Miles de argentinos inundaron esta semana las plazas de distintos puntos del país para manifestar un contundente rechazo al fallo de la Corte Suprema, que abrió la puerta a beneficiar con la libertad a represores de la dictadura con la figura del 2x1. Los gremios docentes y centros de estudiantes participaron de la convocatoria. Profesor de historia y ex ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni destaca la importancia de la escuela como "escenario privilegiado para la transmisión de la memoria". Y advierte que "no hay peor ideología que la que quiere invitarnos a pensar que se puede enseñar en una escuela neutral".
—¿Qué lectura hace del debate sobre el 2x1 y su impacto en las políticas educativas de memoria?
—Es indudable que hay una ideología de este gobierno que es indisimulable. Que se nota en varios aspectos de la vida política, social y económica. Es un gobierno muy amigo del capital y poco amigo del trabajo. Un gobierno que sostenidamente habla con desdén de los trabajadores acusándolos de poner palos en la rueda, diciendo que el Estado es un aguantadero y que están sacando "la grasa y la basura". En ese marco es un gobierno que también tiene una postura respecto del pasado próximo de la Argentina. Que por supuesto la ha querido disfrazar, porque sabe de la conciencia que ha tomado el pueblo argentino en este último tiempo, pero que cada tanto sale explícita o implícitamente. Explícitamente con la amnesia de algunos funcionarios respecto del número de desaparecidos. El presidente también acompañó esa amnesia diciendo que no importa cuántos son, calificando al pasado próximo de la Argentina como "guerra sucia". Si el presidente fuera un alumno del sistema educativo estaría aplazado, porque la ley de educación nacional cuando refiere a los sucesos de la Argentina habla de Terrorismo de Estado. A esto agregar la discontinuidad de políticas de memoria relacionadas con la educación, de la distribución de libros, el desarme del canal Encuentro y del canal Pakapaka —aunque todavía perviven algunas muestras—, el desmantelamiento del programa de Educación y Memoria con instrucciones a los integrantes para que dejen de hablar de terrorismo y hablen de "interrupción de los gobiernos constitucionales". O el atemperar explícitamente el tono de las comunicaciones hasta prácticamente hacerlas desaparecer o reducirlas a alguna efeméride del 24 de Marzo y poquitas cosas más. Evidentemente este gobierno tiene una política de empezar a pensar en "memoria completa", de hablar de "guerra sucia". Pero se ha encontrado claramente en estos días con los límites de una sociedad. Porque, salvo un reducido número, el núcleo duro de sus seguidores que pertenecen a una derecha que evidentemente celebraron el fallo, el resto de la sociedad —y quiero pensar muchos de los que lo han votado— se sienten absolutamente molestos con este 2x1.
"Si Macri fuera alumno del sistema estaría aplazado, porque la ley de educación habla de Terrorismo de Estado, no de guerra sucia" / @AlbertoSileoni
—¿Usted entiende que el fallo fue posible por un clima de época que bajó del Estado?
—Por supuesto forma parte de un clima de época. Es inevitable decirlo, más allá de que sean dos poderes claramente diferenciados de la república. Esto no hubiera ocurrido en otro tiempo. Creo que conforman, si uno los puede hilvanar —y no hace falta mucho para hacerlo— una política evidente que tiene que ver con una restauración conservadora, con un modo de ver la realidad de la cual nos separa un océano. Y hubo una sobreactuación casi patética, porque han salido rápidamente después del primer día que el secretario de Derechos Humanos (Claudio Avruj) diera su opinión. Salieron todos en esta reacción que uno imagina que forma parte de esos grupos focales con los que se mueven. Deben haber hecho alguna indagación rápida y haber entrevisto que el humor social era absolutamente contrario a esta posibilidad. Entonces se quieren poner a la vanguardia de esa defensa, que claramente nadie les puede creer. Junto con esto la sociedad argentina ha aprendido que nada está construido para siempre. Y que en derechos, que uno entendía que podía "descansar" porque estaban instalados, hay que estar alertas. Pero hay una porción de los argentinos, una mayoría abrumadora, que entrevé que volver para atrás en materia de derechos humanos es algo absolutamente imposible de aceptar.
—¿Qué rol le cabe a la escuela en este contexto?
—El más importante, y no lo digo como un acto de soberbia. Una investigación que hicimos hacia el final de nuestra gestión con la Universidad de Buenos Aires (UBA) arrojaba que una proporción muy alta de los estudiantes, cerca del 70 por ciento, se enteraba de estos episodios de la historia argentina como el Terrorismo de Estado a través de la escuela. Que había una altísima proporción de estudiantes que tenían clara conciencia de lo que significaba el concepto de desaparecido. Y que por supuesto había una abrumadora mayoría que decía que en el lugar donde más frecuentemente habló de estos temas es en la escuela. Por tanto, como decía algún humanista sobre el holocausto, si la humanidad estuvo allí puede volver sobre los campos de concentración. No está dicho que esté asegurada la democracia para siempre. Se asegura en la mesa familiar, en casa, pero también en la escuela, como escenario privilegiado para la transmisión de la memoria. Ellos (por el gobierno nacional) son conscientes de estos valores. Por eso también atacan tanto la escuela pública y quieren disfrazar la situación diciendo que en la escuela no debe haber política ni ideología. Y no hay peor ideología que esa, que quiere invitarnos a pensar que se puede enseñar en una escuela neutral. No existe la neutralidad. Creo que a cada paso nos vamos dando cuenta de las verdaderas caras de estas cuestiones, las limitaciones que tienen y como un aspecto positivo la conciencia que adquirió el pueblo argentino en estos años. Una conciencia que realmente a veces emociona.
—También se suele ver mucha presencia de jóvenes en estas marchas. Los centros de estudiantes se movilizan y preparan actividades sobre estos temas
—Eso también es un dolor para la derecha argentina. Porque en esa marcha que hubo de algunos miles de argentinos a favor del gobierno del 1º de abril no había jóvenes. Y cuando no hay jóvenes te da un poco el talante de lo que se trata. La presencia de los jóvenes en las marchas por la memoria efectivamente nos permite tener confianza en el futuro. Igual nunca hay que dormirse. Borges decía que nada está escrito en piedra, todo está escrito sobre arena. Y en estos días nos estamos dando cuenta con dolor que está todo escrito sobre arena, que lo que fue puede dejar de ser.
"La presencia de los jóvenes en las marchas por la memoria efectivamente nos permite tener confianza en el futuro. Es u dolor para la derecha." / @AlbertoSileoni
—De allí la pregunta por el rol de la escuela.
—Un rol decisivo. La ley de educación nacional de 2006 no es una ley que trate temas. No es temática. Pero en su articulado habla de tres cuestiones: el pasado próximo de la Argentina, al cual se denomina Terrorismo de Estado; la cuestión Malvinas y nuestra inserción americana. Claramente esas que pueden ser llamadas banderas sin pompa son en algún sentido una síntesis de lo que nosotros pensamos que debe ser la educación.