Un abanico generacional se despliega sobre las tablas. Con sus instrumentos en mano y despojados de toda partitura la atmósfera se vuelve mágica y empieza el juego. La escena lúdica se vivirá mañana, jueves, a las 21 en la Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza), donde el armoniquista Franco Luciani y el pianista José “Pepe” Colángelo presentarán el disco “Tango improvisado”, junto al contrabajista Pablo Motta y el guitarrista Leandro Andersen.
El rosarino multipremiado Franco Luciani junto a quien fuera el pianista de Anibal Troilo, Juan de Dios Filiberto y Julio Sosa, se lanzan a la improvisación como premisa de libertad creativa. “Con la improvisación el escenario tiene magia, estamos jugando todo el tiempo. Colángelo con toda su experiencia y conocimiento vuelve a ser un niño” dijo Luciani a Escenario, y comenzó la charla.
—Fue muy importante por varias cosas, el Gardel es un premio respetadísimo a nivel regional porque lo da la familia del mundo de la música, que son los periodistas, los técnicos, los músicos, los productores, eso le da un valor muy especial. En mi caso es el tercer Gardel que gano, para mi es muy importante porque este disco lo hicimos con José Pepe Colángelo, un gran maestro y para él fue su primera nominación.
—¿Cómo nació este disco que vas a presentar junto al maestro Colángelo?
—Este material tuvo un proceso de dos conciertos previos, sin saber que íbamos a grabar un disco y que sería premiado. El primer encuentro con el maestro fue en un homenaje a Hugo Díaz que hizo Mavi Díaz, su hija, allá por el 2015. En ese encuentro tocamos con el maestro por primera vez y hubo una energía, un ida y vuelta realmente muy lindo. Luego pasaron unos año y tuvimos el gusto en el 2019 de hacer el concierto cierre del Festival Internacional de Tango de Bs As en la Usina del Arte. Yo toqué con mi trío, Pepe tocó con su proyecto y después hicimos algo juntos, fue una noche hermosa. Mavi que estaba presente fue muy importante, porque de allí surgió la idea de decir “esto hay que grabarlo”. Tuvimos la suerte de concretarlo antes de que empiece la pandemia, en enero de 2020. La idea fue decir, “juntemos un puñado de tangos, vayamos a los míticos Estudios Ion, nos tomamos dos días y los grabamos”. Y así lo hicimos junto a Leandro Andersen en guitarra y Pablo Motta en contrabajo.
—¿Cómo eligieron los 10 temas que conforman el disco, que incluye clásicos como “Los mareados” y “Barrio de tango”, pero también obras propias?
—Exactamente, esa fue un poco la idea. Dijimos tenemos que incorporar por lo menos un tema propio, porque somos intérpretes pero también compositores y tienen peso ambas cosas, quisimos lograr ese equilibrio. Pensamos que no podía faltar al menos una obra de cada uno, por eso elegimos la milonga del maestro “Sin pretensiones”, y un tango mío que se llama “El sainete del diablo”.
—Ahí lograron el equilibrio buscado.
—Exactamente, y quien sabe si no se siguen sumando temas y cosas nuestras en cada show.
—¿Cómo definirías al compañero de escenario con el que el jueves vas a dialogar musicalmente?
—Es un referente respetadísimo, un artista del que me vengo nutriendo desde antes de conocerlo. Es el último pianista de la orquesta de Troilo, el pianista de la orquesta de Leopoldo Federico cuando acompañaban a Julio Sosa.
—Algo así como un prócer.
—Tal cual, es un prócer, esa sería una buena definición. Y además es una persona muy humilde, una persona que te abraza cuando toca. Es un gran músico de partitura, pero también un gran improvisador, el tango tiene esas dos cosas. Y además, es una persona con una energía y una juventud arrolladora. Se la envidiamos con Leonardo, el guitarrista que es un veinteañero.
—Me imagino que arriba del escenario se produce un encuentro generacional. ¿Es la música como idioma universal la que posibilita ese encuentro?
—Indudablemente, coincido con esa idea, la música es un idioma universal. El momento del arte, el momento sagrado de la música arriba del escenario no tiene edad y no tiene tiempo. Uno lo siente con el maestro porque en el escenario hay otra dimensión. Ahí no importa la diferencia generacional, sí existe la experiencia que él tiene para nutrirnos y que disfrutamos mucho abajo del escenario cuando cuenta sus anécdotas. El escenario tiene magia, más con el tema de la improvisación donde estamos jugando todo el tiempo. Colángelo con toda su experiencia y conocimiento vuelve a ser un niño.
—Es común ver una zapada en el rock, pero ustedes se dieron el lujo de sacarse las partituras de encima y generar un espacio lúdico en un espectáculo de tango, algo que no es muy usual.
—Exacto, es un espacio lúdico, igual creo que con la partitura no habría que perder ese aspecto lúdico. Los cuatro somos lectores de partituras pero lo que buscamos es tocar de una manera despojada. Cada nuevo concierto obviamente tiene una columna vertebral, pero después es lúdico, es un juego.
—¿Cada concierto es distinto?
—Totalmente, pero quiero aclarar que el tango ha tenido mucho de eso, incluso con Troilo, con su cuarteto con Grela era mucho mas zapado.
—Con menos de 40 años compartiste escenarios con los grandes de la música popular argentina, hoy te acompaña el maestro Colángelo, pero también tocaste con la negra Sosa. ¿Es una de tus referentes?
—Sí, tuve el honor de ser bendecido en la última etapa de Mercedes, fui parte de su última gira por Europa en el 2008 y vi lo que ella era en el mundo. Es mi referente, porque la negra tenía esa concepción amplia de la música y por su compromiso y sensibilidad. Son de esas personas que van por el mundo y dicen “estoy pintando mi aldea”, eso es algo que yo tomé de ella. También tengo el honor con otros colegas como es el caso de Colángelo, personas con las que me nutrí en mi formación.
—Tus raíces tienen que ver con el folclore, ¿en qué momento decidiste animarte al tango, y además con una armónica?
—Tuve la suerte de vivir mucha música en mi familia. Empecé a tocar folclore de muy chico, el tango vino un poco mas tarde, pero me acuerdo de estar con mi viejo y que me vaya marcando algún tango para sacarlo. El tango como género en un disco entero mío llegó recién en el 2006.
—Con “Armónica y tango”
—Exactamente, pero “Armusa”, mi primer disco del 2002, aunque es mayormente de folclore tiene “Flor de lino”, “El esquinazo” y “Sur”, tres obras del repertorio tanguero. Entiendo que son dos géneros, pero tengo un concepto global de la música argentina.