Hace 10 años, cuando se inauguraba el spa de La Olla, en estas mismas páginas, este cronista titulaba la nota: "Donde viven los pájaros", y al describirlo decía que es "un espacio para el relax y la meditación, donde el canto de los pájaros es la banda sonora de una película y el actor principal es la naturaleza". Hoy después del tiempo transcurrido, podemos afirmar que lo expresado en aquella oportunidad mantiene su vigencia inalterable y acrecentada.
La naturaleza pródiga como siempre, se ocupa de mantener intacto el encanto que brinda el entorno. Con variantes estacionales, con precipitaciones exageradas, pero siempre generosa con quienes la defienden sin claudicaciones. La vida natural se manifiesta alegre y vigorosa en todas sus expresiones, los pájaros con sus colores y sus cantos, los peces con sus saltos a flor de agua, su fauna, siempre activa en las márgenes del río Carcarañá y entre la flora que lo enmarca, hacen las delicias de los visitantes.
Las cabañas, integradas al entorno, brindan el equipamiento, la calidez y el confort para disfrutar del paisaje y para el descanso relajado y placentero. Los barrotes de los balcones, así como las tablas de los puentecitos, tallados en quebracho colorado, más los asientos de los bancos del parque, estos de quebracho blanco, extraídos de centenarios durmientes de ferrocarriles hoy inactivos, son símbolos de respeto por la eterna nobleza de estas maderas. Los carteles que nominan las cabañas y señalan los árboles y los senderos, tallados por Antonio en algarrobo, pregonan este respeto y el culto a la amistad, valor superlativo en La Olla.
El spa, con su piscina climatizada y su jacuzzi de alta presión, facilita el ambiente ideal para el relax al final de la jornada. El club house merece un párrafo aparte. Es el espacio ubicado estratégicamente a tres metros de altura sobre un recodo del río, permite una vista perimetral que abarca todo el complejo a través de ventanales, a la altura de los nidos y con una visión panorámica sobre "la olla", remanso que da su nombre al lugar.
Su viejo piano que a veces suena con algún tango, sus instrumentos de percusión y guitarra, que ocasionalmente acompañan a algún cantante espontáneo, los asientos de tranvía en el balcón, la pera con la sortija de calesita, su colección de discos para todos los gustos, todo eso rodeado por heterogéneos objetos que cobran vida evocando al contemplarlos imágenes de escenas de vivencias pasadas, dotando al quincho, como se lo llama, de una mística especial y en un lugar para disfrutar.
Este es el ámbito cerrado de la vida social del complejo; en él se desayuna, se almuerza o cena, se escucha música, se mira TV, se toma mate, se juega al burako, o a los naipes, realmente es el espacio social del complejo, todo esto acompañado por la proverbial calidez en la atención que siempre brinda La Olla.
También los niños tienen su lugar en el complejo, con juegos infantiles distribuidos estratégicamente y pensando en ellos, y con un cercado perimetral para evitar accidentes.
El complejo La Olla está ubicado a 35 kilómetros de Rosario sobre la margen sur del Carcarañá, saliendo de la autopista a Santa Fe a la altura de La Ribera. Más información: wwwcomplejolaolla.com.ar; E Mail: [email protected]; Reservas: Tel. 0341 156 056609 - 0341 156 770 483. Consultar por paquetes especiales para 22 a 40 pasajeros 2 días 1 noche.
Norberto Puntonet / La Capital