Pérez.— Casi aburrida, como si lo hubiera hecho todo día, la señora de pollera larga y rodete que estaba sentada en la puerta de su humilde vivienda, señaló a su izquierda: "Allá, donde está la chata blanca esa, ahí vive la familia. Algo sentí de que ayer había muerto un chiquito, pero no sé nada más". El "allá" al que se refirió es el final, a la altura del 9000 de la calle El Chajá, del barrio Cabín 9, donde un alto cañaveral casi oculta la casilla de chapas pintadas de verde claro. En ese lugar vive la mamá de los protagonistas de un drama por el que un joven de 16 años mató accidentalmente a su hermano de 12, mientras manipulaban un rifle a aire comprimido calibre 5,5 milímetros.
Beatriz Fernández está separada del esposo; los hermanos portan, en el caso de Ismael el apellido de la madre, mientras que el apellido del fallecido Agustín es el de su padre, Said.
Beatriz casi perdió la voz de tanto llorar y no entender su propia tragedia. Casi balbuceando dijo: "No sé, es terrible; usted que está en el diario, dígale a la gente que no jueguen con armas. No se qué pasó. Ismael estaba el lunes en la casa del padre con su hermano Agustín jugando con un rifle de aire comprimido. Sabemos que lo venían disparando en falso −sin proyectiles−, pero sin embargo de pronto mi hijo, el más chico, recibió un proyectil", explicó la madre.
El hecho ocurrió el lunes a la tarde en la vivienda que ocupaba el padre de los chicos, un trabajador rural de 53 años y cuidador de un establecimiento lindero con el Camping de los Camioneros en Pérez.
Testimonios. Según algunos testimonios, alguien habría dado aviso al padre de los chicos, que en ese momento estaba trabajando y fue éste quien trasladó al niño, que presentaba una herida en el tórax a la altura de la tetilla izquierda, al dispensario de la zona.
El médico de guardia del centro de salud "El Gurí" determinó que el pequeño Agustín llegó muerto al efector, por lo que tras la correspondiente denuncia del hecho ante la sub comisaría 22 de Pérez y por disposición del Juzgado de Menores actuante, se dispuso la correspondiente autopsia en el Instituto Médico Legal de Rosario. Tras ese trámite, el cuerpo fue devuelto a los familiares para el sepelio que se concretó ayer por la mañana en el cementerio local.
"Esto es un desfile de chicos que andan con rifles, gomeras y otras armas cazando y jugando", indicó Beatriz señalando la calles y los cañaverales cercanos. En medio de su dolor estaba ayer rodeada de numerosos vecinos de la zona y de familiares que le ofrecían sus condolencias.
La mujer volvió sobre su drama y contó que "el impacto fue desde unos tres metros y nos dijeron que fue difícil hallar el proyectil", en referencia al balín de plomo calibre 5,5 que habría perforado el corazon y un pulmón de Agustín.
El dolor por la muerte del niño circula sólo entre familiares y vecinos. Ninguna institución se hizo eco del dolor porque, entre otras cosas, ninguno de los dos hermanos asistía desde hace por lo menos un año a ninguna escuela. Ismael es empleado de un tambo de la zona y se desempeña en ese oficio desde los 9 años.
El hecho se registró el lunes aproximadamente a las 13.30 en una vivienda vecina al Camping de los Camioneros, sobre un camino sin denominación, en la zona rural de esta ciudad, mientras el adolescente de 16 años, sin la presencia de sus padres, manipulaba un rifle a aire comprimido en compañía de su hermano menor. Las características del arma y las condiciones en que ocurrió el accidente no fueron suministradas.
Las actuaciones se encuentran a cargo de la comisaría 22ª de esa ciudad y de la jueza de Menores Nº 4 de Rosario, María Dolores Aguirre Guarrochena, quien dispuso la libertad del hermano mayor de la víctima, quien próximamente será llamado a declarar.