En el cruce de avenida Mendoza y Sánchez de Loria se han sucedido numerosos accidentes a lo largo de estos años. Las causas en general son siempre las mismas: imprudencia, desaprensión, exceso de velocidad. Para quienes no conocen, a la altura del cruce mencionado existe una curva y contracurva, la avenida es ancha y se presta para apretar el acelerador. Numerosos también han sido los trámites encarados por los vecinos a nivel individual o colectivo, juntando firmas, perdiendo mañanas enteras de trabajo, presentando expedientes en la Municipalidad, en el Distrito Noroeste. También un concejal del bloque Frente para la Victoria propuso iniciativas en el Concejo Municipal, durante las decisiones distritales que realizan todos los años. Casi todos esos proyectos, transformados en expedientes, fueron tratados y aprobados, a veces con la tramposa carátula de "estudio de factibilidad"; otros llegaron más lejos, a distintas dependencias municipales, como la Dirección General de Tránsito, que luego de una inspección "in situ" recomendó la instalación del sistema de semáforos. Todo este papelerío comenzó hace cinco o siete años. En su transcurso, muchos automóviles a gran velocidad perdían el control, chocaban, daban tumbos, se incrustaban en el frente de algún comercio. En uno de esos tantos accidente, el año pasado, el 15 de junio por la tarde, mis padres fueron atropellados por un rodado en esa esquina al intentar cruzar la avenida para tomar el trolebús. Mi madre murió en el acto y mi padre falleció unas dos horas más tarde en el Heca. Más allá de la responsabilidad del conductor, nadie me puede sacar de la cabeza que es imposible esperar cinco o siete años un semáforo en una zona harto peligrosa, lo cual es fácilmente comprobable. Hace algunos días, operarios municipales han colocado las columnas que van a sostener los semáforos. Bienvenidos sean. ¡Por fin! Quizás estos aparatos permitan dar a todo un vecindario un respiro de alivio, en la creencia de que el porcentaje de accidentes se reducirá. A mis viejos les hubiera gustado ver los semáforos instalados, incluso ellos han sido algunos de los tantos firmantes, pero ya no están para verlos. Y a mí me gustaría celebrar su colocación, pero después de semejante pérdida, son solamente un símbolo de la desidia y la indiferencia.