayor aporte de toda la economía.
"Las mujeres lideran el registro de trabajadoras y trabajadores de la economía popular con el 57% del total "Las mujeres lideran el registro de trabajadoras y trabajadores de la economía popular con el 57% del total
Desde el Observatorio de Géneros de Cepa se llevó adelante en la primera semana de julio de 2020 la “Encuesta sobre el impacto de la pandemia en los hogares: un enfoque desde los cuidados” para conocer la afectación económica de la pandemia y el aislamiento, Arrojó que durante el aislamiento, la cantidad de horas que dedicaron las mujeres en promedio al trabajo no remunerado (TNR) aumentó 70,7%, pasando de 6,9 horas diarias antes del aislamiento obligatorio a 11,8 horas diarias durante el mismo. Los hombres dedicaron 7,9 horas promedio por día en el aislamiento, mientras que anteriormente dedicaban 5 horas; representando un aumento de 60,4%. “Esta brecha en el tiempo dedicado al TNR entre hombre y mujeres creció a 3,9 horas diarias promedio, lo cual implica un incremento del 97%”, indicó Cepa.
Menores ingresos
A su vez, la relación entre los niveles de ingresos de las mujeres y de los varones sintetiza la brecha salarial de género y expresa tanto el grado en que las mujeres acceden al mercado de trabajo como los niveles monetarios que obtienen en comparación a varones.
Cepa indicó que aún en el empleo registrado, prevalecen elevadas brechas salariales de género: los varones perciben en promedio ingresos personales 27% mayores que las mujeres.
Por otra parte, el 55,7% de las y los beneficiarios del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) fueron mujeres y más del 60% de ellas son menores de 34 años. “El desafío de los feminismos en 2021 debe ser cuantificar el trabajo reproductivo para ponerlo en valor y reconocerlo de manera efectiva, en el marco de un nuevo sistema integral de cuidados”, concluyó.
La desigualdad puesta en números, gestada por años de luchas, obligó a darle un lugar al tema en la agenda pública. El ministro de Economía, Martín Guzmán, destacó este último 8 de marzo cuando se conmemoró el Día Internacional de las Mujeres, la importancia de “construir una sociedad más igualitaria” y recordó que “por primera vez” el presupuesto vigente tiene perspectiva de género. Se trata de la primera experiencia en su tipo en el país y el monto destinado a estas políticas ronda el 3% del PBI.
Pero también, la creación de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género en el Ministerio de Economía es un paso más en la consolidación de esta agenda, ya que busca derribar otro estereotipo en términos de asignación de recursos que ubicaba únicamente en las áreas de desarrollo social a las políticas destinadas a cerrar la brecha de género en lugar hacer un abordaje integral.
La titular del área, Mercedes D’Alessandro, señaló que desde el Estado se encuentran trabajando en dos ejes. Por un lado, “la recuperación económica tiene que tener perspectiva de género y esto significa fortalecer el sistema de cuidados”. Agregó que “se está trabajando en un anteproyecto de ley del sistema integral de cuidados, que lo está llevando adelante el Ministerio de las Mujeres.
El otro eje es que desde el Ministerio de Economía se esté trabajando en incidir en la participación de las mujeres en sectores estratégicos, tales como tecnología, industria, obra pública. “Esos sectores están completamente masculinizados, dijo D’Alessandro. Entonces, “uno de los objetivos que tenemos para que la recuperación económica tenga perspectiva de género es incidir en que haya más mujeres en esos sectores y la conciliación del trabajo con las tareas de cuidado y los estímulos para que las mujeres crezcan en esos espacios porque tenemos muy pocas mujeres en áreas jerárquicas en energía o la industria”, agregó.
El último dato del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo, muestra que en promedio, las mujeres representan el 20,7% del empleo industrial formal y el 10,3% de los puestos jerárquicos en la industria, participación que empeora cuando se trata de empresas grandes donde sólo el 4,2% está ocupado por mujeres.