“Desde la actuación me interesa más un lugar donde no esté tan definido eso de hacer comedia o hacer drama”, explica Violeta Urtizberea sobre su personaje en la obra “Una casa llena de agua”, el unipersonal que la tiene en la piel de una estudiante de Biología que trabaja como niñera en la casa de una familia de buen pasar económico. Desde allí, la actriz navega entre ambos géneros, en la búsqueda que tiene su personaje hacia la adultez, entre el humor y el conflicto de empezar a comprender el mundo con otros ojos.
“Lo que elegimos contar es una historia que tiene que ver con los trabajos feminizados, los trabajos que ejercen sobre todo las mujeres, y que se ejercen en las casas”, agrega la escritora Tamara Tenembaum sobre este texto que además es su primera obra de teatro.
Ambas, Violeta y Tamara, jóvenes referentes de una forma particular de encarar el feminismo desde lo artístico, despliegan en “Una casa llena de agua” un universo paralelo, donde la protagonista usará de ejemplo el fondo del océano, los seres que lo habitan, para explicar la realidad.
Esta metáfora del océano se irá volviendo cada vez más intensa a medida que la protagonista intenta entender su perspectiva de futuro y los costos económicos, éticos y emocionales de la adultez. “Una casa llena de agua” se podrá ver esta noche, a las 21, en la sala Mateo Booz (San Lorenzo 2243). Las entradas están a la venta a través de la plataforma Passline.
Mamá de Lila y en pareja con el cantante Juan Ingaramo, Violeta Urtizberea contó a Espectáculos los cruces y desafíos de encarar a esta niñera, que, en sus palabras, “se pone un poco dark”.
¿Cómo describirías este monólogo llamado “Una casa llena de agua”?
La obra es sobre una chica llamada Milena, es estudiante de Biología y trabaja como niñera en la casa de una pareja, que tiene una hija pequeña. Milena está al cuidado de esa bebé y toda la obra transcurre en su habitación. El dispositivo del monólogo implica que yo le estoy relatando mi vida a la bebé, para entretenerme en mis horas de trabajo. Al principio parece simplemente un relato normal, pero que cada vez se va poniendo más oscuro. También participan los padres de la niña en el relato, empiezan a suceder cosas con ellos. La obra se va poniendo cada vez más darkie, y todo en el contexto de un cuarto de una niña, con móviles y juguetes y peluches alrededor.
¿Qué te vincula a este personaje y por qué? ¿Ser mamá influyó en la composición?
La primera vez que leí la obra, que me la acercó Mariano Tenconi Blanco, no la conocía a Tamara pero hubo algo en su lenguaje que me resultó propio y familiar. Incluso hoy en día somos muy amigas. La voz de Milena es una voz que me resulta propia, no tuve que hacer una composición muy distinta a mi; el personaje de Milena podría haber sido yo a esa edad tranquilamente. Por otra parte, ser madre me hace atravesar la obra de manera distinta. Estoy segura de que yo no iba a atravesar la obra con la profundidad que lo hago de no haber sido madre, porque le estoy hablando a una bebé y cuando me llegó la obra yo estaba con Lila de cuatro meses. En ese entonces estaba inmersa en esa situación de maternidad, por eso me identifico mucho con Milena, pero también con la mamá de la beba. Entiendo ese contexto y esa casa y lo que pasa ahí dentro, porque yo también tengo niñeras que cuidan a Lila.
¿Qué temas aborda la obra?
La obra está situada en los años 90 y es clave, porque hay millones de cosas que hoy día, después de la revolución femenina del movimiento Me Too, no podrían vivirse de esa manera. Hay otros nombres, otras interpretaciones de los hechos, en ese momento donde transcurre la obra era otro el paradigma. La obra da lugar a que sucedan cosas que en hoy no podrían suceder. Hay algo del no decir que a veces artísticamente es más interesante que sea completado por el espectador. Y se logra eso. La posibilidad de que la obra suceda en los 90 hace que no se diga tanto, más bien que se habite y nada más. Y sí, por supuesto que también se habla de género, de la mujer y de la identidad de clases. Te muestra esa situación tan particular de convivir con un empleado en tu propia casa. Milena se mete en esa casa y vive y respira la cotidianidad de esta familia. Es extraño para ambos, pero sobre todo para el empleado doméstico que también ve el contraste de la situación económica y social propia.
TAMARA TENEMBAUM: “MIS TEXTOS HABLAN DE POCAS COSAS Y DE MUNDOS ACOTADOS"
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La filósofa y dramaturga Tamara Tenembaum.
“Lo que elegimos contar es una historia que tiene varios temas, que tiene que ver con los trabajos feminizados, los trabajos que ejercen sobre todo las mujeres, y que se ejercen en las casas. Además, las relaciones que esos trabajos inauguran, tanto con los varones como con otras mujeres. El tema del texto sobre todo es el poder. Es una obra que habla sobre el poder, y aunque no estemos acostumbrados a que sea una niñera y que sea hablando con un bebé que se hable del poder, el tema central de la obra es eso. Me interesa mucho contar, pensar y contar el poder en contextos donde no estamos acostumbrados a hacerlo”, explica la escritora y filósofa Tamara Tenembaum a Espectáculos.
Reconocida por su libro “El fin del amor: querer y coger en el siglo XXI”, traducido en varios idiomas, Tamara sin embargo entiende que sus libros no son universales. “Mis textos hablan de pocas cosas, y de mundos acotados y explícitos, y muy específicos. Casi todo lo que yo escribo está muy situado en la ciudad de Buenos Aires y en la clase media porteña, y entiendo que es un mundo que no conoce la mayoría de la gente en otros países. Pero mi sensación es que cuando uno se pone a estudiar y contar un mundo y buscarle la particularidad en esos detalles y cosas que hacen que un mundo sea distinto de otro, quienes leen encuentran algo valioso, algo con lo que se pueden vincular. Creo que vincularse con un texto no funciona a partir de la identificación, de encontrar algo que se parece a tu mundo, sino de encontrar un mundo que está tan bien contado que te deja entrar. Y eso es lo que creo que pasa con un texto cuando se traduce”, reflexiona.
Respecto de la obra “Una casa llena de agua”, proyecto donde se encontró con la actriz Violeta Urtizberea y donde la mayoría de las personas que trabajan son mujeres, expresó: “Me gusta trabajar mucho con mujeres, sin embargo los espacios que hay que ganar son todos, incluso los que no se organizan, los verticalistas y los menos colectivos hay que conquistarlos igual. Soy una dramaturga que no dirige sus propias obras, lo que implica hablar con alguien que dirige y eso para mí es una entrega muy grande. Me pasa tanto con las actrices como con las directoras o productoras, no hace falta generalizar, pero siento que cuando un proyecto tiene un equipo de mujeres estamos todas muy dispuestas a dejar de lado el ego y poner adelante la obra. Yo no vengo a reclamar mi texto sobre la dirección ni sobre la actuación, ni la directora quiere adueñarse de nada; creo que hay algo distinto que se arma en los equipos de mujeres, no se ponen delante las individualidades y eso me parece muy valioso”.