"Parece una obra argentina, de Discépolo o de Roberto Cossa. Esa familia que
vive prendida a unas ilusiones como adolescentes. Es una tragedia, pero con la que el espectador se
puede reír mucho, como uno se puede reír de uno mismo". Así defendió Alfredo Alcón a "La muerte de
un viajante", la obra de que presenta en el teatro El Círculo. La pieza de Arthur Miller se
presentará hoy y mañana y fue dirigida por Rubén Szuchmacher.
—¿Cuál es la vigencia de la obra después de 60 años?
—Es que parece una obra argentina, de Discépolo o de Roberto Cossa. Esa
familia que vive prendida a unas ilusiones como adolescentes, que se enganchan con el éxito, que se
creen que uno vive para tener éxito. Es una tragedia, pero con la que se ríen mucho, como uno se
puede reír de uno mismo. Tiene mucho de los personajes del Erdosain, de Roberto Arlt; un mundo
fuera de lo real.
—Pienso que sí. No soy filósofo ni tan profundo como para darme cuenta
cómo es el mundo. En todo caso me parece que hay una exacerbación de lo superficial y lo banal, de
la estupidez porque en la medida que el ser humano no piense es más fácil de manejar.
—¿Esa banalización y esa inmediatez parece inevitable? ¿Influye en eso
parte de la propuesta que tiene hoy la televisión?
—Puede ser, pero no pasa por echarle toda la culpa a la televisión.
También en teatro se hacen obras de puro entretenimiento en el peor sentido. Yo creo que hay que
entretenerse, que el arte es entretenido. Si te divertís escuchando chistes de prostíbulo, es muy
probable que tu alma se achique.
—¿Con qué se divierte?
—Yo... yo me divierto con chistes de prostíbulo (risas). No, yo me
divierto trabajando. Aunque dicho así parece que fuera eslogan moral, pero a mi me divierte mucho
ensayar, actuar, es como un viaje.
—¿Lo que menciona de "Hamlet" se puede aplicar hoy?
—Por supuesto que subsisten a través del tiempo en las grandes tragedias
de Latinoamérica que son la diferencia entre poder de elegir su vida que tenemos algunos y las que
no lo tienen. Cuando yo empecé, a los 9, 10 años, mi madre había quedado viuda. Había ido a
trabajar a una fábrica. Yo soy hijo de una fabriquera, como se decía en aquella época. No sé si
ahora, con esa edad, yo podría ir a una escuela de teatro a estudiar. Quizás estaría en un semáforo
haciendo malabares. Ni sabría qué es el teatro. La posibilidad de elegir qué es lo que hacés con tu
vida es estar vivo. Creo que no sabría qué es el teatro si viviera en un barrio periférico con
calles de tierra, con la gente condenada a no elegir, a hacer lo que pueda con lo poco que
tiene.
—Alrededor suyo sobrevuela la imagen del gran actor, del mito ¿cómo se
lleva con eso?
—Cuando voy por la calle no siento que nadie me trate así. Nosotros
estamos hablando normalmente. Yo trato que este ratito sea algo más que un reportaje, que te pueda
contar algo de mi alma, por decirlo de alguna manera. Yo voy por la calle y la gente me grita
Alfredito estás más gordo, más flaco, te vi anoche en el teatro. Si porque me sale bien un papel
creyera que soy un ser superior, en realidad sería un imbécil. No digo que no pueda pasar, a veces
por miedo, por inseguridad. El miedo te pone murallas. Esta es una profesión peligrosa porque si te
creés que sos indispensable sonaste.
—¿Elige más dramas que comedias?
—Elijo una obra que me gusta. Las grandes tragedias tienen escenas de
comedia, de sainete.
—¿Se ve haciendo a Inodoro Pereyra, por ejemplo?
—No se si Inodoro Pereyra, pero sí sus cuentos. Aquí han hecho sus textos
que son muy ricos. Pero claro que me gustaría, con otro actor, qué se yo, Francella y yo diciendo
textos de Fontanarrosa.
—¿Por qué no está con más frecuencia en televisión?
—Alguna vez, con mucha generosidad me han ofrecido participar en
"Vulnerables" o "Locas de amor". Para mi hacer teatro a la noche y durante el día hacer otra
cosa... Está bien quien lo hace, pero cada uno tiene una medida. A mi también me gusta no hacer
nada, mirarme el ombligo (risas) Y si estoy poniendo caras todo el día ¿cuándo pongo la mía?. Me
gusta pensar que a la noche voy a hacer tal obra. No se si la hago bien o mal, pero es como si
fuera la última vez que salgo a actuar. No es así porque creo que es mi responsabilidad o mi
mensaje... sino porque no sé hacerlo de otra manera.